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David González | Jon Ander Goitia
Domingo, 5 de noviembre 2023, 00:27
De Abetxuko a Mariturri. Desde Sansomendi a Arkaiate. La mancha de la okupación se extiende por el municipio. En algunos puntos ha generado tensiones con los vecinos (Arana o Abetxuko), en otros pasa desapercibido y en uno ha virado a barrio independiente (Errekaleor). Vitoria ... sobrepasa los 150 inmuebles -entre pisos y lonjas- arrebatados a sus dueños, según los datos manejados por los juzgados a los que ha tenido acceso EL CORREO. Dos tercios corresponden a titulares privados. A ese número deben sumarse los 192 pisos municipales del «mayor barrio okupa», como se autodenominan los inquilinos ilegales de Errekaleor, sin ningún procedimiento abierto por la inacción del Consistorio.
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David González | Jon Ander Goitia
David González
Como en el resto del país, la okupación supone un fenómeno en alza, al que las palabras pronunciadas esta semana por el concejal de Convivencia, el socialista Pascual Borja, han vuelto a ponerla en el foco. El edil demandó a los vitorianos «más generosidad» con los okupas y habló de «labor conjunta, hay que repartir responsabilidades» para mejorar la convivencia en los barrios afectados. Veinticuatro horas después, el diputado general, el jeltzale Ramiro González, emplazaba al Ayuntamiento a proporcionar «más seguridad» y trabajar en soluciones.
En su contexto
150 inmuebles (viviendas y lonjas) se hallan okupados en la actualidad en Vitoria. El fenómeno afecta a todos los barrios.
Procesos judiciales abiertos hace 5 años El proceso de desalojo no siempre resulta fácil. Las viviendas habituales pueden recuperarse «en días». Del resto hay casos «iniciados en 2018».
Un garaje, un lavadero y un hotel afectados Aparte de domicilios y lonjas, en los juzgados han tramitado denuncias por «usurpaciones» en un garaje, un lavadero y hasta un hotel abandonado.
192 pisos municipales controlan los okupas en Errekaleor desde 2013. Se han apropiado de dos grandes parcelas adyacentes.
La sentencia que lo cambió todo En marzo de 2019, la Audiencia Provincial de Álava cerró la vía penal al Ayuntamiento con sus okupas por empadronarles primero y denunciarles después.
Una comitiva judicial denunciada por «robo» La comitiva judicial que realizó un reciente desalojo ha sido denunciada por la okupa. No estaba y sellaron la casa con sus cosas dentro. Les acusa de «robo».
Al diputado general le preocupa la situación de jóvenes desarraigados como los instalados desde hace semanas en el antiguo bar Dori, en Arana, el barrio en el que creció. Esos veinteañeros van de lío en lío. Hace una semana destrozaron el inmueble en una pelea entre ellos. Policías locales les señalan como «delincuentes habituales». En su anterior 'hogar', otra lonja en El Polvorín, también ocasionaron temor y rechazo a partes iguales en la zona. Esta semana, por cierto, la Iglesia ha recuperado su edificio en Ramón y Cajal tras abandonarlo los jóvenes que irrumpieron en agosto. «Las habitaciones están destrozadas», aseguran fuentes de la diócesis.
«¿Generosos? Que les ofrezca su casa», se arranca Ángel Lamelas, presidente de la FAVA (Federación de Asociaciones de Vecinos de Álava). «La apropiación de un bien ajeno no tiene excusa y las leyes tienen que ser más estrictas. Muchos van de solidarios, pero si les tocara a ellos o un familiar, ¿lo serían igual?».
En esos casos toca acudir a la Justicia. Hay denuncias por bloques enteros -en la calle Rioja vive de gorra una conocida familia-, por apropiación de un lavadero y hasta un hotel abandonado. Los desalojos son un asunto habitual para los nueve juzgados de Primera Instancia y para el pelotón de abogados y procuradores que defiende los intereses de las víctimas. En el Palacio de Justicia se palpa un indisimulado malestar con este asunto, y con el Ayuntamiento de Vitoria en particular. ¿Por qué? «Con el covid, el Gobierno central aprobó un decreto por el que se suspendían temporalmente los desahucios si a los ocupantes se les consideraba vulnerables», recuerdan fuentes judiciales. Pese a que la normalidad se recobró en 2022, el Consejo de Ministros demoró el fin oficial de la pandemia al 5 de julio de este año. Entre tanto ha renovado esta orden de protección para los desfavorecidos cada seis meses. Estará vigente hasta el 31 de diciembre, como mínimo.
«Esa clasificación corresponde establecerla a los servicios sociales municipales. La conceden casi siempre», coinciden magistrados, letrados y procuradores. Estar en desempleo o tener hijos menores basta para obtener un informe favorable. Además, «debido a su enorme carga de trabajo y al déficit de recursos, el Ayuntamiento se inhibe mucho y eso también paraliza el proceso». Estos expertos cifran en «unos doscientos» los expedientes varados 'sine die'.
El equipo de gobierno local lo niega. Sólo admite «51 informes de vulnerabilidad a solicitud del juzgado» emitidos desde el 1 de enero. «El juzgado decide si lo tiene en cuenta o no. El Ayuntamiento no decide», apunta una portavoz de Servicios Sociales. Otras veces, la denuncia permanece inerte semanas «porque no se logra identificar a las personas que han entrado en el inmueble», admiten medios policiales y judiciales. Sin nombre no hay caso.
«500.000 euros» sin pagar
El Ayuntamiento ha perdido 28 domicilios en el Casco Viejo. Abona sus tasas y derramas para evitar más conflictos con los moradores legales en portales de Zapatería, Chiquita o Cuchillería. Este volumen, unido a los 192 de Errekaleor, le convierte en el mayor damnificado. El anterior equipo de gobierno habló de «500.000 euros» no recaudados en tributos sólo en ese distrito, en manos ajenas desde 2013. Esta institución ha aparcado la vía penal para recuperar sus posesiones desde que la Audiencia Provincial de Álava les afeó por «empadronar a los okupas y denunciarles después».
Alokabide, la sociedad de alquiler social del Gobierno vasco, mantiene activos dieciséis procedimientos judiciales. Cada vez que recuperan un piso social colocan una puerta 'antiokupas'.
Por su parte, la asociación vecinal del centro, Ensanche XIX, recuerda al Gobierno de Vitoria que «la generosidad debe empezar desde las instituciones por la falta de vivienda pública. Todo nace desde arriba».
En septiembre, los okupas de Errekaleor conmemoraron su décimo aniversario con un completo programa. Incluía conciertos, charlas, 'marianitada' y hasta una manifestación de apoyo a Aitor Zelaia y Galder Barbado, condenados a cuatro años de prisión por un delito de «depósito de armas y municiones». En seis meses llegará otra fecha clave. El 18 de mayo de 2017, técnicos de Iberdrola escoltados por ertzainas cortaron el suministro eléctrico al que estaban enganchados ilegalmente. «La idea era ir al transformador general, pero como formaron una barrera humana se optó por la última torre de alta tensión del cercano polígono de Oreitiasolo y se sacaron unos 300 metros de cable subterráneo», resalta un mando policial. Sin opción de reengancharse a la red, los okupas abrieron un 'crowfunding' para instalar placas solares.
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