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Con su primer sueldo supo lo que era ganarse el pan. Literalmente. Y es que la futura vedette Beatriz de Lenclós era apenas una niña cuando debutó, en plena Guerra Civil en Madrid. «La primera actuación fue para los milicianos: a cambio de un ... chusco bailaba la jota aragonesa, ja, ja, ja», recuerda con buen humor Beatriz Ledesma Gorostiza. Nacida en Vitoria un 4 de agosto, cumplirá 96 en la próxima bajada de Celedón y ha vuelto a su ciudad natal para participar en la gala que celebra el centenario del Teatro Principal. No podía faltar quien recorrió las tablas de toda España con las canciones y los bailes de espectáculos y revistas. Como 'primera actriz', algo que era muy serio -casi como el escalafón militar- y a lo que accedió «haciendo una sustitución». Y es que se aprendía no sólo su parte, sino el papel de quien estaba por encima. La aplicada joven lo bordó.
Lo que no pudo fue estudiar otras cosas, ya que los centros se cerraron con la guerra. «Nos hicieron puré a nuestra generación. Yo iba a un buen colegio, de monjas», recuerda. «Me tuve que dedicar al 'hobby'», agrega quien siempre tuvo a su lado a una madre que «me llevaba a baile, flamenco, bellas artes, clásico, a educarme la voz... Decía 'ya que no te vas a sacar una carrera, eres guapa, te gusta bailar...'». Y acertó. «Pero me costó, ¿eh? No se llega porque sí. Es poquito a poco», matiza la artista.
Está de nuevo en su ciudad natal -vivió aquí hasta los 3 años y los cinco siguientes, en Bilbao, antes de ir a Madrid- y ni siquiera se queja del clima invernal. «Me encanta, porque no me gusta el frío del mar. He vivido muchos años en Madrid y estoy más acostumbrada al seco. La humedad me afecta por la artrosis, los años. Aquí no tengo frío. Es la tierra vasca, porque soy vasca 100%», subraya antes de «ir a ver donde me bautizaron, a San Miguel, a ver a La Blanca», anuncia Beatriz Ledesma.
Como le dijo hace tiempo a un entrevistador, «si tengo que perderme, que me busquen en Benidorm», donde ha residido muchos años. Ahora es vecina de Altea, con su hija y uno de sus tres nietos, «porque ya no puedo vivir sola, pero lo he hecho desde que me quedé viuda, durante 50 años: en la gloria».
Fue en Benidorm donde su imagen con un bañador de dos piezas la convirtió, sin buscarlo, en pionera del bikini a mediados de los años 50. «En aquel entonces era un escándalo», expone quien también escuchó cómo pedían la excomunión de toda la compañía por «una obra de teatro subidita de tono en diálogos. Un cura de ese pueblo, que se conoce que era mucho cura, dijo 'fuera, excomulgados todos'. Ni hice ni caso», expone quien actuaba en aquella 'La Blanca Doble' junto a Lina Morgan.
A estas alturas, ha sido la escena la que le ha hecho volver desde Levante. En concreto, la gala 'Cienycientas' en el Teatro Principal. «Participo en la obra de teatro, donde salgo como una más del coro. Y una señorita me hará una pequeña entrevista. Creo que van a poner una canción de la que ni me acordaba: ni siquiera me reconozco la voz, es muy pequeñita. Se conoce que era muy joven», calculaba horas antes de la función.
Beatriz se acuerda más de la revista 'Una noche fuera de casa', «una obra muy moderna, tenía mucho diálogo, era muy simpática». Con ella se despidió de las tablas, allá por 1956, para casarse con un codiciado soltero de Benidorm -«todo un tarzán»- y porque estaba harta de envidias y «zancadillas» entre bambalinas.
Desde luego, entre las vedettes de la época y el panorama actual, «nada que ver. Es más, las chicas de conjunto, no todas, eran 'ligeritas' y ahora ya se han pasado. Bailaban, tenían sus novios, eran más -no me gusta la palabra- decentes. Pero la farándula de ahora, no». Tampoco era por falta de ofertas de ardientes admiradores de Beatriz de Lenclós: «Me llegaron a dar un cheque en blanco y lo rompí». Otro, insistía en quedar para tomar un café. «Recibí un gran ramo de orquídeas y una nota. Si salía a escena con una flor puesta, aceptaba. Mi compañera Mary Santpere dijo 'ya no te va a molestar más'. Y salió ella, llena de orquídeas, ja, ja».
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