Robert Basic
Jueves, 4 de septiembre 2014, 17:35
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A un lobo nunca hay que darle por muerto. Ni siquiera cuando está en el suelo, inmóvil, sin el brillo en los ojos. Engaña, porque el concepto de rendición está reñido con su naturaleza de cazador. Nueva Zelanda iba ganando por 20 en el tercer ... cuarto (33-53) y apenas notaba el pulso de Finlandia. Pensó que el trabajo estaba hecho y se equivocó. La valiente tropa suomi se levantó y se repuso de forma heroica hasta colocarse uno abajo (32-13 de parcial y 65-66 en el marcador). Incluso dispuso de la última posesión para ganar y obrar el milagro, pero el tiro de Koponen no entró. Los Tall Blacks continúan en el Mundial y los nórdicos regresan a casa, que finiquitaron su participación en la cita planetaria con un colectivo aplauso dedicado a su fiel hinchada.
Los dos equipos sabían lo que había en juego y los nervios les atenazaron en los minutos iniciales. El balón les quemaba en las manos y los errores se sucedían, sobre todo en el lado suomi. Los nórdicos volvieron a contar con el incansable apoyo de sus seguidores, que una vez más llenaron el BEC en la jornada de su adiós. Es de agradecer su aportación al espectáculo y a la creación de un ambiente único, que poco o nada tenía que ver con lo que ocurría en la pista. Claro que celebraban las canastas de los suyos y protestaban lo que consideraban una injusticia arbitral, pero sobre todo estaban ahí para dar aliento a su selección y arropar a los jugadores desde el minuto uno hasta el cuarenta, y más allá. En la victoria y en la derrota, la manada de lobos mantuvo el mismo comportamiento ejemplar y festivo.
Y abajo, en la cancha, las cosas no iban muy bien para Finlandia. Salvo en los minutos iniciales del primer cuarto presididos por la igualdad, la tropa suomi sufría con el baloncesto de los Tall Blacks. Sólo Koponen aguantaba el tirón, mientras que en el otro lado sobresalía Fotu. El ala-pívot neozelandés descosía el entramado defensivo de los nórdicos y se fue al descanso con 14 puntos y seis asistencias. Los hombres de Dettmann no encontraban el camino hacia la canasta rival y tampoco dominaban al rebote. Los oceánicos casi les doblaban en este apartado tras los dos primeros cuartos (17-9). Koponen desapareció en el segundo período y Lee tiró del carro -7 puntos en este parcial-, pero era demasiado poco para dar caza al ejército negro, que se marchó a los vestuarios doce arriba (32-44).
Remar a contracorriente
El panorama empeoró para Finlandia en la reanudación, que en un abrir y cerrar de ojos vio cómo Nueva Zelanda ponía tierra de por medio gracias al acierto de Penney y se despegaba en el luminoso (33-53). Tocaba remar a contracorriente y comprometerse con el milagro, con una remontada heroica, que prendió en todo su esplendor en las manos de los chavales del norte. A punto estuvieron de apagarse, pero a falta de juego tiraron del corazón y gracias a un enchufado Lee minimizaron los daños y clausuraron el tercer período doce abajo (45-57). Entonces decidieron quemar todas las naves y empezaron a morder. Cuestión de carácter, de orgullo.
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Un par de canastas de Lee -acabó con 17 puntos y 5 rebotes- metieron el miedo en el cuerpo a Nueva Zelanda, que ya notaba el resuello del lobo en el cogote. Estaban ya a ocho. La grada ardía, ensordecedora. A seis. Mucho miedo. Un triple de Penney grapó la herida por la que sangraban los Tall Blacks, y Fotu añadía otra canasta de dos. Nueve de renta. Respiraron. Pero el lobo continuó con su persecución y una conversión desde la línea mágica de Huff les puso a cuatro (58-62). Contestó de la misma manera Penny, que se multiplicaba para apagar el fuego. No había manera. Koponen se inventó un triplazo y luego una antideportiva llevó a la línea de castigo a Salin. ¡A uno! (65-66). Se la jugó el escolta del Khimki y falló. Falta. Vukona sólo anotó un tiro libre y al lobo le quedaban 4,9 segundos para atacar. La pelota acabó de nuevo en las manos de Koponen, cuyo lanzamiento ni siquiera tocó el aro. Ahí murió Finlandia, en la orilla, hermosa hasta en la derrota y ovacionada por sus casi 8.000 susijengi.
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