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El bloque de Mariturri donde Eider García vive con su pareja y su pequeña Paula ha estado rodeado de «descampados» desde que estrenó el piso ... hace seis años. «Ahora me están construyendo justo enfrente y al lado de casa», retrata agarrada al carrito de su hija a las puertas del colegio que abrió hace un lustro en el barrio. Hasta allí, uno de los extremos de la ciudad, a cuatro kilómetros del centro, han vuelto las grúas, las hormigoneras y el ruido de las incansables piquetas. También a Arkaiate y, en los últimos meses, se ha intensificado además su trabajo en Aretxabaleta. Las tres puntas de los distritos más nuevos de Vitoria, que pasan de los 10.000 vecinos en sus censos, han recuperado la actividad constructora tras una década de parón. Sobre sus parcelas hay ahora trece promociones de obra nueva, proyectadas o en marcha, «y no serán las últimas», afirman en el sector del ladrillo.
La crisis inmobiliaria apagó la maquinaria «entre 2010 y 2019» y dejó los barrios más jóvenes a medio coser, con decenas de espacios vacíos entre los edificios levantados. En el kilométrico Paseo de la Ilíada (1.600 metros a lo largo de Arkaiate) se encadenan varios terrenos tomados por la vegetación, las mascarillas usadas y los plásticos de todo origen. Es lo que ocurre cuando, explica Itziar Aguado, profesora de Geografía Humana en la UPV/EHU, «se construye de fuera hacia dentro». «Primero, en los puntos más alejados, los pisos sociales o de protección pública, y después en las parcelas intermedias, que mientras tanto se van revalorizado», cuenta. Y en esas áreas se multiplican hoy los carteles de promotoras e inmobiliarias. Uno tras otro. Adrián Pinedo llegó hace ocho años a esta esquina de Salburua -entre los ríos Errekaleor y Santo Tomás- que cuenta sólo con un par de bares y una panadería-degustación. «En este tiempo no han construido mucho, pero en el último año sí que se nota más actividad», confirma con la barra bajo el brazo.
Eider García
Vecina de Mariturri
Itziar Aguado
Profesora de Geografía Humana
En los extremos de los distritos más jóvenes, conquistados por 'singles' y parejas en torno a los 30-40 años, muchos acompañados de perro, controlan cada movimiento de tierra en el vecindario. El Plan General contempla la creación de alrededor de 13.000 viviendas entre las tres zonas y, por ahora, se ha levantado algo menos de la mitad. «Son sectores muy extensos, con muchos huecos que se van a ir rellenando, y ahora hay demanda. En estos casi diez años sin construirse nada se ha ido generando una bolsa de gente que quiere comprar casa», expone Carlos Fernández de Nograro, de PisosVitoria.com, con tres promociones de obra nueva en cartera. Una de ellas en Aretxabaleta que, a un paseo del vertedero, sigue en expansión. Es la zona de moda, «donde más se edifica». Cerca de 2.000 personas residen actualmente en este rincón rebautizado por sus propios vecinos como Goikolarra -sin contar el pueblo, cada día más rodeado de grúas- que suma sin descanso pisos en formato urbanización y viviendas unifamiliares. «En nivel de renta, edad, estudios... es una continuación de Mendizorroza. Su 'estatus' es superior al de Arkaiate y Mariturri», describe la experta de la UPV/EHU. Y, además, su oferta comercial -un supermercado y algún local hostelero- se concentra en un mismo edificio a los pies del barrio, mientras que en los otros dos sectores existen lonjas en los bajos de cada bloque. Con muy poco éxito, eso sí.
Carlos Fernández de Nograro
PisosVitoria.com
Ulises Urdaneta y su madre se animaron hace poco más de un año a colocarse al otro lado del mostrador de la panadería-cafetería Lakua en Arkaiate, cuyo padrón no llega al millar de habitantes. «La mayoría de los clientes tiene entre 35 y 40 años, hay mucho niño pequeño... Los únicos mayores que andan por aquí suelen ser abuelos que han venido por los nietos», radiografía. Y en los últimos meses, entre las horas punta de entrada y salida al colegio, sirve el café también a «bastante gente de la construcción». En la zona, casi en la frontera con el pueblo de Arkaia, se levantan decenas de pisos donde la terraza -de hasta 150 metros cuadrados, destaca el anuncio de una promoción- es la gran protagonista. «Es algo que nos ha traído la pandemia. Hacemos más vida en casa y buscamos cosas en las que antes no nos fijábamos», reconoce Fernández de Nograro. Como la posibilidad de pasar de la ciudad al campo con sólo cambiar de acera que ofrece Vitoria por sus extremos. «Es que tenemos el Anillo Verde al lado y mucha tranquilidad, no hay ruidos... A mí, mudarme al centro me agobiaría mucho», plantea Eider García, con residencia en el Bulevar de Mariturri, a tres cuartos de hora a pie de la plaza de la Virgen Blanca.
Ulises Urdaneta
Trabaja en Arkaiate
Pero vivir en la otra punta de la ciudad, con parcelas sin conquistar por la urbanización, también tiene sus contras. «La dependencia del transporte es tremenda. ¿Cuánto tiempo pierden a lo largo del día en desplazamientos?», dispara Aguado. «Yo hago toda la vida en el barrio salvo la compra, que voy a Salburua. Cojo el coche y lo lleno para un mes», cuenta Natalia Hernández a punto de morder un bocadillo en la terraza del bar Ilíada, en Arkaiate, que arrasa con su pintxopote entre los vecinos. «Los lunes y los martes son los días que menos gente hay por la calle porque se van al 'súper'», sobre todo al Alto de Armentia y en vehículo, apunta Francine Tapia desde la panadería La Vitoriana donde despacha en la Avenida Reina Sofía, en Mariturri. En este distrito que llena su media docena de bares cada fin de semana conviven unas 7.300 personas, entre ellas, parte de la plantilla de la cercana factoría de Mercedes-Benz.
Y en los próximos años, prevé Fernández de Nograro, el padrón no parará de crecer por los extremos de la ciudad. Al Este, al Oeste y, sobre todo, advierte, por el Sur. «Se está construyendo porque hay demanda y, además, se está acelerando el proceso de venta porque los precios -del petróleo, los materiales...- están subiendo de manera alarmante», advierte.
13.000 viviendas se pueden levantar aproximadamente en Arkaiate, Mariturri y Aretxabaleta, según el Plan General, pero por ahora sólo se ha edificado menos de la mitad.
Pisos con terrazas de 150 metros, chalés... Entre las trece promociones de obra nueva que hay sobre estos tres barrios (la mitad, seis, en Aretxabaleta) aparece todo tipo de inmuebles.
4 kilómetros separan al Bulevar de Mariturri de la plaza de la Virgen Blanca (alrededor de un cuarto de hora a pie) y en torno a 3 alejan al paseo de la Ilíada, en Arkaiate, y la calle Asparrena, en Aretxabaleta, del mismo punto.
El café, al lado de casa y la compra, en coche Los vecinos de estos tres puntos pueden comprar el pan y algún producto de necesidad básica en el barrio. También tienen locales hosteleros en la zona, pero carecen de supermercados.
Cuatro kilómetros de distancia, más de media hora de paseo, para llegar al centro puede parecer una eternidad, pero los vecinos de Arkaiate, Mariturri y Aretxabaleta sostienen que «lo de estar lejos del centro es muy relativo». De hecho, a excepción del trabajo, los residentes en estas zonas hacen vida en el barrio. «Los fines de semana y en verano esto está a tope de gente», asegura Natalia Hernández en una terraza del paseo de la Ilíada, a dos pasos del pueblo de Arkaia.
En los extremos de Vitoria, cuentan, los vecinos mantienen una relación más estrecha que «en el centro» y la mayoría es «gente de la edad, treintañeros o de cuarenta y pocos». «Nos conocemos todos. No hace falta ni que me digan lo que quieren», comenta Francine Tapia al otro lado del mostrador de La Vitoriana en la Avenida Reina Sofía de Mariturri. «Esto es como un pueblo», ahonda Hernández. Y ella lo tiene claro: «Aquí se vive mejor».
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