Miriam Cos
Domingo, 24 de agosto 2014, 01:36
"Con tu física y tu química, y también tu anatomía... ¡Ya no puedo más! ¡Ya no puedo más!". ¿Quién no ha escuchado esta letra en algún momento de este verano? Y la pregunta puede ser más concreta: ¿En algún momento del día de hoy? ... La canción del verano que nos ocupa tiene apellido Iglesias, aunque es muy poco recatada. Todos los años los tres meses estivales pueden llegar a convertirse en un bucle infinito e infernal de 'Civeras', 'Bisbales', 'Chenoas'... Salir a tomar una caña, una noche de fiesta o disfrutar de la Aste Nagusia bilbaína será todo un reto musical, ya que la famosa melodía se cuela en las listas nocturnas cada cinco minutos. Puedes irte de una txozna y cuando llegas a la siguiente... "¡Yo quiero estar contigo, vivir contigo, bailar contigo...!". Vamos, una locura.
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Las canciones del verano tienen aire de pachanga. Caracterizadas por ser pegadizas, con letras fáciles, algunas incluso con bailes propios, sus estribillos suelen tener connotaciones sexuales y picantonas. "Quiero montarme en tu velero, ponerte ya el sombrero, y hacemos eso ¡ay, ay, ay!", sería un claro ejemplo de ello. Pero no todas llegan a éxitos inconmensurables. Algunas quedan relegadas al olvido, guardadas en un baúl y sin que nadie se acuerde de ellas. Lo que no hace que dejen de ser horteras, facilonas y muy verdes.
Allá por el año 1988 unas jóvenes y pizpiretas chicas formaban un trío llamado Venus. La 'girlband' ochentera sacó un disco que las llevó con los 40 Principales a un sinfín de conciertos veraniegos, pero ni eso, ni sus sugerentes modelitos de la época, sirvieron para que el trío convirtiese su hit 'Caliente, caliente', en canción del verano. La letra no tiene desperdicio. "Entré en el mar con mi tanga... Llegó una ola atrevida, graciosa y bandida y me lo quitó". Sin palabras.
Venus no son las únicas en esto de crear auténticas 'obras' de la poesía. El grupo Las Viudas, de la misma época, formado por otras seis jovencitas al más puro estilo Papá Levante, no se queda corto a la hora de hacer canciones 'originales' donde las haya. Una historia de una mujer que va con un escueto biquini a la playa se convierte en lo más parecido a una agresión sexual que otra cosa. "Todos los hombres se le abalanzaron, y del biquini no se supo más", reza la canción.
La grandiosa Paloma San Basilio también se anota un tanto en esto de la rima fácil en su canción 'Samba de Sol'. Cuando aún existían los típicos programas de sábado noche en la cadena pública se podía comprobar la calidad del panorama musical español, sobretodo en verano. Ahí donde la ven, fina y elegante, San Basilio se lanzó al mundo de la melodía veraniega también en el año 1988. Ataviada con un 'outfit' muy tropical no se atreve con frases como las de velero, aunque sí que se la ve más desenfadada que en otras ocasiones.
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Aunque de siempre ha sido famoso por cantar a los cuatro vientos que "es una lata el trabajar", Luis Aguilé se las apañó para sacar una canción de estas que marcarán un antes y un después en el mundo musical, aunque no por su gran calidad. El tema 'Nadie me quita mis vacaciones en Castellón' intentaba ser un reclamo turístico a la zona. "Adoro ver tu sonrisa tan insinuante, cuando me atrapas y me penetra tu seducción", son algunas de las 'perlas' que suelta el gran Aguilé.
A la lista seguimos sumando algunos que otros temas para el recuerdo. O no. Paco Clavel también sufrió un patinazo en esto de intentar hacerse con la mejor canción del verano. Junto a la cantante paraguaya Alma María saltó a la palestra con su LP 'Martinica'. Una isla desierta, "vestido con cáscara de bananita", "comer cocos y piñas y estar sexy con la buena vida", es la intención de estos dos artistas en Martinica. Con un buen ritmo caribeño Clavel y María quisieron llegar a lo más alto en el verano de 1991. Para finalizar unos buenos 'cumbayé' que siempre son muy socorridos en este tipo de canciones.
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Por último nos vamos con el hijo de la famosísima (en su época) Betty Missiego. El joven Missiego intentó seguir los pasos de la matriarca cantante pero le salió el tiro por la culata. 'El baile del pimpollo' fue incluido en decenas de recopilatorios veraniegos pero pasó sin pena ni gloria. La verdad es que cumplía todos los requisitos para ser la versión más antigua del 'Danza Kuduro', pero no llegó al gran público. Aunque seguro que a alguno le suena la melodía.
No son estos los únicos regalos musicales que podemos encontrar que no han llegado al ansiado puesto. Aunque otros, muy parecidos en forma y estilo, sí llegaron a las listas de éxitos sin mayor esfuerzo. Quién no ha bailado 'El tiburón', que incluso llegó a ser remasterizada el año pasado al más puro estilo reggeaton. Los sonidos típicos King África con su 'Bomba' y su 'Mayonesa', incluso se atrevió con el mítico 'Paquito el chocolatero' y volvió a triunfar. Algo tienen esos estrepitosos y apocalípticos gritos que a la gente le llevan a bailar como si no hubiese mañana. También habrá quien recuerde el famoso 'Venao', canción de cabecera en cada verbena que se precie. Podríamos seguir mentando infames melodías hasta el verano de 2015, pero lo mejor es quedarse en lo que nos ocupa, que es seguir "¡Bailandooo!" con Enrique Iglesias hasta que odiemos la pegadiza canción.
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