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Hay fotos que revelan cosas de la realidad que a veces nos cuesta detectar a simple vista. Como cuando te haces un selfie y resulta que se parece más bien poco a la imagen que ves en el espejo, casi siempre para peor; unos kilos ... de más, cuántas arrugas, qué de canas… Pasa con muchas instantáneas; hace bien poco con la foto de familia de la Cumbre Climática celebrada el año pasado en Egipto: del centenar de mandatarios, solo 8 eran mujeres. Vamos con el Ibex 35, donde solo encontramos 3 caras femeninas en la presidencia de la élite de empresas (32 son hombres). Y qué decir del G8… en 1994 no había ninguna mandataria, mientras que a día de hoy, 30 años después y con el empujón del MeToo en 2017, la proporción ha subido a 1 de 8 -la presidenta del consejo de ministros de Italia, Giorgia Meloni-. No es para echar las campanas al vuelo. Pero las fotos a veces dan la sorpresa y puede que hasta nos veamos más guapos. Ha pasado al comprobar las imágenes de las candidaturas a alcaldía de las tres capitales vascas y a responsables de las diputaciones forales de las últimas tres elecciones, 2015, 2019 y 2023; las caras femeninas se han ido multiplicando, pasando en algún caso, como el de Vitoria, del 20% de representación al 100%: 1 mujer de 4 en 2015 (25%), 3 de 5 (60%) en las de 2019, y pleno para este domingo, 5 de 5, el 100%. Sea cual sea el resultado de los comicios, la igualdad sale ganando.
Siguiendo con las otras dos capitales, destaca Bilbao, donde los aspirantes a alcalde eran en 2015 una mujer y tres hombres, es decir, un 25% de representación femenina, proporción que en las siguientes elecciones subió hasta el 50%, para alcanzar el 80% en las que estamos inmersos, con 4 mujeres de 5 candidatos. María Silvestre, doctora en Ciencias Políticas y Sociología, responsable del Deustobarómetro Social y ex directora de Emakunde (2009-2012), destaca como uno de los datos más importantes de esta campaña el hecho de que «por primera vez en la historia de Euskadi habrá una mujer al frente de la alcaldía de Vitoria y puede que también en la Diputación de Bizkaia y en la de Gipuzkoa. Esto es lo verdaderamente importante».
Silvestre incide en el recorrido histórico de los años en democracia, en los que no ha habido alcaldesas ni diputadas, y tampoco mujeres al frente del Gobierno autonómico. «Tenemos una legislación que favorece la entrada de mujeres en la política, sobre todo en el ámbito legislativo a raíz de la Ley de Igualdad de 2007, pero eso no ha supuesto que ello se extienda a los órganos de poder. Nuestras leyes electorales establecen, por ejemplo, que en las elecciones municipales en cada grupo de cinco haya un tres más dos o dos más tres de hombres y mujeres, y que en las forales en cada grupo de seis haya tres más tres. Así, es verdad que se incrementa el número de mujeres en los parlamentos, en las juntas, en los plenos, pero no implica que las mujeres asuman el liderazgo de las instituciones, porque no suelen ir como cabeza de lista». En el caso de San Sebastián, las cifras no han experimentado un crecimiento tan amplio: 1 de 4 en 2015, 2 de 5 en 2019, y la misma proporción en 2023.
Si seguimos revolviendo entre las fotos, llegamos a las de los candidatos a diputado general. En el caso de Álava, hace 8 años teníamos 1 mujer de 4 candidatos a diputado, mientras que en 2019 llegamos a 2 de 5, proporción que mantenemos en estos comicios. Anton R. Castromil, profesor de Opinión Pública y Comunicación Política en la Universidad Complutense de Madrid, se congratula en cualquier caso al escuchar el incremento generalizado en estas cifras. «Habría que estudiar un poco más la situación de las candidatas y si luego se corresponde con la paridad en las listas, pero está claro que obedece a la incorporación de la mujer a puestos de responsabilidad, y es llamativo porque venía de prácticamente no estar representada. Algo tan sencillo como que antes había muy pocas, luego ahora ya tiene que haber alguna más».
Pero el premio de las diputaciones se lo lleva Bizkaia, que pasa de tener 1 mujer de 5 aspirantes en 2015, a 4 de 5 en 2019 y la misma proporción en 2023. Es decir, un crecimiento que va del 20% al 80%. Y las encuestas dan la mayoría absoluta a una de ellas. Entonces, ¿qué ha pasado en estas elecciones? La politóloga Silvestre considera que no se trata de una consecuencia de la ley. «Sí tendría un efecto más directo la nueva ley de paridad que se quiere impulsar y que en principio lleva las listas cremallera, provocando que hubiera mayor número de mujeres cabeza de lista. Pero hasta ahora no ha sido así». A su juicio, este cambio se debe a que hoy existe una mayor sensibilidad, una mayor demanda social de presencia de mujeres y quizás también a que los partidos «sienten realmente que es el momento de que las mujeres tengan su oportunidad en el ejercicio del poder. Y también por la presión que estén generando las propias mujeres dentro de los partidos». Señala que cuando ha habido medidas legales no obligatorias para incrementar la presencia femenina, «siempre han sido los partidos de izquierdas los que antes han empezado a implementarlas y que luego, los partidos más de derechas o más conservadores, aunque renieguen del concepto de cuota, han ido incorporando más mujeres porque reconocen que electoralmente sí tiene un rédito, como algo demandado y reconocido socialmente».
De todas maneras, puntualiza Castromil, se trata de una incorporación parcial, «con mujeres acercándose a una situación que tenían más o menos prohibida hace pocos años, pero para los puestos de responsabilidad sigue habiendo un cuello de botella, una brecha importante en muchísimos ámbitos. Porque habría que ver si esto es solo un lavado de cara u obedece a una toma de conciencia más importante». Explica que la exclusión de las mujeres de ciertos puestos de responsabilidad conlleva excluir «una parte muy importante del talento. Entonces, a poco que las sociedades se basen cada vez más en el talento y en los méritos es lógico que esto vaya pasando, pues el talento está por igual en ellos y en ellas. Pero no estamos ni de lejos en la sociedad del talento y hay una cuestión de discriminación pura y dura importantísima. Pero bueno, todo suma, y por lo menos vamos apuntando hacia ello. Hace unos años veías a una alcaldesa, una concejala y decías '¡Anda, qué cosa más rara, qué anecdótico, qué pintoresco!'. Por fin esto está desapareciendo». En la Diputación de Gipuzkoa, pasan de la nula presencia femenina en 2015, a tener una mujer entre las cinco candidaturas y al actual 3 de 5.
María Silvestre no quiere dejar de señalar que el que haya más mujeres «no implica necesariamente que los temas femeninos y feministas entren directamente en la agenda. Sí hay más posibilidades de que eso ocurra, pero también es verdad que esas mujeres tienen que tener una determinada sensibilidad a la hora de hacer política».
- ¿Cree que el MeToo ha influido en que vayamos a tener representantes mujeres en nuestras instituciones?
- Claramente. Es decir, ha sido lo que se está llamando la cuarta ola del feminismo, que tiene mucho que ver con las denuncias de violencia sexual, con la participación de las mujeres en las redes sociales y con la sentencia de La Manada. Sí. Se ha creado un estado de opinión que hace que seamos mucho más sensible a estas cuestiones».
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