Nolito celebra su gol de penalti.
Jornada 23

El Celta baja de las nubes al Atlético

Berizzo le ganó la partida a Simeone, que de nuevo ve a su equipo a siete puntos del Real Madrid

ignacio tylko

Domingo, 15 de febrero 2015, 00:33

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El deporte rey lo es, precisamente, porque en cuestión de días la vida cambia que es una barbaridad. Si ante el campeón de Europa el Atlético lo bordó el pasado sábado, frente al modesto Celta cayó en la segunda mitad pero, curiosamente, bordeó el ridículo ... en el peor primer tiempo que se recuerda con el Cholo Simeone en el banquillo. Le faltabron artistas como Koke y Arda, igual que sucedió en una humillante derrota ante Osasuna, pero no sirve como excusa porque este curso la profundidad de banquillo de los rojiblancos es enorme. Mientras los de Berizzo se recrearon tocando y Nolito y Orellana hicieron las delicias de la afición local con sus regates y penetraron entre la defensa madrileña como cuchillo en mantequilla, los rojiblancos estuvieron peleados con el balón, con el orden, luego con el gol y hasta con el árbitro. Fueron una caricatura de equipo porque no supieron a qué jugar, algo insólito con Simeone.

Berizzo le ganó la partida en el planteamiento a su compatriota. La presencia de Krohn-Dehli por delante de los dos pivotes y la libertad del hábil delantero chileno hicieron estragos en el Atlético, que se plantó con toda su artillería en ataque pero con jugadores reubicados para dibujar un 4-4-2 clásico. Griezmann se situó en la banda derecha, Saúl en la izquierda y Gabi y Tiago en el eje. El partido del portugués era tan calamitoso, ya que ni cortaba, ni distribuía, que Simeone le quitó pasada la media hora. Entró Mario Suárez y el veterano mediocentro portugués, inmenso en el derbi, se quedó hundido en el banquillo. Él sabía mejor que nadie que su rendimiento era paupérrimo.

Pero tenía más problemas el Atlético; la distancia entre Mandzukic y Fernando Torres con los centrocampistas era enorme. No les llegaban balones a los delanteros y, cuando recibían alguno, no sabían sujetarlo, ni hacerse fuertes y provocar al menos una falta. Lo regalaban al instante. Ya con Mario, pareció un 4-3-3, con trivote en el centro y Torres y Griezmann tirados hacia los costados. Lo mejor entonces para el visitante era el resultado, ya que las llegadas constantes del Celta no se traducían en grandes ocasiones porque se frustraban en el último pase o en los disparos. Pedía el campeón el descanso igual que un púgil groggy desea que suene la campana.

Con Cani, tampoco

Hubo movimientos significativos tras el descanso. Simeone dejó en los vestuarios al errático Torres y puso en liza a Cani, lo más parecido que tiene a Arda. Y Berizzo buscó todavía más entrada por los costados al jugar por momentos con defensa de tres. Pareció cambiar el panorama, pero llegó una jugada muy polémica en su inicio que puso en ventaja al Celta. Primero, el árbitro valenciano consideró involuntaria una mano clara de Augusto. Y tras el avance celeste, Martínez Munuera sí acertó al ver el penalti de Mario sobre Nolito, que el propio jugador canario transformó.

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El duelo se volvió loco. Sergio desvió un disparo enorme de Saúl y poco después Larrivey erró una ocasión clamorosa, a puerta vacía.

Sin apenas pausa, Griezmann era la gran esperanza colchonera aunque su esfuerzo era enorme. Agarró el francés un gran disparo que salvaron entre el portero y el poste. Y luego un remate a bocajarro de Mandzukic se estrelló en el rostro de un defensor. En el área contraria, Nolito realizaba una gran maniobra pero erraba el disparo. Quién sí aprovechó los grandes espacios fue Orellana, que selló la victoria. Pudo haber más emoción al final, pero los madrileños lamentaron que el juez no entendiera como penalti la entrada de Fontás a Siqueira. El Celta respira y el Atlético se deja más de media Liga en Balaídos.

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