![Vitoria reduce a la mitad los pisos sin ascensor en cinco años, hasta los 8.500](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/05/08/ascensor8-kYSD-U20023930548476E-1200x840@El%20Correo.jpg)
![Vitoria reduce a la mitad los pisos sin ascensor en cinco años, hasta los 8.500](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/05/08/ascensor8-kYSD-U20023930548476E-1200x840@El%20Correo.jpg)
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«Cuesta, ¿eh?» Son casi las primeras palabras que María Jesús Martínez puede pronunciar tras subir más de cuarenta escaleras en el número 1 de la calle Eulogio Serdán de Vitoria. Es mediodía, viene de la compra y en cada brazo carga con dos bolsas ... de más de cinco kilos. No es que quiera hacer fuerza. Simplemente no le queda otra. Esta vecina de 64 años vive «desde siempre» en este bloque de cuatro alturas y doce pisos que, como otros 34 edificios del barrio de Coronación no tienen ascensor. Representan casi el 5% de las 6.000 viviendas que no cuentan con este servicio porque sus inmuebles tienen más de cincuenta años. Y es que esta zona -calificada como «vulnerable» junto a otras nueve por un inventario de 2021 del departamento vasco de Vivienda- es uno de los 'barrios de oro' que más ha mejorado su accesibilidad en los últimos cinco años.
Pero el avance no es casual. Ni en este ni en otros distritos de la ciudad con una antigüedad similar, ya que el Gobierno vasco exige desde 2018 que los edificios que hayan rebasado el medio siglo cuenten con elevador para poder superar la Inspección Técnica de Edificios (ITE). De ahí que la capital alavesa haya reducido a la mitad el número de viviendas que no cuentan con ascensor.
En total son 8.522 hogares en 1.236 edificaciones, según los últimos datos publicados por la sociedad pública de la rehabilitación Ensanche 21. Un conjunto que se corresponde con el 7% del parque de vivienda de la ciudad. Aunque hay que tener en cuenta que estos registros sólo contabilizan aquellas construcciones que por su altura o tipología están obligadas a poner este sistema.
María Jesús, en Coronación
Ahora bien, la legislación también tiene en cuenta a las personas. Y desde 2017 obliga a todas las comunidades de vecinos a sustituir sus escaleras si cuentan en sus pisos con personas con discapacidad o mayores de 70 años. También si en la finca trabajan o prestan servicios de forma altruista o voluntaria alguna persona con estas características. Este es el único caso en el que no importaría que no hubiese acuerdo entre la mayoría de los propietarios (la mitad más uno). Aun así, existe un requisito esencial: que el importe que han de pagar los propietarios anualmente por la instalación del ascensor no exceda de doce mensualidades de la cuota ordinaria de gastos comunes.
Martínez está esperando precisamente a cumplir esos 70 años para lograr un ascensor en su vivienda. Le quedan cuatro. «No veo el momento», admite. «Todos los bloques cercanos lo tienen. Aquí no se ha puesto porque no ha dado la gana, pero yo me niego a estar subiendo escaleras el resto de mi vida», jadea, entre descansillo y descansillo. «Es primordial porque me pasa cualquier cosa y no puedo salir. Tampoco me puedo marchar porque, ¿a dónde voy? Está todo imposible», suspira.
El mayor porcentaje de hogares que carecen de ascensor se sitúa en el Casco Viejo. Son 3.278 viviendas en 606 edificios; el 64%. Más de la mitad del total (tres de cada cinco). Paula Rodríguez, madre de tres hijos, es una de las vecinas que más nota la falta de ese servicio. Ya no es sólo por el peso, el cansancio o las incomodidades. Su principal problema es que uno de sus hijos, que tiene siete años, tiene movilidad reducida y es invidente. Así llevan casi tres años. Y por mucho que intenta mirar alternativas de alquiler con ascensor en otras zonas, los precios le parecen «inasumibles». Ella paga 580 euros por un piso de tres habitaciones en la calle Correría. «En ese rango ya no hay nada. Además que el 'plus' del ascensor revaloriza mucho la vivienda», apostilla.
Esta zona medieval cuenta con 1.505 mayores de 64 años. Al nivel de envejecimiento de su población se le suma que la mayoría de sus inmuebles se han construido antes de 1980 y siguen sin rehabilitar. La unión de ambos factores provoca que casi en cada calle se encuentren historias en las que la falta de ascensor condiciona la calidad de vida de sus residentes.
Inés Martí hace seis años que no tiene que bajar una silla de ruedas por las escaleras de su vivienda de la calle Pintorería. Pero, a pesar de que se quedó viuda en 2017, recuerda a la perfección los esfuerzos que tenía que hacer al movilizar a su marido minusválido desde un segundo piso. «Menos mal que no vivíamos más altos. Si no, nos hubiéramos tenido que mudar. No fueron años fáciles», recuerda. Ahora, con 62 años, se siente «joven» y no ve mayor problema porque «afortunadamente todos estamos sanos». Además que «no podemos permitirnos esa inversión. Somos todo gente de mi edad, con pensiones muy pequeñas», aclara.
En el ranking elaborado por Ensanche 21, Abetxuko y Adurza son los otros dos distritos que condensan los mayores porcentajes de viviendas sin ascensor. Eso, si no se tienen en cuenta las estadísticas de Ali-Gobeo, cuya tipología de inmuebles con poca altura contrasta con las construcciones de las zonas menos residenciales.
Con todo, el crecimiento en la instalación de elevadores es patente. En un lustro, la entidad municipal ha abonado cerca de 680.000 euros de ayudas para nuevas instalaciones y reformas, lo que se traduce en 547 solicitudes. Por su parte, el Gobierno vasco ha subvencionado en ese mismo período las obras de 4.100 viviendas con casi 1,1 millones de euros.
Carmen Asensio, de 95 años, pedirá una de estas subvenciones el próximo año. «He tirado mucho del carro, sin pedir ayuda hasta tirar y quedarme en el suelo. Me encanta subir escaleras y es uno de mis secretos para haber llegado así de bien a mis años. Pero en noviembre me rompí la rótula, me tuve que mudar de forma temporal a casa de mi hijo en el campo y ahora comprendo que tengo que cuidarme. Me va a venir muy bien», finaliza, desde su casa en la plaza de la Provincia.
En su contexto
7% de viviendas de Vitoria no tiene ascensor. Para las estadísticas, Ensanche 21 sólo tiene en cuenta las construcciones que por su altura o tipología están obligadas a instalarlo.
Si tengo más de 70... Es obligatorio, si algún vecino lo pide, contar con ascensor. También si viven personas discapacitadas. No importa que no haya acuerdo entre los propietarios mientras que el presupuesto no exceda de doce mensualidades de gastos.
Requisito para la ITE El Gobierno vasco exige desde 2018 que los edificios que hayan rebasado el medio siglo de antigüedad cuenten con elevador para poder superar la Inspección Técnica de Edificios (ITE). Hace cinco años había 18.000 hogares sin ascensor.
Instalar un ascensor puede costar desde 12.000 hasta 30.000 euros de media. El presupuesto final variará en función de los detalles (pisos a los que tiene que dar servicio, tamaño, acabados...). No obstante, parte de esta inversión puede cubrirse con ayudas públicas. En Vitoria existen dos vías por las que solicitarlas: la municipal, a través de Ensanche 21, y mediante el Gobierno vasco. En ambos casos, los beneficiarios serán los propietarios de las viviendas (no inquilinos), aunque los trámites deberá hacerlos quien represente a la comunidad de propietarios.
Ahora bien, cada procedimiento tiene sus particularidades. El Ayuntamiento concederá las subvenciones «a título personal y en función de su nivel de renta y situación familiar», según se detalla en el Boletín Oficial del Territorio Histórico de Álava (BOTHA). Por este motivo, se cubrirá desde el 20% hasta el 60% de la instalación. Con una excepción. A las personas mayores de 65 años y a quienes tengan reconocida una minusvalía superior al 33%, se les incrementará la cuantía de las ayudas en un 10% por tener como objetivo «la adecuación de los espacios comunes a sus condiciones físicas o personales».
También se tendrá en cuenta el tipo de obra a acometer. Así, quedan fuera de las solicitudes las obras con un presupuesto inferior a 1.000 euros para elementos comunes y 500 para elementos privativos; «salvo en unidades convivenciales cuyos ingresos sean iguales o inferiores a 15.000 euros. En todo caso, la ejecución de las actuaciones «deberá realizarse en el plazo máximo de dos años desde la concesión de las ayudas». Estas «serán compatibles con cualquier otra subvención pública o privada que pudiera concederse para la misma finalidad, con la única limitación de que su conjunto no podrá superar el 80% del coste».
Para una buena tramitación y gestión de las ayudas, los servicios técnicos de Ensanche 21 prestarán asesoramiento y asistencia técnica. Para ello, será necesario concertar una cita previa en sus oficinas.
En el caso del Gobierno vasco, las ayudas pueden pedirse tanto si el edificio carece de ascensor, como si dispone de él «pero la cabina no es accesible o practicable» y si «la accesibilidad a cota cero desde la vía pública hasta cada una de las viviendas no está garantizada y no puede ser resuelta exclusivamente mediante rampas accesibles». Así se recoge en el Boletín Oficial del País Vasco (BOPV) del 9 de septiembre de 2021, documento en el que se encuentran todas las particularidades que engloban a la solicitud.
En este caso, para conceder las subvenciones también se tendrán en cuenta los ingresos y las zonas en las que se encuentren las viviendas. Si se trata de actuaciones en áreas de rehabilitación aislada, se cubrirá el 40% del presupuesto «con un máximo que se calculará en función de lo que resulte menor; 3.000 euros por vivienda o 30.000 euros por portal». Para las que se den en área de rehabilitación integrada se cubrirá el 50%, «con un máximo que se calculará en función de lo que resulte menor; 3.500 euros por vivienda o 35.000 euros por portal». Las especificaciones de cómo tramitar las solicitudes y declaraciones responsables están disponibles en la Sede electrónica de la Administración Pública de Euskadi.
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