Imágenes de ‘realities’ rodados en Magaluf.

No diga orgías, diga Magaluf

El desenfreno etílico de los turistas y sus excesos de topo tipo disparan las alarmas, y los escándalos, en la localidad mallorquina

Daniel vidal

Viernes, 25 de julio 2014, 01:25

Isabel Grech está curada de espanto. "¿Sorprenderme? ¡No! ¿Impresionarme? Tampoco. La primera vez que atendí urgencias en Magaluf, hace quince años, sí flipé un poco. Pero a estas alturas ya no me asombra nada... ¡He visto tantas cosas! Sí, también chicos que acaban destrozados al ... caer desde los balcones... La mayoría no quieren saltar a la piscina por ninguna competición, se caen por accidente, porque van totalmente colocados", relata con tranquilidad para restar mito al 'balconning'. Tampoco se agita la voz de esta enfermera del 061 de Palma de Mallorca cuando recuerda una de esas últimas 'cosas' que ha tenido que atender, el martes pasado, en pleno servicio nocturno: "Un chaval de 18 que tenía una borrachera tremenda y que al final hizo una broncoaspiración. Vamos, que sus pulmones absorbieron su propio vómito y acabó en la UCI, intubado y en coma. Aún recuerdo la cara que se les quedó a los cuatro amigos que iban de fiesta con él, como si no hubieran roto un plato en su vida, lívidos", comenta Grech.

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Más o menos como se quedan todos los que ven el famoso vídeo del 'mamading', como se ha venido a denominar de forma jocosa y algo grosera el amago de orgía difundido en todos los rincones de internet y protagonizado por una irlandesa de 18 años, coleta rubia y ropa ligera, que a principios de julio realizó una ronda de 'felaciones exprés' a 24 turistas en una discoteca de Magaluf (Calviá, Mallorca) a cambio de... no se sabe muy bien qué. La versión más extendida sostiene que la osada tuvo barra libre de alcohol para todas sus vacaciones (al parecer, al día siguiente repitió juerga). Otros matizan que solo había una botella de algo más de 3 euros como recompensa. Y la empresa promotora de la fiesta que acabó en el 'mamading', Carnage, se defendió en Twitter alegando que ellos solo pidieron hacer "un vídeo salvaje en dos minutos" y que la chica se prestó voluntariamente... Vamos, que la jovencita solo quiso poner una buena guinda a su 'pub crawling', otro anglicismo con el que se conocen las desmedidas excursiones etílicas en las que participan, desde hace años, riadas de enrojecidos adolescentes británicos, pertinentemente identificados, en grupo y con un guía, como si se trataran de visitas a un museo.

'All you can drink'

En este caso, y por algo más de 30 euros, las visitas se realizan a varios garitos de moda para llevarse al gaznate todo el alcohol que uno sea capaz de aguantar: 'all you can drink'. La web de Carnage ofrece, por ejemplo, "cuatro horas de chupitos, otras cuatro de barra libre (además de los chupitos, se entiende), con fiestas salvajes". También dan una camiseta y acceso libre a cuatro bares de 'The Strip'. Así se conoce entre los turistas extranjeros a Punta Ballena, una calle de Magaluf que no llega a los 500 metros y en los que se juntan miles de almas inquietas del Reino Unido (son mayoría) con la misma intención: agarrarse el colocón del siglo y acabar como piojos. Y las excursiones etílicas son una manera rápida y barata de conseguirlo. De hecho, esta "actividad", según lo define el Ayuntamiento de Calviá, estaba tan extendida en Magaluf que el Gobierno municipal del PP optó por regularla con una normativa que pone a la localidad a la vanguardia de la ordenación de este tipo de fiestas del exceso.

La ley, que obliga a las empresas promotoras de estos eventos a obtener una licencia específica y limita los grupos de ávidos bebedores a no más de 50, "trata de evitar incidentes desagradables y puntuales como este último, que está siendo investigado y que está en manos de los servicios jurídicos del Ayuntamiento", explica Cristian Alfaro, responsable municipal de Turismo, en referencia al ya célebre 'mamading'.

El Consistorio, incluso, se ha visto obligado a emitir notas de prensa en el Reino Unido para proteger la maltrecha imagen del pueblo, que salta a los telediarios cada verano. Y este mes de julio lo hace casi a diario: el vídeo de contenido orgiástico, el joven de 20 años fallecido y otro de 19 herido grave tras caer desde sendos balcones, el periodista británico rociado con gas pimienta por un matón de discoteca, el incendio de ayer que obligó a desalojar un edificio de apartamentos...

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Las autoridades locales luchan desde hace años (eso dicen) para desterrar la fama de descontrol que desprende Magaluf con medidas como la que regula el 'pub crawling'. Para obtener la licencia de las excursiones etílicas hay que cumplir ciertos requisitos administrativos (como tener un seguro de responsabilidad civil) y también se exige el pago de la tasa de rigor. Unos 3.600 euros por seis meses de permiso. En este caso, el impuesto es el mismo que hay que abonar para repartir publicidad en los bares. En esa ordenanza, curiosamente, se prohíben los anuncios cuyo "objetivo sea incentivar el consumo de bebidas alcohólicas en establecimientos públicos mediante diversas fórmulas del tipo 'barra libre', 'happy hour', '2 x 1' u otros mensajes análogos". Suena contradictorio teniendo en cuenta la normativa recién aprobada y que da "carta de naturaleza a estas prácticas", lamenta el portavoz de la oposición en Calviá, el socialista Alfonso Rodríguez: "El ocio nocturno siempre ha formado parte de nuestro turismo y es lo que nos ha puesto en el mapa, pero no podemos permitir esta degradación". Eso sí, aquellos que no se ciñan a la nueva ley se enfrentan a multas de hasta 3.000 euros y al cierre del local. Una encuesta entre los hosteleros revela, además, que muchos se oponen a estas excursiones dantescas, aunque los mismos que las rechazan se apuntan al carro "para no perder clientela".

Magaluf está considerada en Reino Unido la 'reina de la fiesta'. Pero tiene otros muchos pseudónimos: uno de los que más triunfa entre los jóvenes ingleses es el de 'Shagaluf', algo así como 'Follaluf'. Ya lo explicaba uno de los participantes de 'Geordie Shore', un 'reality' de la televisión británica que utilizó el municipio mallorquín como plató de juergas bañadas en alcohol y mucho sexo: "Magaluf es 'Pillaluf'. Aquí es muy fácil 'pillar'". Otros programas, como 'Sol, sexo y padres desconfiados', también muestran las correrías de guiris esculturales durante sus desenfrenadas vacaciones.

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Agresiones sexuales

Camilla Long, reportera estrella de 'The Sunday Times', describía este domingo en el tabloide su estancia de dos días en la zona. En la crónica, una de las muchas que se han escrito en los medios europeos tras la viralización del escandaloso vídeo, Long se despacha adjetivando Magaluf de "distopía vomitiva. La comida es asquerosa, el ruido es constante y el suelo brilla por el vómito". Eso no es todo. Cuenta Long, como si de Sodoma y Gomorra se tratase, que en la "bacanal" de Magaluf "las mujeres visten 'shorts' tan cortos que enseñan incluso el interior de sus nalgas (...), la gente cae de balcones y las mujeres sufren constantes agresiones sexuales. Fui estafada tres veces en una noche e incluso los mejores locales cerca de la playa sirven comida venenosa". Algunos de estos reportajes han propiciado la queja del Ayuntamiento de Calviá, cuyos responsables se deshacen en elogios hacia los 54 kilómetros de costa del municipio y las otras muchas posibilidades que se ofrecen al turista: "Calviá no es Magaluf y Magaluf no es Punta Ballena", repiten también vecinos y comerciantes en un mantra.

"Somos la puerta de entrada a la Sierra de Tramontana, que es Patrimonio de la Humanidad", ilustra el responsable municipal de Turismo, aunque también reconoce que el llamado 'turismo de borrachera' "ni me repele ni lo contrario. Forma parte del concepto de ocio total de aquí... y esto es lo que hay".

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En gran parte de la sociedad calvianera parece asumida la convivencia con Punta Ballena. Hasta una trabajadora municipal confiesa que no le importa que su hijo de 18 años "salga por allí". Todo lo contrario que la enfermera Isabel Grech, que ni se plantea que sus hijos, algo más mayores, se hubieran divertido por la zona. Y eso que "Punta Ballena lleva más de 30 años funcionando. Antes también existían las borracheras y las drogas, como en cualquier lugar. El problema es que la edad de los turistas que se emborrachan es mucho menor. Y las drogas también han cambiado. Sustancias químicas como la ketamina o ahora la 'droga caníbal' causan estragos". Grech siente "pena". "Es triste ver a chicos de 15 ó 16 años de esa forma, teniendo que ser controlados por diez policías porque no les podemos coger la vía...".

¿Ha temido por su seguridad?

No, tanto como eso, no. Es cierto que pedimos presencia de la Policía (que se refuerza con 40 agentes en verano) o la Guardia Civil por precaución, pero estos criajos se achantan en cuanto les pegas dos voces y un buen bocinazo... De todas formas, creo que Punta Ballena es un quiste muy fácil de erradicar y los políticos, simplemente, no quieren hacerlo.

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José de Dios, un conocido hostelero almeriense de la zona, coincide con la sanitaria: "Han dejado que eso se hunda y la zona se ha convertido en una ciudad sin ley. ¡Calviá no es así!". Su mujer, Sharon, es inglesa y lleva residiendo toda la vida en Calviá: "Me destroza el corazón y me avergüenza ver a mis compatriotas en ese estado, bebiendo botellas de vodka en las que la mitad es agua", aunque también admite que "si no vienen aquí, irán a otro sitio". Mientras, en Carnage, una de las principales promotoras de las fiestas salvajes, no entiende tanta polémica a raíz del 'mamading': "Solo fue una noche normal", trata de rebajar uno de sus gestores. Y lo "terrible es que podría ser verdad", advierte la reportera Long.

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