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Desde el principio de la conquista americana hay alaveses en la nómina de aventureros que buscaban la gloria y el oro en el continente recién ... descubierto. Cristóbal de Oñate es uno de ellos y un gran desconocido entre nosotros, tal vez ocultado por la obra de su hijo, Juan de Oñate, nacido en tierras mexicanas, conquistador de Nuevo México y cuestionado ahora por un movimiento revisionista que critica todo el pasado colonial y ataca las estatuas de los adelantados españoles.
Nació en Vitoria en torno a 1505 en el seno de una familia noble afincada desde hacía tiempo en la capital alavesa procedente de Oñate (Gipuzkoa) y relacionada con los Haro. Su padre era Juan Pérez de Oñate y su madre, Osana González. Con apenas 19 años se embarca hacia el nuevo continente como ayudante de Rodrigo Albornoz, contador de la Real Hacienda de Nueva España (nombre que dio la corona española a las tierras anexionadas en México). Cuatro años después se enrola en el ejército que, a las órdenes de Nuño Beltrán de Guzmán, tiene la misión de ampliar la conquista en territorios situados en el occidente y norte de México. La formación de Guzmán está compuesta por unos 500 españoles y más de 12.000 indios aliados. Tras un enfrentamiento con los nativos en Tonalá, se decide dividir la expedición en tres destacamentos. Uno de ellos será mandado por Cristóbal de Oñate que ya sobresale como jefe de la caballería y contador.
La campaña de dominio se extiende por los estados de Michoacán, Jalisco, Zacatecas, Nayarit y Sinaloa, que se convertirán en Nueva Galicia. Llega a explorar las partes bajas del litoral del Océano Pacífico. En este tiempo participa en todos los encuentros bélicos con las tribus indias y en la posterior evangelización y funda las villas más importantes como Santiago de Compostela (Tepic) (1529); Guadalajara, (1531-1533), San Miguel de Culiacán (1531) y Zacatecas (1548). Durante tres épocas distintas fue gobernador y capitán general de Nueva Galicia: de 1536 a 1537, en 1538 y de 1540 a 1544.
El momento más importante al que se tiene que enfrentar Oñate es la Guerra del Mixtón. La acción de la conquista fue cruenta y muchos indígenas fueron asesinados por los españoles y sus aliados, hecho que le valió la prisión a Nuño Beltrán de Guzmán. El virrey Antonio de Mendoza (otro miembro de la estirpe aristocrática salida de Mendoza (Álava) había enviado al gobernador de Nueva Galicia, Francisco Vázquez de Coronado, a otras expediciones y el mando recayó en el entonces lugarteniente, Cristóbal de Oñate. Los indios comenzaron un levantamiento ante los abusos de algunos encomenderos –la figura jurídica de los conquistadores que reconocía el derecho sobre territorios y nativos- y la reacción española fue perseguir a algunos y condenarlos a la horca a mediados de 1540.
Pero esa dura represión produjo una reacción en cadena y los indígenas dieron muerte al encomendero Juan de Arze al que asaron antes de comérselo. La conjura se generalizó y los nativos atacaron Guadalajara liderados por Tenamaxtli. Pedro de Alvarado, uno de los grandes conquistadores españoles, estaba a punto de zarpar desde el puerto de Navidad hacia las Molucas en busca de las especies, pero acude a la llamada de socorro de Oñate. El adelantado de Guatemala muere atropellado por un caballo por culpa de su escribano aterrorizado por uno de los ataques indígenas.
El 28 de septiembre de 1541 más de 50.000 indios chichimecas atacan Guadalajara. Los españoles saben que no pueden enfrentarse a campo abierto a los sublevados. Cristóbal de Oñate dirigió con serenidad y astucia la defensa de la ciudad con un buen sistema de abastecimiento y trincheras. El cronista Tello lo llama «el buen capitán Cristóbal de Oñate».
Apenas había 85 defensores con sus familias, indios aliados –es esencial entender que sin esta ayuda no se habría producido la conquista nunca- y buena artillería, otro factor decisivo. En apenas tres horas los defensores lograron detener el ataque causando muchísimas bajas a los rebeldes. En las crónicas se destaca el papel de una mujer llamada Beatriz Hernández, quien arengaba a las tropas y daba ánimo a mujeres y niños. De haberse conquistado Guadalajara por parte de las naciones indias la conquista en esta zona habría quedado seriamente afectada.
Cristóbal de Oñate pensó que si reunía en un solo punto a todos los arcabuceros además de la artillería haría mucho daño a los atacantes. Al mismo tiempo planificó un ataque repentino de la caballería a la que dividió en dos columnas que salían por dos puertas. Después del ataque volvían a entrar a la ciudad para salir por la otra puerta, aparentando ser una fuerza superior a la real. Finalmente, los chichimecas se retiraron a pesar de la superioridad numérica.
No obstante, el virrey Antonio de Mendoza logró reunir un ejército compuesto de indios aliados, que igualaba el número de insurrectos. Tras varios combates, en los que destacó el capitán Íñigo López de Nuncibay (otro apellido con resonancias alavesas) contra los rebeldes, las fuerzas del virrey resultaron vencedoras. Sin embargo, estas tribus siempre mantuvieron un pulso con la administración española y se quejaron a Bartolomé de las Casas de los abusos de los nuevos colonizadores.
En agosto de 1546, una expedición mandada por Juan de Tolosa descubre gracias a las negociaciones con las tribus locales los yacimientos de plata de Zacatecas, que se convierten en uno de los más importantes de México. Confirmada la calidad del mineral, se unen a la exploración Cristóbal de Oñate, Diego de Ibarra y Baltasar Temiño de Bañuelos, entre otros. Juntos fundan la ciudad de Zacatecas. Todos ellos se convierten en propietarios de minas.
En 1549, el alavés poseía trece molinos de mineral y de primera fundición, con unos cien esclavos. Considerado un hombre compasivo impuso una edad mínima para trabajar en sus minas y sentenció: «Solamente habían de ser comprendidos en la esclavitud los serranos, como rebeldes y quebrantadores de la paz y conspiradores contra la posesión real». En un año ya había levantado un templo y formado, con otros empresarios, «la aristocracia de la plata».
Se le otorgaron dos encomiendas, una en Culhuacán –actual estado de México- y otra en Tacámbaro –Michoacán-. Oñate llegó a tener una inmensa fortuna y contribuyó a las causas públicas y en la ayuda a los menesterosos.
En un censo que se realizó en 1550 se habla ya de 50 talleres de fundición y refinerías en los alrededores de la ciudad de Zacatecas. Trabajaban unos 2.000 esclavos que son trasladados junto a sus familias y se habían levantado cinco iglesias y un gran número de casas de españoles.
Un minero moderadamente próspero en la zona de Zacatecas tenía generalmente una estancia ganadera que contenía un máximo de 12 sitios, lo que equivalía a una superficie de entre 4.000 y 20.000 hectáreas. El ganado era necesario para sostener y alimentar a los criados y esclavos que trabajaban en las minas.
Uno de los hijos de Cristóbal Oñate fue Juan de Oñate y Salazar, nacido en Zacatecas en 1550. Se casó con Isabel Tolosa Cortés Moctezuma (nieta de Hernán Cortes y del emperador Moctezuma). Heredó las riquezas de su padre, y exploró y conquistó Nuevo México, recorriendo Oklahoma y Kansas. Fue uno de los grandes descubridores de las llanuras americanas cuando se encontraban llenas de bisontes y de tribus indias como los apaches. Llevó a cabo algunas acciones duras contra los indios como cuando se rebelaron en Acoma (Arizona). A pesar de las recomendaciones del Consejo de Indias se llevó a cabo una dura represión para someter a los indios de la zona (680 muertos) y muchos prisioneros que fueron castigados por Juan de Oñate.
Cristóbal de Oñate murió en el mineral de Panuco, Zacatecas, el 6 de octubre de 1567 y su cuerpo fue sepultado en la parroquia del lugar.
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