¿Quién lo tiene más largo? (El dedo, claro)

Con su golpe de mano en el PSOE de Madrid, Pedro Sánchez irradia autoridad a costa de contradecir la democracia interna de la que tanto presume ante el PP

Manuel Arroyo

Viernes, 13 de febrero 2015, 01:52

La falta de democracia interna es uno de los grandes lastres de los partidos. En España y también en Euskadi. Una asignatura pendiente desde la Transición, aún sin aprobar en pleno siglo XXI.

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Aunque se trata de una carencia generalizada en todo el arco parlamentario, ... justo es reconocer que con sus contradicciones internas, patinazos y marchas atrás, el PSOE es quien más pasos ha dado en el cumplimiento de un mandato constitucional que, en la inmensa mayoría de los casos, ha quedado reducido a simples formalismos. Con sus limitaciones e imperfecciones, que seguramente las tuvo, el proceso entre las bases socialistas en el que Pedro Sánchez resultó elegido secretario general es lo más parecido a un ejercicio de sana democracia que se recuerda en las últimas décadas en ninguna fuerza política.

Las ácidas críticas al 'dedazo' de Rajoy para nombrar candidatos y 'barones' regionales forman parte del discurso más socorrido por el PSOE. Con sobradas razones. El golpe de mano dado por Pedro Sánchez en Madrid, que ha desatado un terremoto interno de consencuencias hoy por hoy impredecibles, recuerda demasiado las peores prácticas en ese sentido del PP y de otros partidos.

Al secretario general del PSOE alguien ha debido decirle que necesitaba un gesto de autoridad. Demostrar que manda de puertas adentro. Que es algo más que una simple sonrisa o un invitado sorpresa de 'Salvame'. La fulminante y mal explicada destitución de Tomás Gómez y la designación de una gestora con Rafael Simancas al frente, a falta de tres meses y medio para las elecciones municipales y autonómicas, ha abierto en canal al partido en Madrid. En medio de un cruce de duros reproches y navajeos del peor estilo entre Ferraz y el 'aparato' regional, el exministro Angel Gabilondo esta a punto de ser proclamado aspirante a la presidencia de la comunidad (el cargo que Gómez se reservaba para sí). A dedo por mucho que se quiera disfrazar el proceso. Igual que Simancas. Igual que Rajoy ha nombrado a Juanma Moreno Bonilla en Andalucía y hará con el resto de los principales candidatos. Incluida, previsiblemente, Esperanza Aguirre para la Alcaldía de la capital. Es decir, los socialistas se aplican a sí mismos lo que tanto han denunciado. En este caso, al menos, en nada se diferencian del PP.

Es una decisión excepcional y de alto riesgo para Pedro Sánchez. Por las formas y por el momento en el que la ha adoptado. Y peligrosa para su cuestionado liderazgo si no recupera el poder el 24 de mayo en Madrid ante un debilitado PP que tiene casi imposible conservar la mayoría absoluta en el Ayuntamiento y en la comunidad.

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Las encuestas no auguraban nada bueno para Tomás Gómez; un díscolo dirigente que ha acumulado un batacazo tras otro en las urnas al frente de una federación envuelta históricamente en guerras banderizas. Además, está a punto de ser imputado por supuestas corruptelas relacionadas con el tranvía de Parla durante su mandato como alcalde de ese municipio, según diversos medios. Un bombazo de ese tipo en plena campaña, con él como aspirante al Gobierno regional, habría sido demoledor para los intereses de un PSOE hundido por su pasado más reciente y el 'terremoto Podemos'.

El desesperado movimiento de Sánchez intenta evitar ese peligro judicial antes de que sea demasiado tarde, quitarse de enmedio una incómoda piedra en el zapato (Gómez nunca ha sido santo de su devoción ni apenas cuenta con apoyos fuera de Madrid), buscar un milagro electoral en una plaza estratégica y exhibir autoridad ante sus propias filas. Si su ruidoso puñetazo encima de la mesa, olvidándose de primarias y de democracias internas, no va acompañado de un buen resultado el 24 de mayo, las heridas abiertas en el partido y agrandadas ahora se agigantarán hasta el extremo. Si las urnas le avalan, seguramente nada se cuestionará si su 'dedazo' es más largo o no que el de Rajoy.

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