Viernes, 23 de febrero 2018, 19:48
Es el único español que compite en su categoría y con mucha probabilidad, el más joven. El mago vitoriano Imanol Pérez de Albéniz, conocido artísticamente como D’Albéniz, participará a sus 18 años en el Campeonato Mundial que se celebra en Busan (Corea del Sur) ... la segunda semana del mes de julio. Es la culminación a dos años de progresión imparable en el mundo del ilusionismo que comenzaron con su participación en el Nacional de Granada en 2016 y que siguieron con dos terceros premios en el Campeonato de Francia y en el Europeo celebrado en Blackpool (Inglaterra) en febrero de 2017.
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«Llegar hasta aquí ha sido una locura y me está suponiendo un estrés mental brutal. Termino los días rendido sólo de hacer ejercicio mental», cuenta el joven, que tuvo que ser avalado por la presidenta de la SEI (Sociedad Española de Ilusionismo), May Closa, para poder participar en este torneo. La presión se entiende mejor cuando el mago explica que «este campeonato es el de mayor importancia del planeta. Una especie de Juegos Olímpicos de la magia que se celebran sólo cada cuatro años».
Pero, esperen, porque llega el —nunca mejor dicho— más difícil todavía. Imanol Pérez de Albéniz competirá en la categoría de manipulación, «la más compleja», y en la que destacan los profesionales orientales. «Voy a Corea a lo vasco, porque mi especialidad está dominada por orientales y especialmente por los coreanos. Es como si aquí viene un chino hablando euskera», comparte entre risas. Precisamente, esta coincidencia —porque el Mundial se celebra cada edición en un país diferente— le permitirá enfrentarse a sus ídolos, que desde niño ha seguido a través de los vídeos que colgaban en Internet.
No hay duda de que el nivel en Busan será altísimo, pero el mago vitoriano es positivo. «No sé si ganaré, pero creo que puedo tener posibilidades. Lo difícil es que te den la plaza para el Mundial, si te la conceden es que algo hay, así que voy sin expectativas pero con esperanza. Un occidental haciendo magia lenta con un buen número de manipulación puede llamar mucho la atención», analiza. Su apuesta: un número de siete minutos en el que juega con cartas y pajaritas. Es el mismo con el que obtuvo la medalla de bronce en el Europeo pero mejorado. «Empezó siendo sencillito, lo que me enseñó el maestro Eduardo Galeano, y he ido añadiéndole dificultad. Lo último son unos efectos nuevos que he creado yo mismo, ideas locas que encajan bien», detalla.
La actuación también juega con la iluminación y la música como elementos principales, porque para él el truco es sólo «una herramienta más» para conquistar al espectador. «Tiene mucha similitud con un número musical, en el que yo realizo pasos de baile mezclados con magia. Utilizo los efectos mágicos para crear algo artístico, escénico». Además, le otorga una especial importancia a la voz y por ello acude a clases de proyección de voz con un profesor de ópera. Estas lecciones forman parte de su día a día después de que tras acabar Bachiller y empezar la carrera de Psicología decidiera dejarla para dedicarse a tiempo completo a la magia. «Decidí que esto es lo que quería hacer y que para llegar alto tenía que darle duro. A veces noto la presión social por haber abandonado la carrera, pero esto es lo que me hace feliz», reflexiona en voz alta.
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Mientras continúa su entrenamiento para el Mundial, ensaya al mismo tiempo un espectáculo de una hora con monedas y otro de grandes ilusiones combinadas con danzas vascas en el que actúa con su novia y con el que han visitado recientemente países como Alemania.
En Corea del Sur
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