Tamara Falcó.

"El tío Miguel fue una luz en mi vida"

Tamara Falcó reaparece en un acto social a los ocho días de la muerte de Boyer

ARANTZA FURUNDARENA

Sábado, 11 de octubre 2014, 00:04

Si el Señor me llama, acudiré», le confesó una vez a esta periodista la piadosa Tamara Falcó. Y, efectivamente, el señor la ha llamado y ha acudido. Pero no el señor de los cielos, sino el señor Palatchi, que a su manera también ocupa un ... Olimpo, el de la moda nupcial, como creador y propietario de Pronovias. Una semana después de la muerte de Miguel Boyer (al que ella llama tío, y que fue como su segundo padre), Tamara se encuentra «triste, con momentos mejores y peores porque ha sido todo muy rápido». Sin embargo, el contrato con la célebre firma catalana de trajes de novia estaba acordado desde el verano y la hija de Isabel Preysler, que en casa tiene a la mejor maestra, decidió portarse como una gran profesional de la imagen y acudir el miércoles, tal como estaba previsto, a la inauguración en Barcelona de la flamante 'flagship store' de 1.000 metros cuadrados que Pronovias acaba de abrir en plena Rambla Catalunya, aunque la procesión fuese por dentro...

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Ayudó mucho en la decisión de Tamara que su amigo del alma, Enrique Solís, el hijo menor de Carmen Tello (íntima de la duquesa de Alba y esposa del mítico Curro Romero) le prometiera acompañarla y arroparla en todo momento. "Es una persona con un gran corazón. La semana pasada yo no quería venir, no tenía fuerzas, pero él me dijo: 'No te preocupes, que voy a estar ahí contigo y voy a apoyarte en todo'", relató la joven conmovida. Sin embargo, ni la caballerosidad de Solís ni el estar rodeada de espectaculares trajes de novia consiguieron que la hija del marqués de Griñón sucumbiera a la necesidad de casarse. "Eso ocurrirá cuando encuentre a la persona correcta o ella me encuentre a mí", dijo. Y no miró a nadie... Por el momento, Solís parece dispuesto a patentar la novísima figura del 'no-novio', una suerte de eterno acompañante que ejerce de pareja sin serlo.

Vestida con un traje corto de pedrería en color azul marino y escote en V, Tamara, que alguna vez ha confesado llevar en el bolso un aerosol de agua bendita, se mostró menos risueña que de costumbre, pero igualmente accesible. A pesar de que la consigna era que, por respeto a su duelo, solo se le hiciera una pregunta sobre el fallecimiento del ex ministro, ella misma terminó dando más explicaciones de las esperadas. A Isabel Preysler sus íntimos la describen como "desolada, hundida". Pero Tamara lo matizó. "A mi madre la veo triste, pero tranquila y llena de paz. También está muy atareada respondiendo a todos los pésames que ha recibido. Lo estamos viviendo muy unidos, en familia. Estamos todos en Miraflores", dijo en referencia a la calle donde se ubica la mansión familiar de los Boyer.

Tamara sí admitió que su hermana Ana "está destrozada" y elogió la actitud de su novio, el tenista Fernando Verdasco, que voló desde China para estar presente en el funeral. "Estoy encantada de que esté saliendo con Ana, se comporta como un caballero". En cuanto a la ausencia de sus hermanos mayores en el sepelio (el único, porque no habrá más ceremonias, según advirtió), la joven lo justificó diciendo que estaban demasiado lejos y que fue "una decisión de mi madre. Quiso que el funeral fuera rápido, llamó al padre Ángel y se hizo la misa, que ya es algo porque Miguel no era religioso". Tal como ella misma ha relatado, la creyente Tamara solía mantener debates sobre la fe católica con el agnóstico Boyer. Y él casi siempre zanjaba la conversación con alguna frase irónica: "Cuando me vienen con religiones exóticas -le dijo una vez- siempre repito lo mismo: No creo ni en la mía que es la verdadera, como para creer en otras".

Ahora, la devota Falcó asegura que rezar le está ayudando a sobrellevar la pérdida de su querido 'tío Miguel'. "Siento una nostalgia tremenda. Le echo de menos porque era un hombre maravilloso. Fue una luz en mi vida". Y en medio de tanta melancolía (Tamara al fin), la hija del marqués de Griñón no pudo evitar desgranar entrañables recuerdos capaces de provocar más de una sonrisa. Contó, por ejemplo, que Boyer fue quien le enseñó a nadar, o cómo el ex ministro llegó a escribir toda una versión de 'La Venganza de don Mendo' mientras aguardaba (desesperado) a que Isabel Preysler se arreglara para una cena.

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