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El Ayuntamiento de Vitoria descarta la construcción de 294 viviendas entre el Alto de Uleta y la carretera de Lasarte. El Gabinete Urtaran considera que ese proyecto, que recoge la edificación de chalés y pisos de escasa altura y que lleva 15 años parado, ... contrasta con el modelo de ciudad que prepara para los próximos años. «No se urbanizará nada que no lo esté ya», asegura a EL CORREO la concejala de Territorio, Ana Oregi (PNV).
La postura del equipo de gobierno local (PNV-PSE) deja así en el aire la construcción de las casi 300 viviendas que forman parte de un plan que se aprobó en 2006 con los votos de PP, PSE y PNV. Se trata, en su mayoría (178 unidades), de viviendas similares a las que existen en Ciudad Jardín, y chalés unifamiliares (116) en algo más de 40 hectáreas de superficie (casi 400.000 metros cuadrados). Esta nueva ampliación al Sur estaba llamada a convertirse en una de las zonas más exclusivas de la capital alavesa, a un paso de las instalaciones de La Peña Vitoriana y de la ikastola Olabide.
Pero tras 15 años sin apenas avances en el proyecto por el estallido de la crisis económica de 2007 y la lenta reactivación del sector, el Gabinete Urtaran apuesta ahora por desclasificar estas parcelas. Es decir, retirarlas del listado de suelos urbanizables. «Estos suelos permitirían una mejor conexión del parque de Armentia con el de Olárizu», sostiene en sus propuestas para «potenciar la infraestructura verde» en el avance del nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU).
La categórica postura del gobierno municipal contrasta con el reciente intento de los propietarios de reactivar la construcción de viviendas. Los promotores, que hace tres años apostaban rediseñar el polígono y aumentar los pisos en detrimento de los unifamiliares, de más difícil venta entonces, buscan ahora anticiparse a la posible aprobación de este documento que impida el crecimiento de la ciudad hacia esta área. Ahora sí se aprecia demanda para lanzarse a urbanizar ese sector. En los últimos meses, muy cerca de allí, varios promotores han acelerado la construcción de seis bloques en Armentia por las ganas de vivir fuera de la ciudad que en parte ha dejado la pandemia.
Pero el pulso no será fácil. El Ayuntamiento mantiene que su «objetivo es que no se urbanicen» nuevos núcleos en el término municipal. La renuncia a la construcción de esos 294 pisos y chalés, sin embargo, pasa por una necesaria negociación para compensar la inversión que en su día realizaron los promotores y respetar los derechos edificatorios consolidados por el plan anterior. El Gabinete Urtaran, en este sentido, explora fórmulas para evitar «indemnizaciones millonarias» que en ningún caso contempla. Por otra parte, solo los terrenos de Lakua-Sansomendi, Arriaga, Salburua y Zabalgana se podrían transformar en residenciales, según una de las alternativas del avance del Plan General propuesto por Urtaran. La superficie de estos sectores sería de casi 500.000 metros cuadrados. La diferencia reside en que el suelo se encuentra ya urbanizado, pero sin edificar.
Se trata de barrios que todavía cuentan con una baja densidad de población en relación a su extensa superficie. «Es necesario un reciclado de ciudad. Reutilizar y redensificar», explica Oregi, quien suele reiterar la obligación de «crecer hacia dentro». En cualquier caso, el nuevo Plan General, el documento urbanístico de mayor rango, necesitará contar con el apoyo expreso de al menos un grupo de la oposición (EH Bildu, PP y Elkarrekin Podemos) para salir adelante. Es decir, no bastaría con una abstención como sucede en la mayoría de los acuerdos municipales.
Tampoco se trata de conocer la postura concreta que adoptará el resto de grupos respecto a esta cuestión, ya que el texto afecta a toda la ciudad, y no solo al terreno mencionado. La concejala responsable de Territorio, por su lado, advierte de que será necesario «un ejercicio de equilibrio» para alcanzar algún pacto entre formaciones. «Es un texto muy complejo, que abarca mucho. Seguro que la versión final no será la que más me guste a mí o a cualquier otro, pero poner líneas rojas en la negociación significaría quedarnos con un plan peor, como sería el actual», avisa.
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