"¡Canta algo, Manolillo!"

«Lo que más me ha sorprendido es el nivel tan igualado de esta edición. El año pasado distinguíamos a los que eran prodigios, pero esta vez nos está costando mucho», confiesa Bisbal. «Cuando te das la vuelta te quedas impresionada porque las voces te engañan, no te esperas lo que hay al girarte. Ves a niñitos chiquititos y no sabes de dónde sacan esa voz. Se van a quedar muchos fuera pese a su talento», lamenta Rosario.

Ambos repiten en La Voz Kids, pero al debutante Manu Carrasco todavía le cuesta pillarle el punto a eso de descartar concursantes. «Me han tenido que frenar porque no paraba de darle al pulsador, el nivel que me he encontrado es increíble. Me giré catorce veces en la primera audición y tuve que tranquilizarme (risas). Me ha flipado verlos con esa edad y con el plató tan grande, que para los niños será todavía más grande. Son muy valientes», les aplaude Carrasco. Pese al gatillo fácil de su compañero, Bisbal le da el aprobado como coach: «Manu lo está haciendo muy bien, aunque al principio estaba muy nervioso».

Quizá porque hay niños delante, esta vez no se van a mostrar tan beligerantes entre ellos a la hora de fichar a los pequeños talentos. «No tenemos muchos piques porque los niños lo tienen clarísimo a la hora de elegir a uno de nosotros. Te das la vuelta y lo ves en su rostro, solo tienen ojos para su preferido. Por eso no hay mucha pelea en ese sentido, no vale la pena intentar convencerlos», explica Rosario.

«Todo el día bailando»

Mientras ven a estos críos que se crecen en el escenario, el trío de jueces se acuerda de cuando eran ellos los que estaban ahí. «Yo nunca fui un niño muy seguro, sabía que me gustaba la música pero cantaba encerrado en mi cuarto porque me daba mucha vergüenza hacerlo en público. En el taller de costura de mi madre siempre me atrevía cuando me daban veinte durillos a cambio. No tuve claro que quería ser artista hasta los 17 años, cuando empecé a trabajar con una orquesta. Y este año todo eso se me viene a la mente porque mi hija pequeña se acaba de dar cuenta de que papá es cantante», recuerda Bisbal. Dice que de haber existido La Voz Kids en su niñez se hubiera presentado con Bailar pegados, de Sergio Dalma.

A Rosario Flores, en cambio, la vocación le viene de familia. «Desde muy pequeña ya estaba preparada para que mi madre me llamara y saliera a cantar y a bailar. ¡Estaba todo el día bailando porque era muy nerviosa! Siempre quise ser artista y gracias a la vida lo pude hacer realidad». ¿Y qué hubiera interpretado en un concurso de niños? «Pues una canción que me hubiera inventado, eso sí, acompañada de un ritmo rumbero de mi padre, que entonces estaría vivo. Aunque me hubiera puesto muy nerviosa».

«Yo me presentaría con una de las mías, que ya me las sé (risas)», contesta Carrasco, al que también le picó el gusanillo de la música bien pronto. «Desde que tengo uso de razón tengo una imagen en la cabeza. Cada vez que mi padre volvía de la mar, iba al puerto a buscarle, y sus compañeros me decían: ¡Cantante algo, Manolillo! y Manolillo era un mico. Luego empecé a escribir y a tocar la guitarra y la música me volvió loco».