Vitoria hace bueno el día de perros

Ha sido un gran día de perros. En el mejor de los sentidos. Una jornada para disfrutar de horas y horas al aire libre, de juegos diseñados sólo para los reyes peludos de la casa (más elaborados que el lanzamiento improvisado de palos en el parque o de perseguir pelotas babeadas y mordisqueadas), socialización perruna, photocall con pedigrí... El entorno del centro cívico Ibaiondo se convirtió este domingo en una especie de parque temático canino durante toda la mañana, por el que desfilaron (también de forma literal) cientos de perros en una fiesta que dejó huella.

Cientos de vitorianos acudieron a la gran fiesta de las mascotas, a la que acompañó un tiempo de lo más primaveral. Las familias optaron esta vez por hacer un plan para los reyes peludos de la casa. Durante la mañana quedaron 'perdonados' todos los tirones innecesarios de correa, los paseos exprés en el que los perros pagan sin rechistar la pereza y la desorganización de sus amos...

No era para menos. El programa era de lo más completo. Se organizaron talleres de dibujo y para decorar correas, concursos de fotografía con la mascota como modelo estelar, juegos para afilar el olfato y demostrar quién es el rey del rastreo y un desfile con alfombra roja incluida. Y no, no se trataba de uno de esos certámenes cursis de belleza canina a lo Paris Hilton. Los parámetros con los que se medía a los 'premiados' iban desde la «mejor mirada» canina al «abuelete más majo».

Aunque la cita estaba dirigida para todo tipo de mascotas –incluso había un taller para hacer juguetes con plumas para gatos–, los perros se convirtieron en los reyes de la fiesta. No era para menos. El colectivo canino ya se encuentra cerca de los 43.000 ejemplares en la capital alavesa. Eso sí, los representantes del Centro de Protección Animal municipal daban en adopción diferentes especies que se habían quedado sin dueño. «El cariño que te da un perro que ha sido abandonado no te lo da nada más», aseguraban. Cualquiera podía llevarse un gato o un conejo, pero con una condición fundamental, «que sean conscientes de que es una responsabilidad para toda la vida».

Por encima de algún ladrido esporádico o de pequeños encontronazos con malas pulgas, la fiesta estuvo marcada por el civismo de los animales y de sus dueños. Pero también hubo espacio para el espectáculo, que corrió a cargo de la unidad canina de la Ertzaintza. Los peludos agentes congregaron a decenas de curiosos en las gradas de la cancha de Ibaiondo e hicieron las delicias de los más pequeños al superar multitud de obstáculos, rastrear coches y dejarse fotografiar después.

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