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No hay en Vitoria institución más antigua y entroncada en la ciudad que la cofradía de Nuestra Señora de la Virgen Blanca. Su fundación data del 17 de junio de 1613, cuando el gremio de cereros, muy considerado en la ciudad por la elaboración de velas para iluminar las viviendas y de cirios para usos litúrgicos, la constituyó con el fin de expresar su fe a la Madre, en este caso bajo la advocación de Santa María de las Nieves, con hornacina en el exterior de la iglesia de San Miguel, hacia el Machete.
Desde entonces, son más de 400 años de presencia activa en la vida local, con mejores y peores momentos, pero siempre dirigida por el amor a La Blanca. Devoción inquebrantable. Entretanto se produjo su designación como patrona de la capital alavesa –civil desde 1822 y canónica a partir de 1921– y, finalmente, su coronación por el nuncio de Su Santidad en un acto ceremonioso y multitudinario el 17 de octubre de 1954, en la plaza de España. De su entronización se acaban de cumplir 70 años.
Cuatro siglos después de su nacimiento, sin renunciar a sus principios fundacionales ni ceder en sus creencias católicas, la cofradía de la Virgen Blanca, Medalla de Oro de Vitoria en 2004, ha sabido adaptarse a los tiempos y corrientes sociales y religiosas para formar parte de la vida local como un colectivo más, con sus particularidades, pero siempre desde la naturalidad y en favor de la modernidad. La exaltación a la Virgen se expresa principalmente en las calles durante las fiestas patronales, con las concurridas procesiones del Rosario de los Faroles, la noche del 4 de agosto, luminosa, colorista y majestuosa; y el Rosario de la Aurora, la madrugada del 5, entrañable y recogida.
En su apertura a la variopinta sociedad vitoriana, en su intento por ser más que una institución devota, la hermandad se esfuerza en promover su faceta organizativa de actos y divulgativa en la que cuenta con el apoyo de EL CORREO. Admirable patrimonio de la ciudad, el Museo de los Faroles, en la Zapatería, es la joya de la corona, el conjunto de elementos litúrgicos, carrozas y luminarias de casi dos siglos que la investigadora Camino Urdiain ha retratado de manera sobresaliente este mismo año en el libro 'Luces para la ciudad. Historia centenaria de la procesión de los faroles de Vitoria-Gasteiz. 1895-2024'. La cofradía, con 2.800 miembros, tiene además su propia revista anual, 'Hornacina', publica boletines cuatrimestrales y dispone de una amplia y variada agenda de actividades –religiosas, culturales y sociales–, pero, sobre todo, se entrega a la búsqueda de nuevos cofrades, niños y adultos, para ser más. 'Yo, con mi cofradía', es el lema de captación.
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Gonzalo Ruiz y Gonzalo de las Heras (gráficos)
Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Fernando Morales y Sara I. Belled
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