Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
En marzo de 2020 las zapatillas quedaron silenciadas en el armario. Tocó ponerse en forma en casa y buscar nuevas formas de hacer deporte. Con la desescalada volvieron a escucharse las pisadas de los corredores y las pruebas que se celebraron, todas en formato virtual, ... restauraron la ilusión de los aficionados al deporte de la zapatilla. No hubo carreras, pero las ganas eran mayores que los estragos de la pandemia.
El paso de los meses, sin embargo, ha sembrado de dudas las cabezas de los atletas, sobre todo los populares. El deporte profesional ha recuperado poco a poco la normalidad, pero los que corren por afición apenas han podido participar en pruebas. El escenario, al menos mientras la vacunación no avance, tampoco invita al entusiasmo. EL CORREO ha hablado con los organizadores de varias pruebas populares de Álava y todos avanzan un primer semestre sin apenas carreras y con una grave situación económica que pone en riesgo la supervivencia de algunas de ellas.
Una de las pruebas que suelen animar el calendario tras el parón invernal es la Subida a Estíbaliz. Todo un clásico que el año pasado debió haber celebrado su 35ª edición. Su organizador, la Sociedad Excursionista Manuel Iradier, puso todo de su parte para que fuera una realidad, pero la situación sanitaria frustró sus planes. Su primera fecha, el 19 abril, en pleno confinamiento, cayó pronto en el olvido. La segunda, el 12 de septiembre, también sucumbió ante el elevado ritmo de contagios.
Se marcaron entonces, ya en 2021, el mes de abril para recuperar su 35ª Subida. Pero ya asumen desde hace tiempo que, en el mejor de los casos, sólo podrá celebrarse ya entrado el mes de septiembre. Aunque el pesimismo sobrevuela el ambiente. «Tenemos cierta desilusión, queremos hacerla en septiembre, pero todo depende de cómo vaya el verano», defienden sus organizadores. Aspiran hace tiempo a que alguien les dé el relevo –bien dentro de la Sociedad o un club externo- y no quieren cerrar su andadura con otro año de zapatillas guardadas en el armario.
También asumen que cuentan con una dificultad extra a la hora de establecer un número máximo de participantes. En las últimas ediciones han rondado los 800, una cifra que deberán reducir a menos de la mitad. Pero el formato del circuito, de cerca de 15 kilómetros y que transcurre en su mayoría por fuera de la ciudad, hace complicado impedir que personas sin dorsal se sumen a media carreray que haya aglomeraciones en la cima del santuario, donde se ubica la meta. La situación económica tampoco es óptima. Aunque la estructura de la Asociación ejerce de pequeño cortafuegos, temen repetir las pérdidas que ya tuvieron el año pasado. Pese a todas las nubes, todavía les queda algún rayo de luz. «No queremos perder la esperanza», apuntan.
Que la marea rosa tomase en mayo o junio las calles de Vitoria se había convertido en algo normal. La Carrera de la Mujer es ya una de las pruebas más esperadas por su espíritu reivindicativo y carácter popular. Mujeres de todas las condiciones físicas se echaban a las calles con un objetivo común para recorrer los más de 5 kilómetros de recorrido. En 2019 fueron cerca de 6.000. Tras el obligado frenazo del año pasado, espera regresar con fuerza este año.
Aunque lo hace, como el resto, con pocas certezas y muchos interrogantes. Las conversaciones entre la empresa organizadora y el Ayuntamiento de Vitoria, que empezaron hace semanas, son el necesario primer paso para establecer una hoja de ruta. Todavía, eso sí, tiene muchos huecos en blanco. Entre ellos, la fecha. Su objetivo es celebrarla a finales del mes de junio, en las fechas habituales, pero asumen que puede que surjan fechas alternativas. «Tenemos que seguir teniendo reuniones. No descartamos hacerla en otoño o en el segundo semestre», explican desde la organización.
El año pasado, ante la imposibilidad de celebrar la prueba de forma presencial, se subieron al carro de las carreras virtuales. Hubo 1.500 participantes, con una veintena de personas que sí que hizo un pequeño recorrido de forma presencial y como representación de sus compañeras. La valoración fue positiva, pero quieren que quede en anécdota y volver a las calles. «Lo haremos respetando el límite de participantes, pero queremos que sea presencial», avanzan.
El circuito de carreras populares es uno de los grandes clásicos del calendario alavés. Pero vive la incertidumbre del resto de pruebas no profesionales. Sólo tiene una certeza: si se puede celebrar, será una versión mutilada, con menos pruebas y un número reducido de participantes. En un año normal, son siete las carreras que organiza el Club La Blanca. Llevan a los corredores a localidades como Lanciego, Zigoitia o Araia entre los meses de marzo y junio.
Así debió haber sido en su 15ª edición, el año pasado. Primero suspendieron algunas pruebas con la esperanza de poder celebrar un calendario reducido, pero el confinamiento les obligó a un doloroso año en blanco. Este curso asumen que el planning no podrá ser completo. En el mejor de los casos, se conformarían con celebrar «4 o 5 en un calendario comprimido de mayo y junio, pero no es seguro», resume el presidente del club, Mikel García. Sólo tienen la certeza de que la prueba de Paseos, que recorre Vitoria en primavera, no estará en su programa. Las condiciones son más duras en la capital que en otros municipios más pequeños. Tampoco descartan que deban esperar a la segunda mitad del año. En su presupuesto ya hay una partida para estas pruebas, por lo que una suspensión total no desencadenaría una situación complicada.
Quieren mantener el optimismo. Están preparando varios protocolos que presentarán a las autoridades, paso previo fundamental para recibir la ansiada autorización. Recogen medidas como salidas escalonadas o cronómetros electrónicos, además de una obligatoria reducción de participantes: el máximo puede rondar los 300, aunque en algunas no superará los 200. También tienen claro que las carreras serán presenciales o no serán. «Como club no vemos sentido a hacer nada virtual, es algo irreal», resume.
El calendario apenas dará fechas a los corredores aficionados durante el primer semestre de 2021. Dos pruebas que combinan el amateurismo con atletas profesionales, la Maratón Martín Fiz y el Ironman, ya han anunciado que se posponen. La primera apunta a hacerse en otoño, como el resto de maratones importantes nacionales, mientras que la segunda quiere pasar de julio a agosto. Pero tampoco existen certezas para dos pruebas que reúnen a centenares de participantes y que necesitan el permiso municipal.
La Federación Alavesa de Atletismo asume que el escenario es complejo y que la incertidumbre lo marca todo. Por eso, piensan ya en las dos carreras que cierran el año: la media maratón y la San Silvestre, ambas en los últimos días de diciembre. A principios de marzo se reunieron con el Ayuntamiento para avanzar en planes y protocolos, pero todavía están lejos de concretarse. «Todo depende del proceso de vacunación, es fundamental», resume su presidente, Andrés Sánchez.
Mientras, los problemas económicos ahogan a un deporte que apenas ha podido tener actividad desde que empezó la pandemia. «Estamos bajo mínimos. Sin pruebas no hay ingresos, pero algunos gastos se mantienen», lamenta. Espera que en diciembre la situación puede empezar a normalizarse y que el dinero de las pruebas comience a entrar. Pero cree que tardará en recuperar la velocidad de crucero, incluso si la vacunación va a buen ritmo, porque con la inactividad «hay gente que ha perdido el hábito».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.