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La de su reforma es, probablemente, una de las funciones más tediosas a las que se ha enfrentado el Principal en sus 102 años de historia. Después de un 2019 marcado por las elecciones y un 2020 baldío por la pandemia, el teatro encara ahora ... un año decisivo para su necesaria remodelación. El achacoso escenario de la San Prudencio parecía condenado al ostracismo municipal. Sin embargo, a pesar de estar aletargados por el virus, los planes para remozarlo se han reactivado en estos últimos tiempos.
Urbanismo ultima los detalles del pliego de condiciones para licitar el proyecto de obra en los próximos meses –con toda probabilidad, ya en el segundo trimestre del año– y el cronograma que se maneja ahora desde Cultura pasa porque los trabajos arranquen en 2023. Conviene recordar que precisamente esa era la fecha que, en un principio, se había marcado el Consistorio para que el teatro estuviera remozado. «La pandemia lo trastocó todo, estos son unos plazos bastante realistas», justifican ahora fuentes municipales.
Pero la pandemia no es el único factor que ha lastrado el proyecto. A lo largo de 2019, el área de Cultura atribuía a las dudas que planteaba la financiación del Gobierno vasco la demora del proyecto. De hecho, de las tres instituciones propiedades del centenario edificio –el Gobierno vasco cuenta con un 40% y el Ayuntamiento y la Diputación, un 30% cada una– es la única que todavía hoy no ha consignado cantidad alguna para acometer los trabajos. Y, aún, así desde Cultura se da por hecha la implicación de Lakua en la reforma. «Ni nos planteamos otro escenario», aseguran.
Los primeros cálculos apuntaban a que la reforma del complejo podría suponer un desembolso de 12,2 millones de euros. Es el coste estimado de la opción intermedia que se planteó para su reforma: la más ambiciosa se disparaba a los 18 millones. Sin embargo, todo apunta a que esa cifra se quedará corta. El equipo de Gobierno municipal decidió incluir aspectos de eficiencia energética como cebo para tratar de pescar en los fondos europeos de recuperación. Se anunció que se iba a tirar la caña para pedir 12 millones de euros. Queda por ver si, finalmente, el Gobierno vasco tira el sedal y, lo más importante, si Bruselas acaba picando.
Entre tanto, el proyecto encara este año sin su 'competencia' directa: el auditorio. Rodeado de una partitura de dudas desde su resurrección por parte del alcalde Urtaran en vísperas de las pasadas elecciones, el plan ha quedado relegado, lo que supone, al menos de momento, que el alma socialista del gobierno municipal haya logrado imponer su criterio a la hora de esbozar el mapa de equipamientos culturales que precisa la ciudad en los próximos años. La concejala Estíbaliz Canto siempre había defendido que la reforma del Principal tenía que ser prioritaria ante cualquier otro proyecto. La imperiosa necesidad de actualizar «un teatro del siglo XIX que aspira a acoger montajes del XXI» se ha convertido en un mantra de su gestión.
Ya en el informe de la consultora Idom, que el Ayuntamiento tiene en su mesa desde julio de 2018, se señalaban importantes deficiencias, tanto en materia de confort como otras mucho más alarmantes, que afectan a la accesibilidad y la operatividad del edificio sobre el estado estructural de un edificio cuya anterior reforma, a comienzos de los 90, fue meramente estética. Ahora mismo, las compañías sólo pueden utilizar el espacio escénico al 70% de su capacidad. El Principal no puede perder un año más.
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