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Vitoria está muy lejos de vivir un 'baby boom' o de verse obligada a construir bloques de viviendas casi a contrarreloj para dar cobijo a un movimiento migratorio masivo como ocurrió en las décadas de los 60 y 70, pero por lo menos ha abandonado ... la UCI poblacional. Después de dos años, el encefalograma del crecimiento ha dejado de ser plano gracias de nuevo al empuje de la población extranjera y más en concreto al de los ciudadanos colombianos que han supuesto la mitad de los nuevos vecinos de otros países que se han empadronado en la capital alavesa en el último año. Pese a tener los paritorios bajo mínimos y los tanatorios saturados, la Green Capital ha dado la bienvenida al año 2023 con 2.298 habitantes más. con lo que alcanza la cifra de los 256.743 residentes y recupera el ritmo prepandémico.
Tras el inaudito 2020, en el que el mundo entero se encerró en casa para luchar contra el covid, la 'peste moderna' para la que no había vacuna ni tratamiento, Vitoria perdió 1.041 vecinos. El pasado año, con más herramientas para luchar contra la nueva infección, ganó sólo 444 tímidos nuevos ciudadanos. Y este ya ha recuperado ese crecimiento sostenido de 2019, que aunque no era frenético, ayudaba a contener a un descabalgado envejecimiento poblacional que preocupa a partes iguales a las instituciones y a los fondos de pensiones. Así se refleja en los datos del padrón a 1 de enero facilitados por el equipo de gobierno municipal, que no recogen la diferencia entre nacimientos y defunciones, pero que según los avances del Instituto Vasco de Estadística Eustat aventura un saldo vegetativo negativo.
Y si no es gracias a los niños, ¿cómo crece Vitoria? Con la llegada de familias procedentes de otros lugares del País Vasco o de España y sobre todo de países latinoamericanos y africanos. Según el cierre del padrón, los vitorianos conviven a día de hoy con 29.839 vecinos de hasta 135 nacionalidades diferentes. Son 2.398 más que el año anterior y de entre todos los colectivos destaca el de las personas procedentes de Colombia que ya han debancado a las nacidas en Marruecos como el colectivo extranjero con mayor presencia en la capital alavesa. Esta comunidad ha ganado 1.190 miembros en 2022 con lo que alcanza los 4.650. Los marroquíes pasan a segundo lugar, con 4.320 súbditos (sólo seis más). Los argelinos, con 1.728 integrantes, son la tercera comunidad más arraigada seguida de la nigeriana, con 1.606 compatriotas. En este año, han llegado más personas de países sudamericanos que de los del Magreb o el África subsahariana.
Están a punto de desaparecer de esta especie de mapa mundi a pequeña escala las representaciones de Islandia, Malta, Burundi, Cabo Verde, Liberia, Namibia, Zimbabwe, Jamaica, Camboya, Laos, Azerbayán y Tadyikistán, ya que sólo tienen a uno de sus miembros entre nosotros. La lista del padrón según nacionalidades se cierra con los «apátridas». Hay ahora 377, 35 más que en 2022.
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Uno de los grandes quebraderos de cabeza de todas estas personas que han decidido echar raíces en Vitoria habrá sido el de encontrar casa en un mercado de alquiler tan caro como escaso. Y casi con seguridad que sus primeras opciones habrán sido las más económicas. Y en este sentido los llamados barrios de oro, más por su antigüedad que por su renta per cápita, se han convertido en refugio, lo que ha servido para frenar un despoblamiento al que lleva la elevada edad de sus moradores y el consiguiente deterioro. Así, zonas como el Casco Viejo, Zaramaga, Arana, El Pilar o Abetxuko han ganado habitantes contra todo pronóstico.
Son los barrios nuevos como Zabalgana, Salburua y ahora Goikolarra (antes Aretxabaleta-Gardélegui) y Olárizu en Adurza los que más vecinos ganan. Allí vive ya uno de cada cuatro vitorianos. Zabalgana sigue imparable como macrobarrio con 29.066 residentes ya entre sus bloques, seguido de Arriaga-Lakua, con 27.426 (ha perdido 154 vecinos); Sansomendi, con 20.464 (también se ha dejado 103 empadronados por el camino) y Salburua, en cuarto lugar, que supera la mítica cifra de los 20.000 y atesora ya 20.282 residentes, 411 más que en 2021.
Entre los que pierden músculo poblacional destaca San Martín. Encadena varios años de pérdidas de población. En 2020 se achacó su declive a la presencia de una residencia geriátrica que tuvo muchas bajas por covid, pero este año, con las vacunas de refuerzo extendidas, ha perdido otros 103 vecinos. Aranbizkarra y Ariznabarra también pierden en un año en el que los pueblos de Vitoria siguen manteniendo su pequeño tironcillo.
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