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En Vitoria hubo 633 manifestaciones el pasado año, un 24,3% más que en 2022. Eso supone una media de 1,9 al día y ... que el 36,6% de las protestas en el País Vasco eligieron la capital alavesa como escenario. Más de la mitad estuvieron relacionadas con temas laborales, un 10,4% fueron en contra de la violencia de género -la lacra que a finales de mayo segó la vida de Maialen en el Hotel Líbere- y un 8,3% correspondieron a cuestiones vecinales. En busca de visibilidad e impacto, esos actos reivindicativos eligieron generalmente el centro de la ciudad como escenario y eso generó afecciones en el uso del espacio público, incomodidades a sus habitantes e incluso cortes en el transporte público.
En esa dirección apuntan desde la Alcaldía de Vitoria, en manos de la socialista Maider Etxebarria. «Al Ayuntamiento le preocupa esta situación porque afecta de lleno a la ciudadanía en servicios públicos esenciales como el transporte», señala a EL CORREO. Y es que la inmensa mayoría de las marchas transcurren en algún momento por debajo de la catenaria del tranvía, lo que obliga a cortar momentáneamente el servicio. «Además, los datos demuestran que Euskadi concentra la mitad de las huelgas registradas en España y que el clima preelectoral de los últimos meses no contribuye, ni mucho menos, a abandonar esa tendencia», considera.
Pero lo primero es conocer la evolución de los datos. Según la estadística facilitada por el Departamento de Seguridad del Gobierno vasco, en Vitoria no ha dejado de crecer el número de manifestaciones -entendidas éstas como «la concurrencia concertada y temporal de más de veinte personas con finalidad determinada»- desde que se dio por controlada la pandemia. Y eso que fueron tiempos pródigos para cualquier tipo de movilizaciones laborales, sanitarias, hosteleras... En Bilbao y San Sebastián existió un leve respiro en 2022 con una menor convocatoria de protestas, pero en la capital alavesa han aumentado sin parar un 31% desde 2021.
A ello ha contribuido, entre otros muchos aspectos, que Vitoria es la principal sede administrativa de Euskadi. De ahí que en los doce últimos meses haya acogido las principales protestas de sanidad y enseñanza de la comunidad autónoma, así como las que el pasado verano protagonizaron los sindicatos de la Ertzaintza con cerca de 2.000 participantes.
«Quienes vivimos en el centro de la ciudad estamos acostumbrados a acoger actos festivos y manifestaciones públicas. Es el precio que nos toca pagar por ser la 'sala de estar' de todos los vitorianos. El problema no es ese. Y es que la convocatoria de casi dos manifestaciones al día es difícil de aguantar por cualquiera», opina José Luis Azkarate, presidente de Ensanche XIX. Este asunto, confiesa, no se ha tratado en ninguna reunión reciente de esta asociación porque asumen que tiene una «complicada» solución. «Absolutamente todos buscamos que nuestras reivindicaciones tengan eco, pero eso no tiene que suponer esta continua incomodidad», defiende.
Eso mismo piensa Garbiñe Henry, doctora en Sociología Urbana y directora de Innovación y Emprendimiento de la Universidad de Deusto. Ella advierte de que «donde empiezan los derechos de unos aparecen las dificultades para los demás» y ese equilibrio es muy complicado de gestionar. «Se corre el peligro de que con dos manifestaciones al día en la ciudad se genere un efecto bumerán. La gente en vez de interesarse por unas reivindicaciones legítimas y solidarizarse con los problemas del prójimo puede generar sentimiento de rechazo por el trastorno que han provocado en su vida cotidiana. Tal vez habría que replantearse el horario de las protestas o incluso sus formatos», defiende Henry.
Esta doctora en Sociología Urbana indica que, a diferencia de otras ciudades, en Vitoria es complicado colapsar los accesos por carretera y su efecto, además, es bastante limitado porque el 75% de los alaveses viven en el casco urbano. El problema en el caso concreto de la capital vasca es que la mayoría de las grandes manifestaciones pasan por algún punto del nodo central del tranvía -entre las paradas de Angulema y Lovaina- lo que obliga a cortar el servicio de transporte público de manera momentánea. Además, casi la mitad de las líneas de autobuses de Tuvisa (1,4,6,7,y 10) también pasan por la calle Independencia y tienen que desviarse o directamente echar el freno para garantizar el desarrollo de las protestas.
José Enrique Antolín, doctor en Sociología en la UPV/EHU, admite que «cualquier ciudad está sujeta constantemente a conflictos y tensiones» porque es en el «espacio público donde se manifiestan los actores». Este, el de protestar, «es un derecho legal» que se ejerce «donde más repercusión tiene». No habría lógica en irse a un punto de la periferia porque lo que se busca no es juntar a un número variable de gente, sino que se les vea y se les tome en cuenta.
¿Y qué hay de las molestias que se generan? «Los vecinos del centro se quejan de esto, y los de la periferia de otras cosas», argumenta Antolín. Así que «tenemos que normalizar» este tipo de situaciones porque «forman parte de los derechos que tiene la gente mientras se desarrollen dentro de un marco legal». «Es cierto que se generan molestias, pero forman parte de la convivencia en una ciudad» y son, a su juicio, necesaria palanca de cambio en ocasiones diversas.
Pero, ¿por qué suben el número de manifestaciones relacionadas con temas laborales cuando la conflictividad laboral se ha rebajado? Pello Igeregi, responsable de Negociación Colectiva de ELA, defiende que el aumento en el número de manifestaciones registradas por la Ertzaintza tendría una primera explicación en el hecho de que «quizás haya menos movilizaciones sectoriales, que son las que juntan a más gente, pero hay más de empresas sueltas» aunque menos concurridas. En Vitoria existe la excepción de Michelin, que en junio sacó a la calle a una parte importante de su plantilla.
Además, se da la circunstancia de que la idiosincrasia alavesa arrastra las protestas laborales de la zona rural hacia la capital. Eso sin olvidarse de conflictos como el que afecta a las residencias privadas que llevan años enquistado y que se ha traducido en múltiples huelgas a lo largo del año pasado.
MANIFESTACIONES EN VITORIA
Temas laborales 325 (en 2022 fueron 256)
Libertad de presos de grupos terroristas 2 (en 2022 fue 1)
Contra medidas políticas legislativas 33 (en 2022 fueron 14)
Asuntos vecinales 53 (en 2022 fueron 61)
Temas nacionalistas 2 (en 2022 fueron 4)
Sanidad 17 (en 2022 fueron 23)
Enseñanza 43 (en 2022 fueron 30)
Contra violencia de género 66 (en 2022 fueron 57)
1º de mayo 17 (en 2022 fueron 8)
Temas de inmigración 5 (en 2022 fueron 3)
Contra el terrorismo 7 (en 2022 fueron 8)
Ecologistas 3 (en 2022 fueron 6)
Otros 60 (en 2022 fueron 38)
Sin comunicación previa 0 (en 2022 fueron 2)
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