Iñigo Muñoyerro
Viernes, 26 de diciembre 2014, 01:29
Bayona es la capital más norteña del País Vasco francés. Cercana a la frontera (30 minutos) extiende su casco urbano en la confluencia de los ríos Nive y Adour. Es una villa antigua y moderna a la vez, cosmopolita y de un tamaño asequible, que ... no da sensación de agobio. De hecho se debe recorrer a pie. Aunque la ciudad en sí no es muy grande, forma parte del área BAB (Bayonne, Anglet, Biarritz), que agrupa 200.000 habitantes.
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Es una villa volcada en el turismo que llega atraído por las playas, el surf y el golf. Por las corridas de toros y también por el 'shopping', especialmente de visitantes españoles a pesar de las penurias. Estas fechas navideñas Noël en francés- son ideales para conocer una Bayona diferente, adornada para las fiestas como solo saben hacerlo nuestros vecinos y con todo tipo de atractivos, además de los comerciales.
La puerta del Château Vieux
Un paseo por Bayona puede comenzar en el parking de Paulmy, extramuros y cubierto. Sólo cuesta un euro por toda la jornada.
Las torres de la catedral destacan sobre las murallas de la ciudadela diseñada por el arquitecto militar Vauban sobre una base que se remonta al tiempo de las legiones romanas. Caminamos por el foso para entrar en la ciudadela por la poterna del Château Vieux edificado en el siglo XI por los condes de Lapurdi sobre el castro romano. Es sede del regimiento 1er RPIMA y está cerrado al público. La torre Florepis recibe visitas organizadas.
El casco urbano de Bayona se reparte en tres barrios conectados por varios puentes: Grand Bayonne, núcleo romano y más antiguo de la ciudad; Petit Bayonne, entre la Nive y el Adour, y el moderno o Saint-Esprit, al otro lado del Adour.
La catedral de Santa María es el edificio emblemático de Grand Bayonne. De estilo gótico flamígero data del año 1258. Las torres o flechas tienen 85 metros de altura. Las capillas del deambulatorio están adornadas con pinturas del siglo XIV, obra de Steinhel, y vidrieras estilo Chartres. Encierra la reliquia del cuerpo de San León, obispo de Bayona (siglo IX). El claustro (año 1240) es uno de los más grandes de Francia. Junto a la catedral hay instalados puestos de venta de productos navideños.
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Visita a Les Halles
Seguimos por la calle de España, con sus casas de fachada estrecha, para bajar al río por la calle Poissonerie. Pasaremos junto las librerías 'Librairie de la rue en Pente' y 'Le Gribouille', especializada en cómic. Una champanería 'Les Vignobles' y estamos en Les Halles o mercado antiguo. Es un edificio modernista de inicios del siglo XX ahora especializado en 'delicatessen'. Un regalo para la vista y el olfato.
La plaza contigua acoge los sábados un mercadillo tradicional: quesos, patés, foies y demás productos de granja. También venden 'jamón de Bayona', otra especialidad local. El auténtico de cerdo blanco de raza autóctona, curado con pimentón de Ezpeleta.
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El puente Pannecau permite cruzar de Les Halles al Museo Vasco, ya en Petit Bayonne, zona franca en el año 1152. El museo ocupa desde 1924 la casa Dagourette, un edificio del siglo XVI. Su visita merece la pena, pero exige tiempo y atención. El dédalo de callejas de este barrio, además de tascas y muchos restaurantes, reúne el trinquete o juego de pelota, el museo Bonnat-Helleu y el castillo nuevo o Château Neuf (cerrado al público).
Ostras y chocolate
Vuelta a la Nive y al muelle de Les Corsairs -Bayona fue un nido de piratas- para retornar a Grand Bayonne por el puente de Marengo y de Mayou -lo mismo da-. Nos espera la cuadrícula medieval formada por las calles peatonales Victor Hugo, Cardin, Port Neuf -fue un canal- Ahora están engalanadas de Navidad.
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Los comercios se suceden. Desde joyerías y grandes marcas, a zapaterías, talleres de arreglos y humildes tabernas, varios restaurantes de ostras (écailleurs) con su oferta de calidad, artesanía local (mantelería vasca, alpargatas...) y las famosas chocolaterías.
El chocolate de Bayona 'Le Bayonnais' es internacional. Cristóbal Colón lo trajo de América en el año 1502. Los judíos españoles que huían de la inquisición lo llevaron a la capital del Adour en el siglo XVII. En el año 1856, 55 chocolateros trabajaban en Bayona y villas del entorno. En la actualidad son varios los obradores ue continúan la tradición. Daranatz, Cazenave, L'atelier du chocolat de Serge, Jeff de Brugges están especializados en un chocolate poco azucarado, cargado de canela.
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Los judíos de Saint Esprit
El callejeo nos lleva de nuevo al río. El ayuntamiento está en la Place de la Liberté. Es un edificio de inicios del siglo XX, que recuerda al Teatro Arriaga de Bilbao. También es cine y alberga una cafetería con terraza. Se asoma al Adour, que corre rápido y caudaloso, y se enfrenta al espolón de San León. Los puentes Mayou y Saint Esprit comunican con el barrio de Saint Esprit. Es la zona del ensanche. En ella se encuentra la estación SNCF. También la sinagoga. Está situada en la calle Maubec y fue edificada entre 1836 y 1837, aunque la presencia de judíos en Bayona está documentada ya en el año 1520.
Volvemos a Paulmy por la calle Thiers, una arteria ajardinada con un par de 'brasseries', bancos y un hotel. Al final, cerca de la muralla están los grandes almacenes Galleries Lafayette, las antiguas Dames de France.
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Poterna del Château Vieux y paseo por los fosos arbolados que circundan la ciudad. Desde allí abajo apreciamos la potencia de los muros que defendían Bayona.
Ni villancicos ni ruidos
Sorprenderá al visitante la ausencia casi absoluta de ruidos, incluso de los musicales. Los franceses en general y ahí se incluyen nuestros compatriotas del norte del Bidasoa, son poco aficionados al follón y a la música ambiental. Queda reservada para los partidos de rugby y fútbol.
No escucharemos villancicos, tampoco el popular y para algunos insufrible 'Jingle Bells'. Los orfeones 'abesbatzak' recorren las calles del Vieux Bayonne y entonan música popular vasca. Y poco más, porque el Olentzero ya ha pasado y los franceses han dejado de celebrar la fiesta de los Reyes Magos, por un problema de fechas. Ahora preparan la Nochevieja, donde sí que habrá ruido, cohetes y petardos, y algún exceso que otro.
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Los villancicos en inglés y Papá Noël con sus renos quedan reservados para los centros comerciales, Casino y el inmenso BAB2 de Carrefour emplazados en las afueras. Estos supermercados son interesantes por su oferta de vinos y champán, que es abrumadora tanto por cantidad como por calidad. Lo mismo ocurre con los 'foies' y el salmón ahumado. Y que nadie busque chollos. Los precios están como en España o un poco más caros.
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