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Ainhoa De las Heras
Viernes, 17 de abril 2015, 00:11
Juan Carlos Aguilar, bilbaíno de 49 años, el acusado de un doble asesinato probablemente más conocido del País Vasco, revelará hoy la principal incógnita del juicio con jurado que comienza contra él en el Palacio de Justicia de Bilbao: si declara o no, y si ... lo hace, si asume los crímenes de Yenny Sofía Revollo, colombiana de 40 años, y Ada Otuya, nigeriana de 29. Los últimos movimientos de la defensa, ejercida desde hace algo más de un mes por la abogada de oficio especializada en divorcios y derecho civil Livia González Lama, que presentó un escrito asumiendo los dos asesinatos con alevosía, apuntan a ello. En ese caso, el magistrado-presidente del tribunal popular, Manuel Ayo, hará un receso en la vista y reunirá a las partes para debatir sobre las pruebas que ya no serán necesarias, especialmente las testificales, lo que reducirá considerablemente el juicio, previsto inicialmente hasta el próximo 5 de mayo.
El representante del Ministerio público, José María Morales, en su escrito de calificaciones, pedía 40 años de cárcel para Aguilar, y 286.000 euros de indemnización para las familias de Yenny y Ada, que previsiblemente no estarán presentes en el inicio de la vista oral, los de la nigeriana por falta de recursos y los otros por un retraso en los trámites del visado. Se prevé que Aguilar asuma la tesis de la Fiscalía.
Las acusaciones particulares, que representan a las familias de las dos víctimas, y la acción popular, ejercida por la asociación Clara Campoamor, reclaman además el agravante de enseñamiento en el crimen de Ada, ya que los restos de Yenny estaban tan descompuestos que los forenses no han podido llegar a determinar cuál fue la causa de la muerte, lo que eleva la petición de pena a los 25 años. Por tanto, los abogados José Miguel Fernández López de Uralde, que lucha por los intereses de los padres y el hermano de Ada; el valenciano Jorge García Garco, que representa a la familia de Yenny, y Maite Iturrate, de Claracampoamor, pedirán probablemente que se mantengan algunos testigos y pruebas para demostrar esa saña, entre ellos, el testimonio de la mujer que vio cómo la joven africana era arrastrada por los pelos al interior del gimnasio Zen 4, de la calle Máximo Aguirre de Bilbao, donde se cometieron los crímenes, y cuya llamada al 112 frenó los impulsos asesinos de Aguilar, que fue detenido ese día por la Ertzaintza.
Jurados "que quieran estar"
Para entonces, las partes ya habrán seleccionado a los nueve miembros del jurado, más dos suplentes, un trámite, cerrado al público, que arrancará a las 9.30 horas en la sala 1 del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco. Esta fase puede durar unas dos horas. Las acusaciones tienen la opción de recusar a cuatro candidatos y la defensa, a otros cuatro. Fuentes del caso apuntan que los abogados intentarán buscar a personas «que quieran estar ahí».
Los hechos juzgados comenzaron el 25 de mayo de 2013, cuando Yenny Sofía Revollo accedió a montarse en la pickup azul de Aguilar en la calle General Concha de Bilbao y juntos se trasladaron hasta el gimnasio. Según el relato de hechos de la Fiscalía, una vez allí, la maniató y le golpeó hasta acabar con su vida. La Ertzaintza recogió una cámara con numerosas fotografías de mujeres en poses obscenas, entre ellas de Yenny viva y muerta, con otra mujer que la tocaba con los ojos cubiertos, y que también está llamada a declarar. Según esta versión, descuartizó el cadáver, se deshizo de algunos restos y otros los repartió entre el gimnasio y su casa, donde fueron encontrados. Una semana después, según el fiscal, repitió el macabro ritual con Ada Otuya, que ejercía la prostitución en la calle. Precisamente, la asociación Askabide emitió ayer un comunicado para denunciar que, dos años después de los crímenes, las personas que ejercen la prostitución siguen en situación de vulnerabilidad y piden «medidas de protección» para ellas.
Ertzainas tumbaron la puerta del negocio de Aguilar y encontraron en un habitáculo a Ada con un hilo de vida, con cuerdas y bridas en el cuello con las que presuntamente la estaba asfixiando, y a Aguilar junto a ella, con el torso desnudo. La joven falleció a los pocos días en el hospital. Ante la Ertzaintza, el sifu (maestro de artes marciales), como le conocían sus alumnos, reconoció parcialmente haber cometido los hechos, aunque se negó a declarar ante el juez y tampoco quiso ser entrevistado por el psiquiatra-forense de la Audiencia vizcaína, encargado de analizar su estado mental.
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