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Voluntarios participan en el taller de pintura de la asociación de parálisis cerebral Aspace. RAFA GUTIÉRREZ

Álava teme la falta de relevo de unos voluntarios «más necesarios que nunca»

Cuatro asociaciones ponen en valor el apoyo desinteresado de sus 40.000 socios y colaboradores

Martes, 8 de diciembre 2020, 01:58

Podrían dedicar su jornada libre a ponerse al día con una serie de televisión, encontrarse con unos amigos o, simplemente, dar una vuelta y disfrutar de algunas horas para sí mismos. Pero saben que son más necesarios en otro sitio. EL CORREO recuerda a las ... miles de personas que desempeñan tareas de voluntariado en Álava, 40.000 en marzo según las últimas cifras de la agencia Batekin, entorno al Día Internacional del Voluntariado, celebrado el pasado sábado. Su labor desinteresada se ha vuelto más importante que nunca en este pandémico 2020. Las asociaciones les miman, pero echan en falta el relevo de aquellos que, por edad, cansancio o por la Covid-19, han tenido que renunciar a estar en la primera línea.

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  1. Lourd

    Directora de Aspace

    «Deseamos que vuelva el voluntariado del que hemos tenido que prescindir»

Los voluntarios son parte del alma de Aspace, la Asociación de Parálisis Cerebral y Alteraciones Afines de Álava. Pese a ello, el coronavirus ha obligado a la entidad a reducir drásticamente sus colaboraciones y continuar funcionando únicamente con 16 de los 137 que llegaban a ser durante el año. «Buena parte de los usuarios son pacientes de riesgo con problemas respiratorios y sus familias están asustadas. También tuvimos que renunciar al programa de vacaciones de verano, un momento muy especial para los miembros de Aspace y un periodo de descanso para sus familias», resume Lourdes Altuna, directora de esta asociación.

La reducción de aforos ha supuesto la mayor limitación para Aspace a la hora de seguir adelante con su programación para 2020. «No podemos correr riesgos y, cuantas menos personas haya en cada actividad, mejor», afirma Altuna. Las circunstancias les obligan a priorizar al personal sobre los voluntarios, que juegan un papel fundamental en la integración de los usuarios. Buena parte de los cursos de natación, por ejemplo, no han podido arrancar. «Guardar la distancia con las personas con parálisis cerebral es complicado a la hora de ayudarles, y además parte de ellos no pueden llevar la mascarilla», destacan desde Aspace, donde esperan que lo que les ha tocado vivir en este 2020 sea sólo una etapa pasajera. «Deseamos que, cuando la situación mejore, los voluntarios vuelvan para dedicar su tiempo a mejorar sus vidas», pide Altuna.

  1. Josun

    Responsable de voluntariado en Cáritas

    «Hemos reducido la actividad pero nos está costando llevarla a cabo»

Voluntarias de Cáritas remiendan y acondicionan la ropa donada para Koopera. rafa gutiérrez

Cáritas lanzó la voz de alarma a finales de noviembre. La falta de voluntarios está dificultando atender a las personas en necesidad en el territorio alavés, cuya cifra no deja de crecer. Las 30 personas que ayudaban en cursos formativos son ahora 16, y 804 realizan tareas de acompañamiento frente a los 859 de antes de la pandemia. «Agradecemos muchísimo su labor, también la de algunos voluntarios mayores que, tras años de entrega, han visto el momento de retirarse y proteger su salud ahora», señala Josune López de Luzuriaga, su coordinadora. Reforzar las personas que dediquen su tiempo de forma desinteresada permitiría a Cáritas recuperar ciertos acompañamientos a personas mayores que ahora tienen que llevarse a cabo de forma telefónica e incluso poner en marcha más talleres de baja exigencia o para personas en situación de calle. Quienes aún colaboran con ellos desempeñan labores tan diversas como dar clases de apoyo escolar o castellano para inmigrantes, trabajar en la promoción de la mujer o en talleres ocupacionales, adecuar y ofrecer la ropa que se dona en los contenedores que Koopera tiene repartidos en la ciudad. Sus esfuerzos lograron tocar las vidas de 18.023 personas el año pasado, y en los últimos meses cada vez más personas pasan por sus despachos para ser atendidos por trabajadores sociales.

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  1. Jesú

    Presidente de Cruz Roja Álava

    «Recibimos un apoyo sin precedentes durante el confinamiento»

Acción de concienciación de voluntarios de la Cruz Roja en el día contra el Sida, el 1 de diciembre. jesús andrade

En 2020 Cruz Roja se ha enfrentado a la mayor emergencia en Álava desde su instauración en el territorio. Ha podido mantener y ampliar sus programas gracias a los 1.300 voluntarios con los que contaba antes de la pandemia y a los 600 que ha asimilado a lo largo del año. Buena parte de ellos llamó durante el confinamiento alertada por la situación de aislamiento que vivían muchas familias. Había miedo al virus, pero también ganas de ayudar. «Fue un apoyo sin precedentes», confirma Jesús Cantero, presidente de Cruz Roja en Álava. Él también es un voluntario. «Estamos en todos sus órganos directivos y somos el músculo de la asociación», explica. Vinculado a ella desde 1996, asegura que esta experiencia ha cambiado su vida. «Te hace sentirte útil y te permite comprobar cómo cambias la vida de otras personas», anima sin dejar de agradecer su labor a este gran equipo de 1.900 personas. «Más allá de las ambulancias acompañamos a mayores e inmigrantes, ofrecemos apoyo escolar y alimentos a los hogares...», enumera entre un sin fin de actividades. «La dureza de este año ayudará a afianzar nuestro compromiso y labor», apuesta.

  1. José

    Gestor del programa de voluntariado en Asafes

    «Tememos que la pandemia aumente las complicaciones de salud mental»

Asafes atiende a personas con enfermedad y a sus familiares y trabaja por la integración de estas personas desde 1976. Sin embargo, este 2020 la labor de personas como Yolanda Peña, profesora de su grupo de punto, ha adquirido aún más relevancia en las vidas de sus 150 usuarios. «El punto es sólo una excusa para reunirnos alrededor de una mesa, conocernos, escucharles. Hablar del día y consolarnos si nos ha ido mal. Echan mucho de menos el abrazo que nos dábamos al empezar y terminar las clases y para ellos fue muy duro ver cancelada estas actividades hasta junio», señala esta mujer de 56 años.

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José Miguel Colino coordina a los 35 voluntarios que ayudan a las personas con enfermedad mental del territorio a ser más autónomas, disfrutar de su tiempo libre y dar pasos adelante en sus vidas. «Este año nos hemos encontrado con situaciones muy complicadas como personas que se sentían solas o que no se atrevían a salir a la calle sin un voluntario. Esto ha sido duro para todos y tenemos que cuidarles un poquito más. Y aunque aún es pronto para ver los efectos, tenemos que la pandemia aumente las complicaciones de salud mental y necesitemos más voluntarios», apunta Colino.

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