Hitler y Franco, en su célebre reunión de Hendaya.

"Franco quiso entrar en la Segunda Guerra Mundial para crear un imperio en África"

El historiador Jesús Palacios hablará hoy en el Aula de Cultura de EL CORREO de aspectos inéditos en la vida y obra del dictador

gerardo elorriaga

Lunes, 29 de septiembre 2014, 01:23

Los investigadores sostienen que Franco quiso entrar con Alemania e Italia en la Segunda Guerra Mundial, pero que pidió un precio muy alto a Hitler. «No fue una estratagema», advierte el historiador y periodista Jesús Palacios. Al Führer le interesaba cerrar el Estrecho de Gibraltar ... y el dictador planteó unas demandas ambiciosas para participar en esa operación. «Solicitó las colonias francesas en el Magreb, incluida Argelia, y dominios en el centro de África», revela. «Se creía predestinado, dotado por la gracia de Dios para aprovechar la oportunidad histórica de resarcirse de ingleses y franceses y crear un nuevo imperio». Autor, junto a Stanley G. Payne, de una biografía del dictador, Palacios protagonizará un nuevo encuentro del Aula de EL CORREO esta tarde, a partir de las ocho en el Salón El Carmen de Bilbao, y cuenta con la colaboración de la editorial Espasa.

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La pretensión del 'Caudillo' incluía la unificación de la Península y la formación de un gran ejército. «Algo imposible en unos tiempos de hambre y penuria», apunta el escritor. Hitler desestimó la oferta, pues estaba más interesado en mantener la alianza con la Francia de Vichy «que con la España famélica».

El revés en sus deseos no impidió que el régimen mantuviera su apoyo a Alemania e Italia. Su confianza en la industria militar germana le hacía pensar que la derrota era imposible e, incluso, pensó en la posibilidad de un acuerdo de paz para el que quiso aportar labores de mediación. «La derrota absoluta tan sólo se plantea tras el desembarco de Normandía», señala Palacios.

El estudio de Payne y Palacios, beneficiado por la reciente desclasificación de documentos en Estados Unidos y Europa, aspirar a dibujar la figura del dictador con ecuanimidad y objetividad. «Franco no fue fascista ni un extremista de derechas», sostiene Palacios, que le describe como un militar de convicciones conservadoras y monárquicas que, aunque no le agradaba la República, acató su establecimiento. «Era un ordenancista» -añade- que en un principio se negó a mezclarse en rebeliones militares ni participó en conspiraciones de sus colegas contra el Gobierno. «Durante muchos años, se limitó a ser un profesional de las armas».

Una dictadura insólita

La polarización violenta en la que se sumió el país, su feroz oposición al comunismo bolchevique y el asesinato del diputado José Calvo Sotelo le empujaron a participar en la rebelión. Su transformación, a juicio del historiador, se vio favorecida por la asunción de plenos poderes. «Levantó una dictadura típica del periodo de entreguerras, más radical que la vecina de Oliveira Salazar, pero no llegó al concepto totalitario del nacionalsocialismo alemán».

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El equilibrio entre diversas posiciones le permitió mantener su dictadura durante cuarenta años. «Mantuvo una equidistancia respecto a conservadores, tradicionalistas, demócrata cristianos, Iglesia y Ejército», arguye Palacios, que asegura que el enfrentamiento entre el cuerpo militar y la Falange, sucedido en 1942, le vino bien para reforzar su posición independiente. «No dejó que el partido fundado por José Antonio Primo de Rivera se convirtiera en un poder autónomo, pero también impidió el corporativismo de sus compañeros», explica. «No era una dictadura militar, sino de la un militar y supone un caso insólito en España porque acumuló más poder que ningún rey a lo largo de toda la historia».

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