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amanda ruiz
Miércoles, 15 de octubre 2014, 17:41
Duelo de estilos en Holanda. El viaje oficial de Felipe VI a los Países Bajos ha vuelto a quedar eclipsado por la presencia de la Reina Letizia. Nuestra soberana ha reunido de nuevo todas las miradas en sus modelitos y es que allá donde va, ... los medios están más pendientes de qué lleva y cómo, que de lo que dice. En esta ocasión, además, se iba a ver las caras con una 'vieja' conocida, Máxima Zorreguieta, otra monarca cuyos estilismos marcan tendencia y también 'roban' titulares a su marido, Guillermo.
Ambas son dos de las reinas más jóvenes y también más célebres por su armario. Derrochan, o eso dicen, simpatía y buen gusto. Y comparten idioma, algo que, sin duda, une. Sin embargo, en esta ocasión parece que la argentina y la española no se han llamado por teléfono para comentar qué vestido se iban a poner en el encuentro de este miércoles, que ha incluido almuerzo, visita oficial al Senado y reunión con el primer ministro.
La foto oficial no deja lugar a dudas. Máxima y Letizia casi se 'pisan' el color de sus trajes. El protocolo dicta que cuando uno visita oficialmente otro lugar se debe adaptar a las costumbres de ese sitio y lo normal es pegar un telefonazo al anfitrión para ultimar y ajustar detalles como la vestimenta. Pero esta vez parece que no las Casas Reales de España y Holanda no se han dado ningún toque y las monarcas casi se presentan vestidas del mismo color, una tragedia protocolaria.
Un vestido camisero en color carmesí
Letizia se ha plantado en Holanda con uno de esos vestidos clásicos de cierto aire camisero que tanto le gustan. Lo ha elegido en color camesí, un tono fetiche para ella, que ya dejó muda a la Realeza cuando fue a la boda de Federico de Dinamarca y Mary Donaldson -allá por 2004- con un impresionante trajo largo de Lorenzo Caprile, y que gusta de usar en las grandes ocasiones, cuando quiere impresionar al resto de invitados.
Las manos de su actual modisto de cabecera, Felipe Varela, esculpieron perfectamente el doble crepé con que se ha confeccionado el traje, un material típicamente otoñal, para que se ajustara como un guante a la esbelta figura de la Reina. Sin embargo, el resultado no ha sido muy alabado. Aunque es indudable que la confección le sentaba bien a la Reina, el diseño es un poco pobre.
La parte de arriba responde al esquema normal de un vestido camisero de manga larga. Sin embargo, se nota que el diseñador ha querido dotar a la falda de cierto barroquismo puesto que iba a ser usado en una comida de trabajo con cierta etiqueta. Para ello, ha incorporado un troquelado en la parte izquierda que no acaba de convencer. Se queda en un quiero y no puedo.
El 'toque' nude
La elección de los complementos tampoco ha sido para tirar cohetes. En los pies, Letizia se ha puesto unos salones con un poco de plataforma en el mismo tono que el vestido, pero sin ningún adorno; y como joyas ha elegido unos pendientes largos de los que pendía una piedra también roja. Solo se ha salido un poco del guión con la cartera de mano, estilo 'baguette', con cierre sobre, en un tono 'nude', y con el maquillaje, aunque por desgracia esta vez no estaba tan favorecida como en otras.
Demasiada sencillez y muy monocolor para un encuentro con otra reina del estilo en Europa. Ante este panorama, no era difícil que Máxima Zorreguieta le ganase la partida a Letizia... aunque quizá la cosa haya quedado en tablas a juzgar por la indumentaria elegida por la soberana de la Casa de Orange.
Diva de los 50
La argentina se ha decantado por un conjunto en marrón cobre -un tono típico de la época del año en que nos encontramos- confeccionado en seda y con mucho cuerpo. La falda era estilo lápiz, ajustada y sexy. Y para disimular caderas y tripa, el modisto ha añadido un volante tipo péplum en la cintura, una tendencia muy de las divas de Hollywood en los 50 y que arrasó el año pasado. Se trata, por tanto de una creación mucho más excesiva y propia de la personalidad de Máxima.
Sin embargo, hoy la mujer de Guillermo no ha acertado tampoco con los complementos. Ha lucido una cartera de mano forrada con la misma tela que el traje, de tamaño maxi y con un lazo enorme. Y en los pies se ha calzado unos salones clásicos en los mismos tonos aunque elaborados con dos materiales de diferente acabado: aterciopelado en las puntas, liso en el resto.
Con guantes y pamela
Mejor elección ha sido la de colocarse unos guantes de piel cortos en las manos y una enorme pamela en la cabeza, dos gestos que le añaden más sofisticación, si cabe, al conjunto. También es un punto a su favor haber elegido un maxicollar para adornar la parte de arriba del traje, de manga francesa, pero extremadamente simple. El error, sin embargo, es nuevamente el color: sobraba tanto marrón cobre. Eso sí, puede felicitar a su maquillador personal porque su rostro destilaba salud y belleza.
Gusten o no los trajes, lo que parece claro es que ambas reinas se han sentido de lo más cómodas en ellos. De hecho, Letizia y Máxima han sido muy fieles a sus gustos a la hora de vestirse por la mañana. Dos estilos muy diferentes, aunque no incompatibles, que no son ajenos a la situación socioeconómica de las naciones en las que reinan.
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