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Luismi Cámara
Jueves, 28 de agosto 2014, 19:45
La noche se cierra en Buenos Aires en el tránsito del 4 al 5 de noviembre de 1950. Miles de personas iluminan la porteña avenida Corrientes con improvisadas antorchas con los diarios vespertinos entre cánticos, gritos y festejos al paso de los recientes héroes. A ... medida que avanza la procesión victoriosa se van sumando a las celebraciones otros tantos miles de bonaerenses que salen de sus casas y se lanzan a la calle con sus improvisadas teas de papel animados por el ruido y el jolgorio. La fiesta se prolonga hasta el amanecer.
Unas horas antes, un Luna Park abarrotado por 20.000 aficionados había visto como el equipo anfitrión había logrado doblegar al todopoderoso equipo de Estados Unidos en el primer Campeonato del Mundo de baloncesto, que sumaba a su nombre el de Libertador General San Martín en homenaje al centenario de su nacimiento.
Encabezados por el mejor jugador del torneo, Óscar Furlong, y por el talentoso Hugo del Vecchio, Argentina logró superar a su rival por 64-50 en un eléctrico final del partido. Los seis meses de preparación y las cribas sucesivas entre los seleccionados dieron sus frutos y los doce elegidos lograron un éxito que superaba el objetivo inicial dirigidos por los profesores Jorge Cnavesi y Casimiro González Trilla.
La selección española figura entre las diez selecciones que inauguraron el Campeonato del Mundo, pero no puede presumir de una participación demasiado brillante. De hecho, sólo fue capaz de ganar uno de sus cinco encuentros... y por incomparecencia.
Yugoslavia y España llegaban al partido con cuatro derrotas en otros tantos encuentros, pero el rival del equipo dirigido Michael Paul Rutzgis decidió que no iba a enfrentarse a un equipo que representaba al régimen franquista. Los yugoslavos -entre los que figuraba el que fuera secretario general de la FIBA durante 26 años, Borislav Stankovic- se sentaron en la cancha mientras sonaba el himno español y se negaron a jugar. La organización decidió entonces dar a España como ganadora con un resultado de 2-0.Pese a la pobre participación de la selección, el jugaor español Álvaro Salvadores finalizó como el máximo anotador del torneo -13,7 puntos de media- y fue incluido en el quinteto ideal.
La II Guerra Mundial había dejado a los países europeos sin recursos, al límite económico y en pleno Plan Marshall, por lo que la FIBA decidió que el campeonato se celebrara en América. Descartado Estados Unidos, que ya entonces priorizaba los Juegos Olímpicos sobre cualquier otro y que se encontraba en pleno proceso de expansión de la NBA, Argentina fue la elegida como anfitriona. Su emergencia económica y el especial interés del presidente Perón en celebrar un gran evento para llamar la antención sobre su país fueron motivos de peso, además de alguno más deportivo y organizativo, para seleccionar la propuesta argentina.
Sólo diez equipos disputaron el torneo: El equipo anfitrión (Argentina); los tres mejores equipos de los últimos Juegos Olímpicos (EE.UU., Francia y Brasil); el campeón de Europa (Egipto, sí, Egipto); los dos clasificados de la fase previa europea (Italia y España); los dos primeros en el Campeonato de Sudamérica (Uruguay y Chile) y un país más invitados por la organización (Ecuador). La lista original tuvo que ser modificada ya que Italia se retiró por razones financieras y fue reemplazado por Yugoslavia, tercera en la calificación. Uruguay se retiró también debido a que el gobierno argentino se negó visados de entrada a algunos periodistas y fue reemplazado por el Perú.
Pese a todo, el torneo fue un éxito total, gracias sobre todo al triunfo del anfitrión, coronado por 'la noche de las antorchas', y puso una base sólida para la continuidad del nuevo Campeonato del mundo.
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