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LAURA GONZÁLEZ
Lunes, 5 de mayo 2014, 16:09
Un silencio ensordecedor que se rompió con su llanto. Virginia Berasategui sabía que había hecho trampas y su conciencia no le dejaba tranquila. «Al final de mi carrera he caído en la peor equivocación en la que puede caer un deportista». La atleta bilbaína recibió ... el 14 de junio una notificación, en la que le indicaban que había dado positivo por EPO en su último triatlón, celebrado el 18 de mayo en Bilbao. Cruzó la meta situada en el Arenal emocionada, logrando el último triunfo de su carrera, pero sabiendo que no había jugado limpio.
Ayer, citó a los medios de comunicación en el Club Deportivo de Bilbao. No fue un lugar escogido al azar, fue allí donde, hace 33 años, inició su vida deportiva. Comenzó su subida a lo más alto y allí tocó fondo, confesando que había consumido sustancias prohibidas. «Soy Virginia Berasategui y estoy aquí para dar la cara y para pedir perdón». Entre sollozos y acompañada por su padre, quien tampoco pudo reprimir las lágrimas, la triatleta leyó un comunicado en el que reconoció toda la verdad, pidiendo en varias ocasiones disculpas, consciente de que no solo se había hecho daño a sí misma, sino a su familia, a su entorno y al deporte en general. «Me entristece acabar mi carrera así, pero me alegra haber tomado la decisión de afrontar la realidad de las cosas».
El pasado 4 de abril anunció su retirada de la competición. A sus 37 años, ésta iba a ser su última temporada. Ayer, comenzó su relato confesando que los sacrificios y la exigencia «que conlleva este deporte» le habían pasado factura. «Desde hace más de un año no estoy bien. Mi cuerpo está destrozado por numerosas lesiones y mi mente rota. Los últimos tres años han sido para mí un sin vivir, pensando en mi retirada y en empezar a construir una vida distinta». Una dura decisión, la de decir adiós a una rutina que ha repetido durante 25 años, para la que necesitó la ayuda de mucha gente. Veía que no estaba preparada para seguir, pero ahora admite que no sabe si lo está para afrontar lo que le espera.
Fue en ese momento cuando pidió perdón por primera vez, sin todavía haber manifestado el motivo. «A lo largo de mi trayectoria he pasado centenares de controles y siempre ha quedado claro que he jugado limpio». Recordó la sombra de la duda que cernió sobre ella en 2005, cuando se le atribuyó un positivo por EPO, tras adjudicarse el Ironman de Lanzarote. El caso fue archivado tras contrastarse errores en el control. «Luché hasta el final porque sabía de mi inocencia. Esta vez he decidido que no voy a pelear porque sé de mi culpabilidad. Podría haber intentado seguir adelante, buscar excusas externas pero... ¿para qué? Muchos me consideran una persona valiente y luchadora y pienso que no hay mayor valentía que enfrentarse a la verdad con todas sus consecuencias».
Berasategui calificó su dopaje como un «error gravísimo» y decidió renunciar a ejercer su derecho al contraanálisis. «Intentar demostrar que esto no era cierto hubiera sido una traición a mí misma y a aquellas personas que me quieren. Hubiera sido tapar un error con otro error». Lo único en lo que pensó la triatleta bilbaína desde que recibió su positivo fue en afrontar la verdad, «porque la vida sigue y quiero seguir siendo sincera y honesta». Ha reconocido que vive «una experiencia terrorífica» y que no ha comparecido antes porque necesitaba dejar pasar unos días para sentirse un poco mejor. Además de perdón, también pidió respeto, «todo aquel que creo haber obtenido tras todos estos años de competición, que este borrón no puede destruir».
"Me entristece acabar así"
Virginia Berasategui es una de las deportistas más queridas y más valoradas de Bilbao. Reconocida como ciudadana ilustre de la Villa, fue pregonera de la Aste Nagusia el pasado año. Siempre ha sentido cerca el calor de una afición que ahora se siente decepcionada. Por eso y porque es su «manera de ser», ha dado la cara. «Todas las observaciones, todos los comentarios y críticas que se puedan hacer sobre el positivo me las he hecho yo misma. Quiero pedir perdón a toda la gente que he defraudado, especialmente a aquellas personas que siempre han creído en mí. También a mis sponsors, a las instituciones y a todos y todas las triatletas, aficionados y profesionales. No puedo exigir a nadie que me perdone a pesar de que errar es humano».
Pese a todo, se siente reconfortada al pensar que hay mucha gente que le sigue apoyando. «Sé que mi acto de debilidad ha sido muy grande. Me entristece acabar mi carrera así pero me alegra haber tomado la decisión de afrontar la realidad de las cosas y contaros la verdad». Para finalizar su comparecencia, destacó lo mucho que ha tenido que luchar en su vida y reconoció que aunque haya cometido esta «innoble acción» el triatlón fue, es y será parte de su vida. «Estoy orgullosa de haber conseguido hacer realidad mi sueño. Expreso mis disculpas y agradecimiento a todo el mundo, a todos los que me habéis acompañado en este largo recorrido de mi vida deportiva», añadió, antes de abandonar la sala y dirigirse a una contigua, donde rompió a llorar.
Ayer, su rostro transmitía dolor. Su padre, también hundido, le intentaba consolar mientras confesaba la verdad, acariciándole la espalda. Además de su madre, varios miembros de la corporación y el presidente del club deportivo José Luis Lasa, entre otros estuvieron presentes. Un final inesperado para la mejor triatleta absoluta de España del siglo XX, para alguien que forma parte de la historia de Bilbao.
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