ZIGOR ALDAMA
Viernes, 11 de abril 2014, 22:58
Nunca unos pitidos habían despertado tanta expectación como los que varios buques han escuchado en el Océano Índico meridional a través de los sistemas de rastreo que han desplegado para localizar las cajas negras del Boeing 777-200ER que desapareció sin dejar rastro hace un ... mes. No en vano, según Angus Houston, director del organismo que Australia ha creado para coordinar las labores de búsqueda, los pings son «la pista más prometedora» con la que cuenta el dispositivo internacional que rastrea uno de los rincones más remotos de la Tierra. Y no hay tiempo que perder en su localización, porque las baterías de las balizas que transmiten las señales por la frecuencia de 37,5 kilohercios están a punto de agotarse. Si no lo han hecho ya.
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El lunes, dos días después de que el barco chino Haixun 01 recibió los primeros pitidos, otro buque australiano confirmó su existencia. «El dispositivo desplegado por el Ocean Shield ha detectado señales que podrían proceder de las cajas negras del avión de Malaysia Airlines», certificó Houston. La primera señal duró dos horas y veinte minutos, mientras que la segunda se alargó durante 13 minutos. «Eso nos hace pensar que estamos ya muy cerca de su localización». El ministro de Transportes de Malasia, Hishamuddin Hussein, se mostró igual de esperanzado. «Esperamos poder tener noticias positivas en los próximos días, incluso en las próximas horas», avanzó.
El problema es que las dos grabadoras del vuelo MH370 una recoge los datos de los sistemas del avión y la otra, las conversaciones de la cabina y con el centro de control de tráfico pueden encontrarse a una profundidad de hasta 4.500 metros, un hecho que dificultará sobremanera las labores para recuperarlas. En cualquier caso, primero resulta imprescindible dar con el punto exacto en el que se encuentran para que luego entren en escena los submarinos no tripulados especializados en su recogida.
La sonda submarina teledirigida estadounidense Bluefin 21, que puede realizar mapas tridimensionales del fondo marino y ayudaría a identificar los restos de la aeronave, ya está en la zona y cuenta, precisamente, con un suelo operativo situado a 4.500 metros de profundidad. «Todavía tenemos que confirmar que las señales están relacionadas con el Boeing, pero es la mejor información con la que hemos contado en todo este tiempo», apostilló Houston.
No en vano, la desaparición del triple siete de Malaysia Airlines ha estado caracterizada por el misterio desde su desaparición, y todavía no se sabe absolutamente nada sobre lo que sucedió a bordo. La única certeza es que el avión dio media vuelta algo menos de una hora después de haber despegado de la capital malasia, Kuala Lumpur; que el copiloto se despidió con un «buenas noches» estándar en la aviación comercial poco antes de que alguien apagase todos los sistemas de comunicación del aparato algo que los pilotos consultados califican de «extremadamente extraño»; que en ningún momento se dio la voz de alarma, y que, finalmente, el Boeing voló durante casi seis horas más, quizá hasta que agotó el combustible, con rumbo hacia el sur del Océano Índico.
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Se sabe también que a bordo viajaban, entre las 239 personas del pasaje, dos hombres iraníes que habían suplantado la identidad de dos europeos cuyos pasaportes habían sido robados tiempo atrás en Tailandia. Pero, tras haber rastreado sus identidades reales, las autoridades han descartado su relación con el terrorismo y consideran que, casi con total seguridad, eran inmigrantes ilegales que tenían Europa como su último destino. La investigación que se ha realizado en el simulador de vuelo que tenía en su casa el piloto, un hombre muy experimentado y con un historial intachable, tampoco ha arrojado ningún dato interesante. Y no parece que haya nada raro tampoco en el comportamiento del copiloto, aunque han circulado fotografías en las que parece que permitía a mujeres entrar en la cabina. En cualquier caso, la teoría del suicidio parece poco probable.
Teorías de la conspiración
Todas estas oscuras sombras informativas, sumadas a la confirmación de que existen datos secretos que no serán desvelados, han dado fuerza a una impresionante batería de teorías de la conspiración. Las hay para todos los gustos, y algunas incluso resultan plausibles. Es el caso de la hipótesis más extendida en las redes sociales, según la cual las autoridades habrían estado al tanto de un secuestro a bordo cuya negociación no llegó a buen puerto y acabó en tragedia. Eso explicaría uno de los interrogantes más importantes: ¿si alguien quería estrellar el avión por qué esperó siete horas y cambió el rumbo para tomar un corredor aéreo?
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De momento, la única consecuencia evidente es que la crisis del MH370 ha provocado un conflicto diplomático entre Malasia y China, un país al que pertenecen dos tercios de los pasajeros y que acusa a las autoridades malasias de incompetencia en la gestión de las labores de rescate.
Además, la crisis del MH370 puede dar la puntilla a Malaysia Airlines, una aerolínea con un servicio de cinco estrellas pero que pierde millones de euros a espuertas. Pero todo esto es ahora secundario. «De momento, tenemos que centrarnos en buscar las cajas negras», comentó ayer Houston. «Y conviene recordar que en el fondo del océano todo va lento».
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