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La llegada de los ordenadores portátiles a las aulas vascas para su uso por parte de los alumnos supuso una auténtica revolución tecnológica hace casi una década, pero también un reto para los docentes. Desde ese primer momento en el colegio San Prudencio de Vitoria ... identificaron que los dispositivos personales eran una herramienta educativa, sí, pero también «un arma de doble filo». «Los alumnos se despistaban en clase, sobre todo los de la ESO. Así que desarrollamos una herramienta de control propia para asegurarnos de que los dispositivos educativos sean eso, única y exclusivamente educativos», explica Mikel Gastañares, director del centro.
Lo que comenzó como un proyecto piloto se ha ido completando y mejorando curso tras curso hasta convertirse en Closnet, un sistema de supervisión de los 'chromebook' del alumnado que también pueden utilizar las familias en casa. Los resultados son tan buenos que San Prudencio ha exportado la herramienta y ya la utilizan otros 23 centros. La mayoría son vascos (de Vitoria Urkide además de colegios de Amurrio, Labastida, Nanclares, San Sebastián, Bilbao, Orio, Andoain, Elorrio...) pero también ha llegado hasta escuelas de Navarra, Cataluña, Galicia y Andalucía. A esto se suma el interés de centros de otras partes del mundo, como Estados Unidos, que si bien no han llegado a instalar el sistema sí que se han informado sobre el funcionamiento.
Pero, ¿qué ofrece Closnet más allá del control que ya incluyen los 'chromebook' de serie? «Es mucho más flexible, permite al profesor adaptarse a lo que necesita en cada momento y además tiene la derivada del seguimiento, ofrece una información detallada e instantánea sobre los sitios web que visita cada alumno. Y al final del día o de la semana se pueden sacar las estadísticas», explican Antonio Blanco y Rubén Baltasar, creadores de la herramienta. Los profesores –o las familias, si se utiliza en casa– tienen la posibilidad de bloquear determinados sitios web para impedir que los menores accedan durante las horas lectivas o cuando están haciendo las tareas fuera del colegio. Pero también existe la opción de desbloquear esos enlaces en momentos puntuales en los que sí se quiere permitir el uso. Por ejemplo, el acceso a la plataforma de música Spotify está restringido, pero si un profesor da tiempo libre para un trabajo individual en el aula puede levantar el veto durante ese rato para que los alumnos escuchen música con sus cascos.
Pero no es precisamente esta aplicación la que más preocupa a los docentes. «A lo que más acceden, con mucha diferencia, es a juegos que están disponibles en Google. Eso les despista mucho. Y también a vídeos de YouTube», detalla Antonio Blanco, que además de profesor es ingeniero informático. «Acceso a pornografía apenas hemos detectado, algún caso puntual de 'anime' pero nada generalizado. Tampoco hemos detectado intentos de apuestas 'online'», añade Blanco. Por edades, los alumnos de la ESO tienden a despistarse y a intentar acceder a sitios 'prohibidos' mucho más que los estudiantes de Primaria. «Los más pequeños todavía tienen la figura de autoridad del profesor muy presente y no quieren que les pillen haciendo algo que saben que está mal».
Más allá del control por parte del profesorado –«no nos gusta la palabra vigilar, si no más bien supervisar porque es acompañarles», apostillan los creadores– esta herramienta ha provocado que los propios adolescentes desarrollen un autocontrol cada vez mayor. «Ellos saben que podemos ver lo que están haciendo en cada momento, por lo que se cortan mucho», señala Rubén Baltasar, técnico superior de telecomunicaciones y sistemas informáticos. Los alumnos empiezan la semana con cien puntos y los van perdiendo si intentan acceder a webs que no son de contenido educativo. «Este sistema funciona muy bien y ayuda a que se autogestionen. A ninguno le gusta perder puntos».
Por parte de las familias, el 'feedback' es muy positivo. «Había una preocupación cada vez mayor y nos han agradecido mucho que pongamos esta herramienta a su disposición», sostiene el director de San Prudencio. Los creadores de Closnet inciden en otro punto, y es que, a diferencia de lo que puede ocurrir con otros sistemas, los datos personales que se recogen con este se eliminan y no se utilizan con ningún fin comercial o de otro tipo. «Además hemos logrado ofrecerla a un precio muy competitivo, mucho más barata que otras herramientas de este tipo».
En los últimos años se ha hecho una divulgación interna y a nivel de profesorado, también con otros centros. Pero a partir de septiembre comenzarán las formaciones a las familias de manera presencial para que puedan sacarle todo el partido a este instrumento.
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