Miriam Cos
Martes, 22 de julio 2014, 13:35
Con tan solo siete años fue vendida a un hombre 18 años mayor. Con once ya tenía su primer bebé. Setara lleva marcado a fuego en su rostro la firma del monstruo que la desfiguró hasta casi matarla. Siempre la había maltratado, pero no hasta ... el punto de cortarle los labios, la nariz y la cara.
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Azim, de 51 años y padre de las cuatro pequeñas de Setara, llevaba años enganchado a la heroína. De hecho, se gastaba el sustento de su familia en droga. Y Setara no pudo soportarlo más. Sus hijas no tenían qué comer por la adicción de su padre. A sus 23 años, se armó de valor y se negó a entregarle sus joyas para comprar más droga. La reacción no pudo ser más brutal. "Nunca pensé que mi marido me iba a hacer esto. Yo siempre me porté bien con él. Nunca imaginé que trataría de matarme", explicaba Setara a los medios de comunicación en Herat, Afganistán, cubierta por las vendas que ocultaban sus terribles heridas.
"Me drogó para que no pudiera defenderme. Después me abrió todo el rostro y por un momento creí que también iba a sacarme el cerebro", explica la joven. Cuando Azim llegó a casa, le echó droga en la cena, mandó a sus hijas a la cama y después la intentó matar. Antes de rebanarle la cara, la golpeó insistentemente con una piedra además de apuñalarla varias veces. Los alaridos de la joven despertaron a sus hijas, y una de ellas llamó a los vecinos, que rápidamente la trasladaron al hospital de Kabul, a 800 kilómetros de Herat.
La esperanza está en España
En el hospital de la ciudad afgana poco pudieron hacer. La desfiguración de su rostro era tal que lo único que quedó fue remendarle la cara. Pese a todo, Setara tuvo suerte. Las tropas españolas desplegadas en la zona dispone de un hospital de campaña con dos quirófanos y un equipo de telemedicina las 24 horas, conectado en tiempo real con 30 centros en España. Así llegó Setara este fin de semana a Madrid.
El cirujano Luis Espejo renovará su cara, le arreglará los labios con la mucosa de la boca y le borrará las cicatrices. La joven ha tenido otra oportunidad y será operada aquí. Desde este lunes, el hospital General de la Defensa Gómez Ulla de la capital se afana en arreglar lo que un día la ira, el odio y las drogas quisieron eliminar. Setara se muestra constantemente agradecida, aunque piensa en sus hijas, ahora en un orfanato de su país a la espera de poder volver a ver sonreír a su madre. "Me apuñaló en la manos y el pecho, me cortó la nariz, los labios. Quiero que el Gobierno le imponga el castigo más severo posible. Que le apedreen", sentencia la joven.
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Su deseo no se hará realidad. Según el psicólogo Zarghuna Ahmadzai el marido de Setara irá a la cárcel, donde permanecerá muy poco tiempo. "Cuando un hombre siente que está por encima de la ley, sale de la cárcel como puede, con sobornos, para después hacer lo que le venga en gana", concluye.
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