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Sábado, 17 de enero 2015, 01:34
¿Recuerdan el caso de Caster Semenya, aquella atleta sudafricana campeona mundial de 800 metros en 2009 que fue sometida a un test para verificar que realmente era una mujer? Su aspecto masculinizado y su superioridad en la pista levantaron todas las sospechas, como antes lo hicieran aquellas enormes atletas de la Alemania del este que incluso tenían que afeitarse la barba. Un caso similar de androginia se ha destapado en el fútbol.
Se trata de Genoveva Añonma, una futbolista de Guinea Ecuatorial que ha contado a la BBC un hecho ocurrido en la Copa de África de 2008 que disputó y ganó en su propio país. "Me obligaron a desnudarme para demostrar que no era un hombre, fue muy humillante", dice años después sin poder olvidar la humillación que sintió. Lo tuvo que hacer delante de sus compañeras y de los directivos de la Confederación Africana de Fútbol. Aquel equipo fue acusado de jugar con tres hombres.
Pese a lo sufrido en aquellos momentos y los duros tragos de una infancia en la que sus padres no querían que jugase al fútbol, su carrera no se resintió. De hecho, un año después aterrizó en Alemania, uno de los países donde el fútbol femenino goza de una mejor consideración y fue la máxima goleadora durante dos años. 37 goles en 50 partidos marcó la misma jugadora que anotara el tanto decisivo en aquella final de la Copa de África que no se sabe si le dio más tristeza que alegría.
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