Ángel Resa
Jueves, 16 de junio 2016, 22:49
Rodrigo Zamora acude solo a la cita y esa falta de muleta humana sorprende en esta época de asesoras, predominan ellas, que acostumbran a seguir la entrevista con los dedos sobre el teclado del móvil para enviar mensajes e imágenes de manera inmediata a través ... de las ya inevitables redes sociales. Ciudadanos no dispone de los medios que respaldan a otras formaciones de recorrido largo y tampoco en Álava encuentra aliados en los esquivos sondeos de opinión. «Bueno, las encuestas dicen una cosa y la realidad puede ser otra», declara en el tono optimista rayano con la fe que exigen las campañas. Americana negra de ojal rojo, camisa blanca y manos entrelazadas en el momento de condensar el objetivo naranja. «Lo importante es representar los valores y las ideas. Salimos a pelear el escaño». Un hueco caro de obtener porque Álava sólo envía cuatro representantes a la Carrera de San Jerónimo. Hace seis meses, el equitativo y rácano reparto de diputados privó de representación parlamentaria a EH Bildu y a Cs.
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Habla sin sobresaltos y aprovecha la charla para marcar el territorio propio de su partido. Dentro de un tono sosegado sólo salva de las críticas al PSOE, con el que Albert Rivera firmó el nonato acuerdo de gobernabilidad tumbado dos veces en el Congreso. Admite que su grupo «comparte propuestas de UPyD» sin sentirse la herencia política del depauperado grupo magenta. «Es cierto que Albert Rivera tiene una imagen muy potente, pero aquí hay un equipo con figuras como Arrimadas, Girauta, Garicano... No se trata de la estructura donde mandaba una señora». Recado a Rosa Díez. «Ciudadanos nace en Cataluña como un movimiento cívico de oposición al nacionalismo, centrista y moderado para hacer propuestas liberales en materia económica y progresistas en lo social».
Resulta complicado alterar el ánimo de quien defiende la camiseta holandesa ante los comicios del día 26. Pero Zamora recurre al latiguillo «no comparto esa idea» tras algunas preguntas del entrevistador. Ocurre, por ejemplo, cuando se le cuestiona sobre la importancia relativa que para su marca tienen las elecciones generales en Euskadi, una comunidad reacia a los postulados homogeneizadores que propugna. «¿Secundarios Álava o el País Vasco para nosotros? No comparto esa idea». Entiende, eso sí, que la raigambre foral dificulta enormemente el anhelo de su partido por eliminar aquí las diputaciones y reconoce que el Concierto Económico presenta defensas propias de las fortificaciones. «Creemos en la igualdad de los españoles y en una Hacienda única estatal. Las diputaciones provinciales son entes caducos que deberían desaparecer con la existencia de las comunidades autónomas. Aunque con las forales el procedimiento sería mucho más difícil porque para abordar el tema hace falta una reforma constitucional». ¿Y el Concierto Económico? «Bueno, está recogido en la Constitución y, en principio, debería respetarse».
El hombre que encabeza la lista por el territorio histórico muestra las cartas que a la formación naranja le gustaría jugar durante la próxima legislatura, un acuerdo con los dos viejos partidos dentro de un engranaje en el que Cs ejerciese como bisagra moderadora y juez de paz. «El mejor Gobierno sería el de los tres, con PP y PSOE, porque es necesario un partido centrista que haga un papel moderador. A pesar de que el señor Rajoy le dijo no al Rey mientras se sentaba a un lado para fumarse un puro. Nosotros llegamos a un acuerdo con los socialistas y creemos en una gran coalición de la que dejamos fuera a Podemos porque estamos en contra del populismo y su programa económico es una carta a los Reyes Magos».
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- Usted es abogado. ¿Se siente su grupo el defensor de la clase media?
- Sí, claramente. La clase media ha sufrido un empobrecimiento evidente en los últimos años y lo que quiere Podemos es, directamente, expropiarla.
Zamora insiste en la necesidad de regenerar una democracia sacudida por los abundantes escándalos de corrupción, dice apostar por el Estado autonómico «para ofrecer mejores servicios» y establece ligeros matices, al menos personales, sobre la frontal oposición de Ciudadanos a los anhelos secesionistas. «Yo no soy anti, lo que quiero es que el nacionalismo no se imponga a una sociedad como si fuera una doctrina». Las línea rojas de su formación, anaranjadas en su caso, dejan fuera de la parcelaria a las confluencias en torno a Pablo Iglesias y a los partidarios de la fragmentación estatal.
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- Ustedes reivindican mucho la figura de Adolfo Suárez.
- Es que él tenía el Estado metido en la cabeza y una mente muy abierta. Ha sido el mejor presidente de la democracia, un hombre valiente que supo acometer las reformas que necesitaba este país.
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