La actriz Uma Thurman en 2008, ya un poco retocada, y el pasado lunes, retocada del todo.

¿Qué han hecho con Uma Thurman?

La actriz se incorpora al club de las estrellas que se someten a cirugías radicales. Rostro redondeado, nariz retocada, párpados más tensos... Nunca se ha gustado

z. ortiz de latierro

Miércoles, 11 de febrero 2015, 00:06

No nos habíamos recuperado del susto que nos dio Renée Zellweger y la bella Uma nos ha rematado. ¿Por qué?, trinaban ayer miles de seguidores en las redes sociales. El bisturí ha sustituido a la salvaje vengadora de látex amarillo de Kill Bill por una ... madonna de Rafael; a Uma Thurman por una réplica con miedo a sonreír no se le vaya a aflojar algo. Los cirujanos coinciden en el diagnóstico: semejante desaguisado podría obedecer a un lifting profundo en cara y cuello. Hay más. Se llama blefaroplastia y consiste en levantar los párpados -el derecho por poco se lo bajan del todo- para rejuvenecer la mirada. Quizás se haya sometido también a una rinoplastia -afinado de la nariz- y alguna otra cosilla más sin importancia. El resultado lo paseó la noche del lunes en un estreno en Nueva York.

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Su padre, profesor universitario de budismo, la llamó Uma hace 44 años por la diosa hindú de la luz y la belleza. Pero la actriz americana nunca se ha sentido ni diosa ni bella. De cría sufrió por su elevada estatura -1,81-, ese nombre tan raro y el tamaño de sus pies. Celebraba los 10 años cuando una inolvidable amiga de la familia sugirió que la niña debía arreglarse la nariz en el quirófano. La pequeña terminó desarrollando dismorfobia: en el espejo no veía ese rostro magnético que ha hechizado a hombres intensos como Gary Oldman, Ethan Hawke o Tarantino. «Siempre me dicen que soy guapa y yo jamás he creído una palabra», se confesaba en el Daily Mirror.

En Hollywood parece que está prohibido envejecer. Egos inmensos, desesperados intentos por recuperar la frescura perdida, obligaciones del guion... La lista de los horrores estéticos es inmensa. No hay palabras para definir lo que se ha hecho Mickey Rourke. Cher ha confesado más de 20 operaciones, Melanie Griffith y Sharon Stone se han reconocido adictas al botox, Demi Moore se ha gastado más de 350.000 euros en cirugías. ¿Y la pobre Meg Ryan?

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