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Dan Osborne, inspiración para Simpson a la hora de crear el término "spornosexual."
Llega el hombre 'spornosexual'

Llega el hombre 'spornosexual'

El inventor del término metrosexualidad actualiza su visión de virilidad para definir a los varones de cuerpo escultural, camiseta opcional y sexualidad palpable

Virginia Melchor

Sábado, 14 de junio 2014, 16:18

Los metrosexuales, aquellos urbanitas refinados y blandengues, ya son historia. El periodista británico Mark Simpson acuñó el famoso término hace ya veinte años, cuando la idea de que un hombre se cuidase era tan marciana que había que buscarle un nombre propio. Ahora el creador ha actualizado su visión de la masculinidad dando una vuelta de tuerca a la palabreja. Se ha sacado de la manga -prieta por los bíceps- una nueva especie: 'spornosexual'. Surge de la fusión de sport (deporte), porn (porno) y, claro, metrosexual; y no es otra cosa que una evolución del típico metrosexual con más dosis de vanidad. "Este tipo de hombre va al gimnasio por el día, ve porno por la noche y valora más el cuidado de su cuerpo que mantener un armario a la última", resume Simpson.

Le obsesiona su torso mucho más que su estilismo porque su fin último es convertirse en un híbrido entre astro del deporte y estrella del porno. "Esta nueva tendencia explora la parte sexual del término metrosexualidad. El deporte se nos ha metido en la cama con el porno mientras Armani sacaba fotografías", escenifica en su artículo Simpson para explicar que el 'spornosexual' transmite sexo; lo lleva escrito en su cuerpo. Es la 'pornificación' del aspecto físico y su contínua exhibición pública. "Para la generación de hoy, los medios de comunicación, 'selfies' y el porno son los principales vectores del deseo masculino. Ellos quieren ser queridos por sus cuerpos, no por su armario. Y ciertamente tampoco por sus mentes", concluye.

De esta forma, las preferencias de la sociedad han pasado de tipos como David Beckham, uno de los estandartes de los metrosexuales, a hombres como Cristiano Ronaldo, el televisivo David McIntosh o el jugador de rugby Josh Dugan. Los actores Miguel Ángel Silvestre y Mario Casas también son dignos aspirantes, o incluso Jordi Cruz, de MasterChef, que se ha pasado a las chocolatinas tras machacarse a conciencia en el gimnasio. Pero el rey de los 'spornosexuales', el que ha servido de inspiración para Simpson, es Dan Osborne, un joven que ha salido del reality 'The only way is Essex', el sucesor británico del controvertido 'Gandía Shore'. En sus perfil en las redes sociales, presume de su monada de hijo, que intencionadamente acurruca sobre unos súpermusculos realzados con llamativos tatuajes.

Las diferencias entre un metrosexual y un 'spornosexual' saltan a la vista. Éste último muestra partes de su anatomía desconocidas para el resto de los mortales. Su deltoides, serrato, vasto, cubital y trapecio se han hecho fotogénicos a base de gimnasio. Las camisetas con cuello de pico son su eje de referencia. Las bebidas enérgeticas y las proteinas, sus 'gym tonic'.

Es carne de 'reality show'. Por pura matemática: millones de ojos guiñando a sus fibrosos pectorales suben más el ego que los halagos en su muro de unas cuantas seguidoras. Perfila su escultural cuerpo con tatuajes. No se cortan la barba, se la recortan. Su existencia se desarrolla en calzoncillos. Y cuando se constipa opta por un estilismo más bien vulgar. No le molesta que los piropos suenen con voz masculina. Le gusta gustar; a quién, da igual. Si el metrosexual se siente como pez en el agua protagonizando portadas de revistas de moda, el spornosexual prefiere exhibirse en Instagram. Su autoestima se mide por el número de abdominales. Pero, sobre todo, por la cantidad de 'me gustas' que colecciona en sus fotos.

No se despeina pensando. Afortunadamente, su palabra preferida es sencilla. Tan solo tiene dos letras: Yo. En realidad, "yo y mi espejo". Porque le encanta mirarse y sentirse mirado. Si sus músculos no corriesen peligro de reventón, se pegaría cada día un buen achuchón. A sí mismo, claro. Le pierde un buen culo. Por supuesto, el suyo. Lo prefiere respingón a la vista y durito, al tacto. Todo un derroche de frivolidad que esconde su puntito tierno. El metrosexual se apodera del baño mientras unta su pelo en gomina. El 'spornosexual' es un caballero que deja la puerta abierta. El pobre solo quiere que le miren...

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