Ángel Resa
Miércoles, 4 de febrero 2015, 14:34
Disputar me parece un verbo demasiado competitivo para referirnos al partido de las estrellas de la NBA. El mérito no se encuentra en la meta, al fin una pachanga entre virtuosos del baloncesto donde se aplauden más los números circenses que la esencia pura del ... juego. La enorme dificultad radica en el camino. Según el pasaje bíblico, muchos son los llamados y pocos los elegidos. Al All Star se acude para disfrutar de una fiesta lúdica donde prenderse una medalla más en el uniforme de tirantes. Allí, Nueva York esta vez en apenas diez días, los protagonistas atraen los focos televisivos y el reconocimiento que cada quien anhela dentro de su ámbito profesional. Esta temporada todos los componentes de las treinta plantillas, alrededor de 450 hombres, resultaban votables para el planetario cuerpo electoral que componen las decenas de millones de aficionados a la Liga norteamericana repartidos por todo el mundo.
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Vale, dejemos fuera casos como imposibles como el de Kendrick Perkins, un actor grotesco y enemistado con el balón que desentona entre tantos intérpretes monumentales. Hay otros, pero ninguno tan refractario a la técnica individual como él. Así que la ampliación de la oferta resalta aún más el histórico acontecimiento de ver a los hermanos Gasol en los quintetos iniciales de ambas conferencias. A ambos los ha seleccionado el público, dos islas de representación europea en un océano estadounidense, suplentes incluidos salvo la presencia excepcional del pívot dominicano Al Horford en el banquillo del Este. Vamos, que la reunión de los hijos de Marisa y Agustí como titulares ocurrirá con otros tipos de la misma sangre cuando el cometa Halley vuelva a sobrevolar nuestras cabezas o el cielo se desplome sobre la aldea de Astérix.
Pau y Marc han confesado, impensable otro modo de interpretarlo, las sensaciones de orgullo que les genera el encuentro del día 15 sobre el parqué célebre del Madison Square Garden. Quieren protagonizar el salto inicial -fotografía para enmarcar en el cuarto luminoso de los recuerdos eternos- en el partido que junta a la mayor concentración de baloncestistas superlativos. Es de suponer que ni los entrenadores ni los compañeros ocasionales en fecha tan señalada les negarán semejante privilegio. Y allí pugnarán por la primera pelota al aire dos tipos de Sant Boi, formados en Barcelona y con carreras similares desde puntos distintos de cocción. Microondas para el mayor, que abandonó la ACB por su facultad para condensar en apenas media campaña todo lo que aquí podía ofrecer. De pronto, en un suspiro, a Pau se le habían encogido las mangas de Europa y solo avistaba la NBA como único destino. Cocina de fuego más lento en el caso del mediano, un joven grandote y orondo que hubo de explotar sus bondades en Girona. Dusko Ivanovic antepuso las cualidades atléticas de Fran Vázquez a la mente preclara de Gasol II. Prefirió la física a la química, los saltos intimidadores a la inteligencia de un competidor que domina los fundamentos del juego. En la línea de su hermano, aunque Pau esparce finura mientras Marc abraza la solidez.
Reyes en Memphis
En cualquier caso, dos pívots con la visión panorámica de los bases que engrosarán las escrituras sagradas de este juego a partir de trayectorias coincidentes. Ambos han reinado en Memphis, donde los seguidores quieren más al segundo de la saga. El primero situó a los Grizzlies en el mapa de la NBA y los condujo a territorios desconocidos para una franquicia aún entonces joven y perdedora. El actual redentor del equipo de Tennessee ha alcanzado una gran jerarquía en el club y una enorme ascendencia sobre los compañeros a partir de un compromiso particular indudable. Marc se siente un embajador de Memphis, pero solo la garantía de un bloque verdaderamente aspirante al anillo el actual es un conjunto muy serio y bueno al que le falta profundidad de armario- podría retenerlo en el FedEx Forum. Ya se adivina el fuego cruzado del resto de equipos de la Liga para incorporarlo a un proyecto ganador.
El mérito enorme de ser seleccionados por los entusiastas de la NBA resulta incuestionable. Pero perdamos cuidado, de no haber obtenido billete para Nueva York por esa vía, ambos disputarían el día 15 su quinto All Star (Pau) y el segundo (Marc) a través de los técnicos. En ningún caso, dos pívots dominantes los números que acallan bocas del mayor y el mando en plaza del hermano- quedarían al margen del partido de las estrellas. Allí no verán sus mates espectaculares dentro de un espectáculo un tanto ajeno al rigor que les distingue. Pero seguro que regalarán alguna esencia de perfume en forma de pase mirando al tendido. Si se trata de valorar el paseo por las nubes faltan adjetivos para definir la senda de los Gasol hasta el Madison Square Garden, escenario de condecoraciones grandiosas.
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