L.V.A. / J. F. GALÁN
Jueves, 8 de mayo 2014, 19:16
El mundo del deporte vuelve a estar de luto. El atleta asturiano Yago Lamela, de 36 años, ha sido hallado muerto en torno a las 18.00 horas de este jueves en su domicilio. Así lo han confirmado fuentes próximas al deportista a los medios ... asturianos. Lamela, natural de Avilés, fue subcampeón mundial de salto de longitud y plusmarquista europeo. En 2009 se retiró del atletismo tras encadenar varias lesiones.
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La salud de Lamela llevaba tiempo en entredicho a raíz de las depresiones que sufría desde hace diez años. La última de ellas le llevó a estar ingresado seis días en Psiquiatría entre entre mayo y junio de 2011. Y se cree que no habría podido superarla.
Los que le que conocían creen que el avilesino nunca se llegó a sobreponer al abrupto fin de su carrera deportiva. Deportivamente, el peor golpe lo recibió en 2004, año olímpico. Fue un golpe bajo, en el tendón de un tobillo, el de la pierna de batida, la que soporta todo el peso, la que le impulsa.
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Lamela había terminado 2003 con la mejor marca mundial del año, 8,53, a tres centímetros de su récord personal, y con la sensación de que en la gran cita ateniense podía llegar aún más lejos. Además, el destino le brindaba la oportunidad de iniciar la temporada en su casa, en la pista de atletismo de Avilés, entonces recién construida. Unos días antes, anunció que una lesión le impediría saltar ante su público.
Lo que parecía un contratiempo, sin más, se convirtió en una lesión crónica. A trancas y barrancas consiguió competir en Atenas, pero se quedó lejos, muy lejos de sus marcas. No llegó a los ocho metros.Fue su último salto.
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Regreso con Juanjo Azpeitia
Meses después acudió a Finlandia para someterse a un intervención quirúrgica. No dio resultado, y la segunda, tampoco. Lo intentó de todas maneras, hasta con acupuntura, pero ni aún así. Yago no se resistía, no quería tirar la toalla. Regresó con Juanjo Azpeitia, el entrenador ovetense que le llevó a los 8,56 aquel ya lejano mes de febrero de 1999, en los Mundiales de Maebashi (Japón), un salto que además de la medalla de plata, le catapultó a la fama.
Cuando parecía que el tándem Lamela-Azpeita volvía a funcionar, todo se vino abajo. El tendón no aguantó y un día dijo basta. Se retiró. Corría el mes de marzo de 2009. Lamela dirigió entonces su mirada al cielo, hacia la aviación, una de sus pasiones, junto a la informática y la música electrónica. Se inscribió en un curso de piloto de helicópteros en Cuatro Vientos (Madrid), y cuando ya acumulaba un buen número de horas de vuelo, la escuela quebró.
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El caso de Lamela no es el único en el deporte. La alta competición suele pasar alta factura. La presión por ser el mejor, por rendir más y no defraudar acaba engendrando fracaso. Y la retirada, cuando el cuerpo empieza a fallar, harto de lesiones y recuperaciones, cansado de tanta tensión y desgaste, puede incluso desembocar en tragedia.
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