El suicidio como vía de escape a la incineración

Ahorran durante toda su existencia para tener un funeral 'digno'. Algunos incluso tienen sus ataúdes guardados ya en vida, a la espera del importante paso que supone la muerte. Creen firmemente en la continuidad entre este mundo y el que está por llegar, y la separación entre el alma y el cuerpo no es algo presente en sus vidas. Su cuerpo físico siempre estará presente. Además, según la costumbre, un cadáver debe ser enterrado varios días después de la muerte. En algunos pueblos, el ataúd se coloca en la cima de una colina durante al menos tres años antes de darle sepultura, ya que existe la creencia de que la práctica puede traer buena suerte a los descendientes de la persona fallecida.

Será por esto que Jiang Xiuhua, una mujer de 81 años de Anqing, en la provincia de Anhui, decidió quitarse la vida ahorcándose en el patio trasero de su casa el pasado abril. Justo un mes y medio antes de que la nueva ley de ritos funerarios, por la que es de obligado cumplimiento incinerar a los difuntos, entrase en vigor el pasado día 1.

Ella fue la primera, pero no la única. Aunque en las grandes ciudades del país es habitual quemar a los difuntos, zonas más rurales como Anqing siguen ancladas en tradiciones ancestrales, supersticiones, y ritos tradicionales. Y es que según el diario Beijing News, en los días previos a la imposición ritual, hasta seis ancianos de entre 69 y 91 años se tomaron la justicia por su mano y decidieron llegar al otro mundo como marca la tradición. Un joven de la zona aseguraba que "algunos de los ancianos insisten en ser enterrados por una superstición profundamente enraizada. Es muy difícil convencerles para que acepten nuevas ideas".

Decomisar ataúdes

Pese a todo, las autoridades han asegurado que no hay relación alguna entre las muertes y la nueva orden. "Después de la publicación de las denuncias de suicidio, el gobierno provincial de Anhui fue investigado. Se encontró que las muertes no tenían nada que ver con la reforma", explica el 'China Daily'. Aun así, la poca delicadeza y paciencia del Gobierno parece ser la detonante de la ola de suicidios. Agentes locales recorrieron cada casa en busca de ataúdes para ser decomisados. Algunas familias los destruyeron persuadidos por los funcionarios, que les aseguraron el pago de 1.000 yuanes (117 euros) por cada uno. Desde la entrada en vigor de la ley, se prohíbe su manufactura y venta en las zonas de cremación. Además, habrá sanciones para los familiares que no estén dispuestos a la incineración de los fallecidos, incluidos los que pertenecen al Partido Comunista.

Según los medios nacionales, parece que las prisas del Gobierno por erradicar los entierros se deben a los dieciséis incendios que se han producido en los últimos meses en la región, la mayoría de ellos durante la celebración del Año Nuevo, en el que los familiares encienden incienso y lanzan bengalas en honor de sus muertos. Pero los ciudadanos, estupefactos ante las medidas tomadas, creen que es imposible "cambiar una tradición milenaria en apenas dos meses".

Burbuja inmobiliaria en el cementerio

Otra de las razones de la creación de este tipo de reformas es que no hay sitio para enterrar a tanta gente con una población de 1.351 millones de habitantes. Como reza el dicho popular chino: 'Mucha gente, poca tierra'. Aunque tradicionalmente las urnas con cenizas son enterradas, el espacio dedicado a ello es muchísimo menor. Además, la preocupación por la escasez de tierras de cultivo, hace que en muchas ocasiones se hayan tenido que trasladar cementerios para poder hacer uso de ellas. Por otro lado, la burbuja inmobiliaria ha estallado en los cementerios, y muchísima gente que no puede pagar sus nichos deciden enterrarse en el campo.

La llegada del Partido Comunista en 1949 hizo que la técnica de la cremación se extendiese, ya que promulgaban que se debía acabar con "la vieja sociedad". Y aunque desde hace cincuenta años, en la mayoría de regiones los entierros son ilegales, zonas como Anhui aún están a la cola de este tipo de modernización.