Vitoria tiene más casas de apuestas en los barrios con menor renta y formación

El barrio próximo a la 'almendra' supera en número de casas de apuestas incluso al Ensanche y Lovaina, que escapan a la comparativa de ingresos y estudios porque su ubicación funciona como reclamo y juegan un papel de «centro urbano». Así lo señala la investigación realizada por el centro Reina Sofía, que incide en que los distritos con «niveles de formación más bajos» atraen a este tipo de negocio. En este marco incluye zonas como Zaramaga y el Casco Medieval, ambas con dos establecimientos de juego, y que también se encuentran por debajo de la media en renta per cápita de la capital alavesa.

En el extremo opuesto se hallan Mendizorroza, San Martín, Aretxabaleta y Ariznabarra, entre otros, sin presencia de casas de apuestas en su vecindario. También figura en esta lista Judimendi, que a finales de 2019 vio cómo cerraba el único local de estas características por su «acción vecinal».

Pero la relación entre la cantidad de establecimientos con los ingresos y la formación académica no es el único aspecto en el que pone el foco el estudio. Y es que la «práctica totalidad» de las 28 casas de apuestas de la capital alavesa se sitúa a «menos de 500 metros» de centros educativos de Primaria y Secundaria; es decir, un segmento vulnerable a la adicción al juego por ser todavía menor de edad.

Lo cierto es que algunos colectivos y el propio Ayuntamiento de Vitoria han tratado de poner coto al exponencial crecimiento de los salones de azar en los últimos años. El Pleno municipal pidió al Gobierno vasco que paralizase las nuevas licencias a salas de juego, y que prohibiera su apertura a menos de 300 metros de instituciones educativas o de salud a finales de 2019, además de limitar la publicidad de este sector e incrementar el presupuesto de campañas de ayuda.

A pesar de que el juego online ha experimentado un crecimiento abrumador, y más a consecuencia de la pandemia, el estudio del centro Reina Sofía advierte de que la presencia física de estos establecimientos puede suponer el «primer contacto» de los jóvenes con los juegos de azar, que también pueden considerarse como «acto social».