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Josu García
Viernes, 19 de septiembre 2014, 01:55
Cruzar el Golden Gate con tu bicicleta, suspendido a 70 metros de altura sobre la cinematográfica bahía de San Francisco, es una sensación inenarrable. Pero es aún mejor si uno pedalea por el puente desde el asiento trasero de un tándem, totalmente ajeno a la ... conducción, despreocupado del manillar y gozando en todo momento de las grandiosas vistas que se abren frente a nosotros. Hoy os proponemos una ruta especial para todos aquellos viajeros que tengan la suerte de recalar en la más europea de las urbes estadounidenses. La excursión nos llevará a conocer algunos de los hitos más destacados de la ciudad, como el muelle de Fishermans Wharf, el Palacio de Bellas Artes o el Wall Disney Family Museum. También visitaremos el municipio de Sausalito, con sus famosas casas flotantes. Todo ello a través de un ágil paseo de poco más de 30 kilómetros.
Alquilar una bicicleta
Lo primero es agenciarnos una bicicleta. Si vamos en grupo o en pareja, el tándem es una opción de lo más recomendable porque el que circule de paquete (el puesto se puede alternar a lo largo del día) disfrutará de una manera más intensa de la experiencia. Manejar una de estas monturas dobles es relativamente sencillo. No se requiere experiencia previa y, como la transmisión no suele estar sincronizada (se puede pedalear de forma independiente), los ocupantes no tienen que actuar obligatoriamente coordinados, aunque sí se recomienda cierto entendimiento.
Dos buenos lugares para alquilar nuestras máquinas son www.blazingsaddles.com y http://www.bikerentalsanfrancisco.com Ambas disponen de oficina en los alrededores de Fishermans Wharf y ofrecen paquetes interesantes como el alquiler y la opción de volver desde casi cualquier punto de la bahía en ferry (por si acabas agotado o tienes una avería imprevista). Una vez recogida nuestra bicicleta o tándem, procedemos a pedalear suavemente por este frente costero de San Francisco. La zona suele estar muy animada porque hay múltiples zonas de esparcimiento y atractivos turísticos.
¿Qué no nos debemos perder?
Sin duda, las vistas hacia la conocida prisión de Alcatraz, un aperitivo en los restaurantes que venden los característicos cangrejos de la ciudad, un vistazo a los leones marinos que campan a sus anchas en los diques y, si uno es aficionado a los barcos o la Segunda Guerra Mundial, una visita al submarino USS Pampanito. El abanico de posibilidades es terriblemente amplio, sin apenas haber empezado a pedalear.
Una vez que hemos decidido abandonar Fhisermans Wharf nos dirigiremos hacia el oeste, hacia el conocido barrio de Presidio. Utilizaremos para ello un carril-bici que compartiremos, en ocasiones, con los peatones. El terreno es llano y fácil. Si acaso, el viento puede entorpecer nuestro avance. Pero no tenemos prisa y la ruta de hoy es apta para cualquier persona, independientemente de su experiencia y nivel físico. A nuestra derecha se irán abriendo varias calas, algunas de piedra inhóspita y otras de fina arena. En cualquier caso, no es San Francisco un lugar que destaque por sus playas. La intensa humedad y la bruma actúan como amenazas disuasorias. La niebla, precisamente, nos impide ver el Golden Gate en su esplendor, pese a que el día parece claro en buena parte de la bahía.
Sin embargo, a medida que avanzamos en nuestra ruta, las nubes van lentamente levantando y dejan al desnudo la esbelta estructura de acero de uno de los puentes más emblemáticos del mundo. Pronto llegamos a Marina Green. Un diáfano espacio rectangular de hierba que suele acoger eventos multitudinarios. Desde este punto comienzan a sucederse los parques y el suelo urbano destinado al disfrute de los ciudadanos.
A nuestra izquierda, hacia el interior, junto a una zona de viviendas unifamiliares, se levanta la magnífica estructura del Palacio de las Artes de San Francisco, una obra del arquitecto Bernard Maybeck que sorprende por sus columnas clásicas y su cúpula de fina factura. Un edificio que se integra en un entorno dominado por los jardines flotantes y un precioso estanque. Si seguimos por esta segunda línea del frente costero nos encontramos con el museo de Walt Disney, que rememora su vida y legado. Una opción interesante, sobre todo, si se acude con niños.
Seguimos pedaleando por la costa y llegamos ya al final del frente costero, donde se levanta el fuerte Fort Point, casi debajo mismo del tablero del Golden Gate. Esta construcción militar fue finalizada justo antes de que estallara la guerra civil de Estados Unidos. Hoy en día se puede visitar y conocer sus entrañas. Varias veces al año, figurantes se disfrazan de soldados yankees y tienen lugar recreaciones de la época.
Tras abandonar Fort Point, regresamos unos metros sobre nuestros pasos para encarar la primera subida del día. Tenemos que coger el puente a casi 80 metros de altura, por lo que nos espera un empinado repecho. Nada que no se pueda superar con cierta paciencia. Una vez arriba se abre frente a nosotros un parque con vistas espectaculares sobre el gigante de acero que vamos a cruzar. El Golden Gate tiene casi 3 kilómetros de largo y pedalear por su tablero resulta sorprendente para todos los sentidos. Huele a mar. Uno percibe la vibración de los coches que atraviesan a gran velocidad el asfalto. Por fortuna, el paso para ciclistas y automóviles está segregado.
Cuando uno mira hacia abajo y ve las encrespadas aguas del Pacífico, el ciclista puede comprender al fin por qué nadie logró escapar con vida de la prisión de Alcatraz, como cuenta la leyenda. Resulta imposible nadar entre el oleaje y las corrientes.
Sausalito
Tras atravesar la pasarela subiremos un pequeño repecho para llegar a un mirador desde donde podremos contemplar en su esplendor la brillante obra de ingeniería. Momento para exprimir la cámara de fotos.
Los siguientes kilómetros son cuesta abajo. Descendemos de nuevo hasta el mar para arribar al pequeño y coqueto pueblo de Sausalito. Un enclave repleto de personas amables, pescadores, marineros y gente adinerada que vive su retiro dorado en extravagantes casas flotantes. Uno no se puede perder un paseo por su marina, donde se puede practicar la vela o el paddle surf.
Es hora de regresar a San Francisco. Se nos presentan dos opciones, hacerlo por donde hemos venido y volver a disfrutar del Golden Gate o tomar un ferry con nuestras bicis. El barco es una salida rápida, cómoda y no exenta de belleza, ya que cruza la bahía de forma majestuosa. Como siempre, todo dependerá de nuestras fuerzas y del tiempo del que dispongamos.
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