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El coronavirus se ha cargado La Blanca tal y como la recuerda cualquier vitoriano, masiva, con blusas y neskas arremolinados por todos los rincones de la ciudad, pero no ha podido con uno de sus actos centrales. El próximo 4 de agosto habrá Chupinazo y ... se lanzará precisamente en «homenaje» a quienes se las han visto cara a cara con la maldita pandemia. El personal sanitario se encargará de prender la mecha y de representar no sólo a su colectivo sino también a las víctimas del Covid-19 en un evento que aún está por rediseñar –y que por ahora no contempla la bajada de Celedón– para que cumpla todas las medidas de seguridad y salud.
El anuncio el pasado viernes de la suspensión de las fiestas de Vitoria, junto a las de San Sebastián y Bilbao, «como hasta ahora las hemos conocido» dejaba la puerta abierta a la reinterpretación de alguno de los actos que la ciudad acoge entre el 4 y el 9 de agosto para su supervivencia sin las aglomeraciones habituales. Y el Chupinazo ha sido uno de ellos. «Queremos que los vitorianos y las vitorianas no renuncien a una de las citas más entrañables del año. La pandemia no nos la va a arrebatar», explica Estíbaliz Canto, concejala de Educación y Cultura, como motivo de su continuidad en la agenda local. Eso sí, nada de codazos en la balconada de San Miguel para hacerse un hueco en primera fila o una plaza de la Virgen Blanca hasta los topes porque el lanzamiento del cohete se adaptará para evitar cualquier riesgo de contagio.
El departamento que lidera Canto, y que ha visto cómo el coronavirus hacía añicos el programa de La Blanca que había diseñado al detalle, estudia ahora el formato del acto que este verano resultará aún más especial si cabe. «Hemos decidido que el Chupinazo se mantenga como homenaje a los sanitarios y las sanitarias que se han enfrentado cara a cara al virus, poniendo en juego sus vidas, y todas aquellas personas que han sufrido las consecuencias de la enfermedad», comparte la edil, a cuyo grupo (PSE) le correspondía este año el turno rotatorio para la elección de los chupineros que siguen las formaciones municipales.
Desde que los políticos dejaron en 2007 de prender el inicio de las fiestas, ese honor ha recaído en colectivos como los donantes de sangre y órganos, los celedones de oro, la Prensa local, la Asociación de Víctimas del 3 de marzo, el club Gaztedi o la escritora Eva García Sáenz de Urturi, entre otros afortunados. 2020 es, sin duda, el año de los sanitarios por «su encomiable labor» contra la pandemia que ha puesto el mundo patas arriba y los socialistas entienden que el Chupinazo debía ser para ellos. A lo largo de las próximas semanas –todavía faltan un par de meses y medio para el 4 de agosto– se desarrollará, «contando con el sector», el estudio que asegurará que durante su encendido se cumplan todas las medidas sanitarias. Y hasta ese momento habrá también tiempo para repensar el resto de eventos de La Blanca ya que, a pesar de la cancelación de las fiestas, se ha dejado sobre la mesa la posibilidad de desarrollar actos de pequeño formato.
Eudel, por ejemplo, plantea actividades culturales y festivas con un aforo máximo de 250 asistentes sentados. Nada que ver con las multitudes que reúne La Blanca cuyo menú para 2020 estaba ya preparado y no se va a poder servir. La concejala de Cultura destaca, en ese sentido, la tarea realizada por su departamento en «una situación excepcional que nos ha obligado a reinventarnos y a trabajar en unas condiciones que hasta ahora no se habían dado».
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