Sergio Eguía
Lunes, 16 de junio 2014, 13:47
Ibiza, Bravo, 208, Mondeo, Clase V, Serie 3, Golf.... Son todo nombres que cualquiera reconoce. Son coches que vemos a diario. Nos parece normal que se llamen así, pero ¿quién y por qué los bautizó de esa forma? De hecho, hasta las propias marcas a ... las que pertenecen estos y otros modelos tienen detrás una curiosa historia.
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En algunos casos no hay que pensar demasiado. Citroën es el apellido del fundador de la compañía y sus modelos C1, C2, C3.... de manera intuitiva vemos que se corresponden con el tamaño. Es la pauta que siguen las casas centroeuropeas, casi todas las alemanas y francesas. En realidad los segmentos (en argot, la franjas del mercado divididas por categoría y tamaño del vehículo) se corresponden con letras, pero comercialmente se apostó por los números por ser más sencillo para el gran público. Cualquiera entiende que un BMW Serie 1 es un cochazo, un Serie 3, más cochazo, un Serie 5, la leche y un Serie 7 ni entra en nuestra plaza de garaje. De paso los muniqueses se reservaron los números pares para automóviles especialmente deportivos. A los todoterreno les pusieron un X delante, y a correr.
Lo mismo hace Audi, que en los todoterreno cambia la X por una Q en referencia a su mítica tracción total Quattro. También Peugeot sigue esa lógica. Los franceses del león mantienen, no obstante, una seña de identidad propia: bautizar los modelos con tres dígitos. 106, 206, 308... En este caso, la centena es la gama, el cero es fijo, y las unidades denotan rediseños o evoluciones dentro de la gama. Es decir, el 308 es un coche que ha evolucionado del 307. Con el tiempo esto se pervierte. ¿Quién no recuerda el 309 que es anterior y génesis de estos modelos? Para los todocamino, otra solución tan sencilla como efectiva. Doblamos el cero: 3008, 4007, 5008... Ah, que el 911 de Porsche también se llama así gracias -o por culpa- de Peugeot. Los galos denunciaron al fabricante de Stuttgar que originalmente le puso 901 al modelo. La Justicia dio la razón al demandante y lo alemanes, tan prácticos, eludieron el problema sustituyendo el cero por un uno. Y años antes del boom de la informática.
El caso de Mercedes es algo más complejo. La casa, como en el caso de Audi, no lleva exactamente el apellido del fabricante. Los de Ingolstad se limitaron a adoptar la acepción latina del verbo escuchar en forma imperativa (Audi, ¡escucha!) que es el significado del apellido de su fundador August Horch. En el caso de la marca de la estrella (tres puntas diseñadas por Benz para recordar que sus motores funcionaban por tierra, mar y aire) la razón está en que coincidiendo con el interés de Daimler y Benz por cambiar su nombre comercial el principal distribuidor de coches de la época (tampoco había muchos) exigió que se vendieran bajo el nombre de su hija 'Mercedes' para hacer una escandalosa compra.
Los modelos, repartidos en clases por letras no solo indican su categoría, también son una inicial. Así el SLS, por ejemplo, responde a Sport Leicht (liviano) Super. El SLK, Sport Leicht Kurz (corto). La S de la clase S es Sonderklasse (superclase, clase especial). La Clase V de las furgonetas no hace falta explicarla. Se producen en Vitoria.
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Sin dobles significados
Pero no todo el mundo es tan ordenado. Hay marcas a las que les gusta buscar un nombre diferente para cada nuevo modelo. Los asiáticos, Renault y Ford siguen ese patrón. La teoría dice que se deben elegir nombres fáciles de recordar, sencillos en su pronunciación en cualquier idioma, sin dobles significados... No siempre se logra, pero no se lo toman a la ligera y dedican muchas horas y esfuerzo a esta tarea. SEAT, por minimizar riesgos y homenajear a su país, se decantó por nombres de ciudades. Ibiza, León, Toledo, Málaga. Inofensivos en cualquier idioma. Bueno, el Málaga en Grecia se vendió con otro nombre. 'Malakas' para los helenos significa.... (Mejor lo buscas tú mismo).
Y es que nadie está a salvo de estos problemas. Aunque se usen letras y números. El Audi Q3 (cutres) a nadie le sonó mal y eso que se fabrica en España. Los japoneses han tenido un verdadero suplicio al traer sus creaciones a España y tuvieron que cambiar varios nombres. Ésta es la nómina de unos fracasos anunciados: Mazda Laputa, Kia Borrego, Nissan Moco, Mitsubishi Pajero, Toyota Premio, el Lexus LF-A... En realidad Laputa es el nombre de una isla flotante en 'Los viajes de Gulliver'. Se ve que a Jonathan Swift nadie se atrevió a decirle que sonaba mal en castellano.
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Pero no crean que los occidentales han tenido más suerte. Lancia quiso distribuir entre nosotros un modelo llamado Marica. Ford, afortunadamente por lo feo que era el coche, desistió de traernos el Corrida. Con el subidón del Fiesta, nombre de inspiración hispana ya que el coche se haría sí o sí en Almussafes, los de Detroit buscaron un sinónimo para el siguiente vehículo de la familia. Fail.
Otro método de bautismo es mezclar dos palabras. Volkswagen y Renault lo usan mucho. Tiguan es la mezcla de Tigre e Iguana, Twingo la fusión de los bailes Twist, Swing y Tango. Twizzy, 'too easy'. Y Zoe... Zoe, no. Según asegura la casa francesa es un nombre de mujer que a alguien en la dirección le gusta mucho y punto.
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Otros coches con curiosa nomanclatura son el Kia Picanto mezcla de las palabras galas 'piquant' (picante) y 'canto' (canción). El Cee'd -inaudito- no tiene nada que ver con Rodrigo Díaz de Vivar. Significa Community of Europe European Design. Es el primer vehículo que los surcoreanos fabricaban para el Viejo continente. Y más rebuscado aún es el del eléctrico Nissan Leaf. En inglés, leaf es la hoja de un árbol. Un claro guiño a la conciencia medioambiental del ingenio. Pero también es Leader, Environmental, Accesible, Family Car. Ahí queda eso. Luego nos parecía raro que KITT, el de 'Kitt, te necesito', fuera Knight Industries Three Thousand.
Los ejemplos son infinitos. Así que recordemos, al menos, los métodos de bautizar coches más habituales. Dejando de lado la costumbre de Lamborghini de usar nombres de toros de lidia famosos- generalmente por su peligro- lo más común es usar letras y números (Lancia usa las griegas Thema, Epsilon...); Ciudades (Ibiza, Rio, Sorento, Toledo, León, Outback, que es el desierto australiano); mezclar palabras; y finalmente elegir un vocablo que te gusta o que esconde alguna clave que solo tú conoces. ¿Te has dado cuenta de que actualmente los turismos de Opel siempre acaban en A (Corsa, Astra, Insignia) y los comerciales en O (Vivaro, Movano)? Ya, ya. El Adam no acaba en A. Bien visto. Pero es que ese coche lleva el nombre del fundador de la compañía Adam Opel.
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