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La Almendra medieval vuelve a ser hoy el marco de la Vitoria moderna, sin los caballeros, bufones, juglares, tenderos y saltimbanquis que la devolvieron a su apogeo, y que convirtieron el Casco Viejo en un hervidero desde el viernes. El breve regreso al medievo, que ... cumplía su decimoctava edición, e confirmó así como uno de los grandes eventos del año y la actividad popular de mayor afluencia tras el paréntesis de La Blanca. Las primeras estimaciones, realizadas escasas horas antes de que finalizara el programa, señalaban que el número de visitantes podían superar los del pasado año, cuando se acercaron 200.000 personas. La huella del Medievo se muestra cada vez más profunda en la capital alavesa.
Los 260 puestos comerciales y de artesanía, los 61 talleres de oficios antiguos, las 34 compañías y los miles de elementos decorativos atrajeron a gran parte de la ciudadanía hacia la Almendra, a la que además acompañó el buen tiempo, incluso con momentos de excesivo calor. El mayor número de desfiles y actividades, la extensa oferta gastronómica y la continua actividad convirtieron el Casco vitoriano en el epicentro del jolgorio desde el pasado viernes, cuando comenzaron los festejos.
«El balance es muy positivo y demuestra que el evento se consolida», aseguró el concejal de Empleo y Comercio, Felipe García. Aunque el Ayuntamiento no conocerá las cifras oficiales hasta hoy, la ronda de contactos que realizó su Departamento ayer por la mañana le invitaban a mostrarse optimista. «En el sondeo que hemos realizado, la opinión de los artesanos era muy satisfactoria, y los comerciantes aseguraban que han vendido muy bien», subrayó el edil socialista, quien celebró la «buena acogida» que tuvieron las actividades y procesiones, en las que la Corporación realizó un «esfuerzo importante» de cara a esta edición. «Es posible que las cifras sean incluso mejores que las del año pasado, pero no es algo que nos preocupe», indicó García, satisfecho con el arraigo que ha adquirido el tradicional mercado.
asegura el concejal Felipe García
No obstante, el único punto negro del evento festivo se encontró en la taberna ambulante que fue precintada por mantener la comida en mal estado de conservación. «Era una barbaridad lo que tenían ahí», reconoció García, en referencia a los 880 kilos de alimentos fresco que tuvieron que ser destruidos en el vertedero de Gardelegi al comprobar que se encontraban sin refrigeración, e incluso amontonados en el suelo. Parte de la carne porcina, de hecho, se encontraba debajo de una mesa de ping pong, a temperatura ambiente y sin protección.
La irregularidad, sin embargo, se detectó a primera hora del sábado, antes de que la actividad del Mercado Medieval se reanudara y sin tiempo a que los alimentos fueran manipulados. «Fue un caso aislado y resuelto antes de la apertura. Quien no cumple con las normas, no puede entrar. Tomamos buena nota para el futuro», aseguró el concejal, que acudió en persona al puesto tras recibir el aviso de la Policía Local.
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