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Enrique de Trastámara y Juan I de Castilla.
Los siete siglos del Príncipe de Asturias

Los siete siglos del Príncipe de Asturias

El título se instauró en 1388 para los sucesores al trono de Castilla tras una disputa dinástica y ha pasado por 35 herederos a la Corona

LAURA ALONSO

Miércoles, 18 de junio 2014, 00:15

Las últimas generaciones han conocido a Felipe de Borbón como el único Príncipe de Asturias, una denominación que nunca tuvo su padre: don Juan Carlos fue Príncipe de España antes de acceder a la Jefatura del Estado. La Constitución establece ese título para los herederos al trono de la Monarquía española. Cuando Felipe VI sea proclamado Rey la nueva Princesa de Asturias será la infanta Leonor.

El Principado de Asturias surge a principios del siglo XIV, cuando se constituyó para el conde de Gijón y Nordeña el primer señorío nobiliario de lo que por aquel entonces se llamaban las Asturias de Oviedo. Cuando este murió sin sucesor, su patrimonio pasó a Enrique de Trastámara, quien, al ser proclamado rey, se lo cedió a su hijo bastardo Alfonso Enríquez, hermanastro del rey Juan I. Tras una serie de revueltas llevadas a cabo por el conde Alfonso en contra del rey, éste se vio obligado a confiscar el señorío, tras lo que prometió que el de Asturias sería siempre territorio de la Corona.

Para el cuándo y el cómo de este título también hay que remontarse siete siglos atrás. Su origen se encuentra en una disputa dinástica. Año 1385: el rey Juan I de Castilla es derrotado por los portugueses en la batalla de Aljubarrota. Ante esta situación, Juan de Gante, duque de Lancáster, y su esposa Constanza de Castilla, hija del difunto rey Pedro I 'El Cruel', llegan a España para reclamar su derecho al trono castellano.

Tras dos años de disputas, el rey y el duque firman un acuerdo de paz que ratifican en el Tratado de Bayona de 1388. En él se acuerda que los Láncaster renuncian a sus derechos dinásticos en pro del matrimonio de su hija Catalina con el Enrique III, hijo de Juan I. Un concierto de matrimonio que finaliza con la cláusula: "dispusieron y ordenaron el rey Juan y el duque de Lancáster en sus tratos que el infante don Enrique título que llevaban hasta entonces los herederos castellanos- ostentase el título de Príncipe de Asturias y doña Catalina, el de Princesa". Se vinculaba así el Principado de Asturias al heredero de la Corona en lo que se entiende como la creación de una figura institucional que ya existía en otros países como Francia con El Delfín o Inglaterra con el Príncipe de Gales y que regulaba, de alguna manera, la sucesión a la Corona frente a posibles pretendientes.

Juan I murió dos años después y Enrique III en 1406, lo que impidió que la figura del Príncipe de Asturias quedara inmediatamente confirmada institucional y jurídicamente. Fue en 1444 cuando Juan II firmó a favor de su hijo Enrique IV el Albalá de Tordesillas -carta real en la que se concedía alguna merced-, en la que se corroboraba la fundación del título para los herederos de la Corona. "Yo el Rey, bien informado y bien certificado mando que todas las ciudades, villas y lugares de Asturias y Oviedo fueren mayorazgo para los Príncipes de Castilla y León, así como era y es el delfinazgo en Francia, para que sean vuestras en toda vuestra vida, y después de vuestro hijo mayor legítimo y que no las puedan enajenar y siempre sean del Principado", dejó escrito.

Una merced que se ratificó ese mismo año en Peñafiel: "Yo establezco en vuestra persona y después para vuestro hijo legítimo mayor, y después de él para vuestros descendientes legítimos, a quienes debe venir la sucesión de mis reinos y señoríos, el dicho Príncipe de Asturias. () Que sea mayorazgo o principado para los primogénitos de Castilla y León, los cuales sean llamados Príncipes de Asturias".

Desde entonces han sido 35 los herederos de la corona de Castilla primero, y de España después, quienes han portado este título. Durante todos estos siglos algunas dinastías mantuvieron la pompa de la ceremonia y la necesidad del visto bueno de las Cortes para su nombramiento. Los Reyes Católicos lo relegaron a una condición honorífica y fue la Casa Borbón quien lo recuperó a finales del siglo XIX.

Su último heredero fue Alfonso de Borbón y Battenberg, quien ostentó el título hasta la instauración de la II República en 1931 y su renuncia al trono en 1933. Después don Juan Carlos fue proclamado Príncipe de España, por lo que no fue hasta más de cuarenta años después, en 1977, cuando el nombramiento de Felipe de Borbón hizo que se recuperase la figura del Príncipe de Asturias.

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