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judith romero, jon ander goitia y jesús nicolás
Lunes, 10 de enero 2022, 08:49
Tras disfrutar de las vacaciones, a la mayoría de los escolares alaveses le ha tocado este lunes volver a clase. Los alumnos, sus familias, el profesorado y el resto del personal se han encontrado con un panorama mucho peor que el que dejaron antes de ... las fiestas navideñas; cuando la multiplicación de los casos de coronavirus por la expansión de la variable ómicron ya obligó a enviar a muchos niños a casa, al tiempo que empezó a causar estragos en las plantillas de los centros educativos. La actividad se retoma ahora, en un momento en que las tasas de incidencia entre las franjas de edad de la población escolar se han hasta multiplicado por seis, y con un protocolo sanitario nuevo, en el que el Departamento de Educación retoma los planteamientos más estrictos del curso pasado. Hoy nos hemos acercado a varios colegios de Vitoria para tomar el pulso a la vuelta a las aulas en un escenario que genera inquietud e incertidumbre entre todos los implicados.
«Me preocupa, pero la vida tiene que continuar. No podemos estar todo el día con miedo», zanjaba Maite García, que iba con su hijo Aritz. «Tratamos de llevar mucha precaución porque vemos que está cayendo todo el mundo. En navidades nos hicimos antígenos para juntarnos la familia». Pero tampoco confiesa especial pavor al contagio en el colegio. «No llevar al niño al cole por miedo es absurdo porque se puede contagiar en cualquier otro sitio y es difícil evitarlo». Informa Jesús Nicolás.
A Saioa Mediavilla le inquieta mantener el Covid a raya entre niños de corta edad que, como su hija Gala, a veces todavía sienten la tentación de llevarse objetos a la boca. «Tenemos que tomar precauciones pero también estar tranquilos porque ellos notan que algo sucede. Bastante sufren», plantea. Gala, de cuatro años, no está acudiendo a actividades extraescolares este curso en el colegio Mariturri. «Desde la pandemia la oferta se ha reducido mucho», señala esta ama. Informa Judith Romero.
Los protocolos anti Covid son el tema de conversación estrella en la puerta del CEIP Mariturri. «La normativa habrá que aceptarla como es, pero no se entiende», afirma el aita José Pallés. En casa todos han pasado la enfermedad, tanto sus dos hijas como los padres, pero se pregunta si toda la responsabilidad debe depositarse en los progenitores.
«No estoy muy tranquila, me temo que pronto tendremos que volver a mandarles a casa», valoraba Ana Casanova, madre de Erik, a las puertas de Mariturri. Su hijo asiste a extraescolares como karate o psicomotricidad, pero estas clases también están por confirmar. «Estamos siempre pendientes de las posibles comunicaciones por parte del centro», subraya.
«El miedo va a rachas. Sobre todo nos agobiamos cuando nos toca de cerca, pero ahora me siento saturado», confesaba Alberto Matilla, que acompaña a sus hijos Leo y Bruno a su escuela, en Arantzabela. Después de haber pasado unas navidades con mucha precaución, esta mañana iba preparado con un test de antígenos negativo tanto de él como de sus dos pequeños. «Incluso les saqué del colegio antes», aseguraba este padre que, en la línea de muchos otros, prefirió pecar de prudente para evitar contagios navideños. «Ahora podemos tocar madera porque no nos hemos llevado ningún susto». Eso sí, para él estas fiestas han sido especialmente tristes. «Nos cruzábamos los padres por la calle y solo nos podíamos saludar porque cada uno nos teníamos que ver con nuestras familias. Ni siquiera los niños se acercaban a hablar con sus amigos», lamenta. Informa Jesús Nicolás.
«Me parece que el Gobierno nos está tomando el pelo», sentencia Mari Carmen Albano, madre de Mara, de cinco años. Más que esperar a que haya cinco positivos en una clase para clausurarla, esta madre apuesta por la realización de tests de antígenos. «La vida tiene que seguir adelante pero, si la niña se pone mala, ¿cómo la cuidas si tienes que ir a trabajar?», se pregunta.
Álvaro Zorrilla se pregunta si su hijo Oier podrá volver a competir en los partidos de fútbol. El deporte escolar no se ha suspendido, pero las competenciones han quedado atrasadas, al menos, hasta febrero. «De momento no han tenido brotes en su clase de cuarto de Primaria en Mariturri», celebra este aita.
Rafael Gálvez ha acercado a sus nietos Nagore y Adrián al centro educativo, pero se declara intranquilo con la situación. «Tienen la primera vacuna, pero no tendrían que venir al colegio con tanto coronavirus», señala. Nagore, en quinto de Primaria, ya sabe lo que es estar aislada y tomar precauciones. «En diciembre tuve fiebre, aunque no Covid, y me apartaron en otra aula», recuerda. Informa Judith Romero.
Cristina Ullán cree que hay que recuperar la rutina con normalidad y estar pendiente de los protocolos, que cambian día a día. «Jenson hace extraescolares dentro y fuera del colegio, pero estamos a la expectativa de si las va a poder tener. También te preguntas si vendrán sus profesores porque en los medios vemos que está habiendo muchas bajas», plantea desde Mariturri. Informa Judith Romero.
«Cada día es una cosa nueva ya... Ahora tenemos que ver cómo se desarrollan los acontecimientos«, sostiene Julia, que lleva a Danel de dos años a Marianistas. «Tenemos que traerlos a no ser que nos digan lo contrario. En mi caso, conciliar es fácil y que no haya habido contagios en su clase nos tranquiliza», apunta. La vuelta llega después de unas últimas semanas previas a las vacaciones en las que la mayoría fue previsora. «En Navidad la mayoría no les trajeron. Muchas veces con constipado puedes llegar a pensar que es covid. Pero debemos seguir haciéndoles las pruebas». Porque, eso sí, el temor al virus sigue presente en las aulas y, sobre todo, en las casas. «Cada vez hay más temor a que se contagien porque están saliendo más contagios en la sociedad». Informa Jon Ander Goitia.
En ocasiones verse confinado porque tu hijo da positivo puede suponer también un drama para los más pequeños. «Mi hija Lucía dio positivo y obligó a mi hijo y a parte de su clase a confinarse. Yo por supuesto no se lo dije». Hoy los devolvía a clase en Salburua, pero el miedo seguía siendo el mismo. A esta madre sobre todo le preocupaba el comedor. «Aquí son muy respetuosos con las burbujas, pero al final donde están sin mascarilla es donde se pueden contagiar».
«Estamos muy cansados ya de la situación. Lo vivimos con resignación», lamenta Elena, a la entrada de Urkide. El pequeño Iker regresa hoy a clase y en casa aplauden la decisión adoptada con las últimas medidas. «Que confinen a la clase no nos hacía ninguna gracia. No era nada fácil para conciliar. No se podían quedar solos en casa», señala. El temor al contagio está presente en las familias, de ahí que ahora pidan a los padres actuar correctamente para evitarlos. «Los padres ahora debemos ser responsables, no queremos que haya confinamientos generales. Si hay síntomas, el pequeño que se quede en casa», pide. Informa Jon Ander Goitia.
Pilar Palacios ha sido una de las primeras madres en acercarse al CEIP Mariturri esta mañana junto a su hija Desirée Rodríguez. «Afrontamos la vuelta al cole con normalidad. Está en cuarto de Primaria y la vacunaron cuando abrieron las listas, hace ya tiempo. Cada mañana le tomo la temperatura porque a los niños les cuesta saber si tienen fiebre», explicaba junto a la puerta del colegio. Informa Judith Romero.
«Ya no sé ni qué hay ni qué quitan...», confiesa Udane Sánchez, acompañando al pequeño Unai a la entrada al colegio Urkide. «Esto ya va al día y te tienes que ir amoldando, no te queda otra». ¿Y qué les parecen a las familias las nuevas medidas para tratar de evitar los confinamientos a no ser que se presenten síntomas? «Por un lado bien, porque estaban perdiendo muchas clases presenciales. Para ellos estaba siendo duro. Y además si los envían a casa ¿los padres qué hacemos? ¿Con quién les dejamos? En el trabajo no nos dan la baja», lamenta esta madre. «Pero sí, claro que tenemos el miedo a que se contagien, no sabes cómo va a reaccionar». Informa Jon Ander Goitia.
«Las familias queremos que nos marquen los pasos, no que la responsabilidad caiga sobre nosotros. Preferiría que hubiera más rastreadores para que hubiese más control», sostiene María José Cabría, en la puerta del colegio Urkide, en Vitoria. Emma y June regresan hoy a clase tras las vacaciones de Navidad. «Están contentas porque vuelven a ver a sus compañeros». Y ya tienen la lección aprendida sobre el uso de la mascarilla. «Están acostumbrados. Esperemos que las familias, con el nuevo protocolo, actúen correctamente». Informa Jon Ander Goitia.
Jon Moreno acudía con su hija Elsa de 7 años para dejarla en su primer día de clase en el colegio Errekabarri después de las vacaciones de Navidad. Estas fiestas no han sido normales para su familia. El 31 de diciembre se contagiaron todos en casa solo cuatro días después de vacunar a Elsa, aunque él está convencido de que del cole no vino el contagio. «Ahora después de haber pasado la covid ya no me preocupa tanto devolverla a clase. «De hecho, antes de navidades ya hubo siete contactos en la misma clase de mi hija». Informa Jesús Nicolás.
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