Muere un camionero ucraniano en Araia al ser arrollado por un todoterreno que se dio a la fuga

Sin embargo, fue el conductor de un SUV el responsable del incidente. Tras el impacto, este hombre de 54 años no se detuvo y continuó con su trayecto hacia la capital alavesa. Cuando las primeras dotaciones de la unidad de Tráfico de la Ertzaintza inspeccionaron el lugar del siniestro –prácticamente una recta perfecta sin dificultad para la conducción– descubrieron que nada podía hacerse por la vida del atropellado y que había esparcidos varios trozos del coche implicado. Entre ellas destacaba una pieza fundamental, un foco, lo que permitió lanzar por emisora interna un aviso muy preciso sobre el posible automóvil implicado.

A unos treinta kilómetros del lugar de los hechos, a la entrada de Vitoria, efectivos de la Policía autonómica localizaron un vehículo deportivo que encajaba con la descripción. De hecho, al coche de alta gama le faltaba un foco y tenía «restos de sangre» en su parte delantera.

Al parecer, el conductor explicó en un primer momento que venía de Pamplona, donde había participado en una competición deportiva y cenado. En la prueba de alcoholemia arrojó una tasa de «más de 0,60». Este registro por sí solo ya se tramita como delito penal. Siempre según los medios consultados, su primera versión sobre el accidente mortal apuntó a que no se dio cuenta de contra quién había chocado.

Ya por la mañana, el sospechoso fue presentado a la autoridad judicial. En el Palacio de Justicia le informaron de su imputación por tres cargos; un homicidio imprudente, abandono del lugar de accidente y contra la seguridad vial. Su ausencia de antecedentes penales, más la aparente falta de riesgo de fuga, llevó a la Fiscalía a descartar la petición de ingreso preventivo en prisión.

La jueza de guardia, Susana Junquera, le retiró el carné de conducir y le impuso la obligación de firmar en el juzgado dos veces al mes mientras dure la tramitación de la causa, que podría entrañar penas de cárcel. Su coche se derivó a dependencias policiales para su estudio.

¿Y qué hacía el camionero ucraniano a esa hora por la principal vía de Álava? Al menos dos vecinos de Asparrena le vieron andar por el arcén. Se cree que, tras haber departido en algún área de servicio con otros compañeros, se dirigía a su tráiler cuando el todoterreno se lo llevó por delante. Su cuerpo se halla en el Instituto Anatómico Forense de la capital alavesa para su autopsia.

El año pasado, cerca de 2.500 conductores dieron positivo por este motivo en Euskadi, un 22,5% más que en el ejercicio anterior. La Policía vasca explica que aunque el número absoluto de personas que fueron sorprendidas al volante en las carreteras vascas con una tasa de alcohol en sangre superior a la permitida ha aumentado en un año en 457, esto es debido a que la Ertzaintza llevó a cabo casi 20.000 controles más (de 30.096 test en 2021 se pasó a 50.047 al año siguiente). De hecho, la tasa de positividad se ha reducido ligeramente, al pasar de un 6,7% de positivos en alcoholemia en los controles realizados en 2021, a un 4,9% durante el pasado ejercicio.

El año pasado, fallecieron 44 personas en accidentes de tráfico en Euskadi y hubo 360 heridos graves. De los 44 decesos, 15 eran peatones, 14 motoristas, y un ciclista. El dato global mejora las estadísticas de años anteriores: se registraron dos fallecimientos más que en 2021 con una movilidad mucho mayor, y siete menos que en 2019, tal y como recogen los datos de Tráfico del Gobierno vasco.

Sin embargo, lo realmente grave es que dos de cada tres fallecidos son personas vulnerables: peatones o motoristas. En el caso de los primeros, los 15 muertos superan los 13 de 2019 y dispara el dato de 2021, cuando hubo que lamentar un único atropello. Entre las motos, las 14 víctimas igualan las del año anterior y son dos menos que en 2019.

El primer accidente mortal en las carreteras vascas de este año se produjo el día 5 de este mes en Gaintxurizketa, en el municipio guipuzcoano de Lezo. Era una joven de 18 años que caminaba por la GI-636 camino de su casa cuando fue arrollada por un turismo que circulaba en sentido Irún sobre las 8.00 horas. Es una zona de difícil tránsito para peatones al carecer de aceras o zonas protegidas.

La víctima se llamaba Joana de Almeida y residía en el barrio de Rekalde de Lezo, a dónde se dirigía cuando ocurrió el accidente. Era estudiante del grado de electrónica en el instituto de FP de Don Bosco de Rentería. Quedó inconsciente tras el golpe y fue trasladada al hospital, donde falleció dos días después. La Ertzaintza abrió una investigación para esclarecer las circunstancias en las que se produjo el atropello.