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Sábado, 19 de diciembre 2020, 01:17

Modo oscuro

¡Bang! ¡Bang! desembarca en la calle San Prudencio

Cuatro rótulos en la fachada con la intimidante inscripción ¡Bang! daban la bienvenida a los curiosos que el 4 de octubre de 1975 se acercaron a la calle San Prudencio para asistir a la apertura de un nuevo comercio. «¡Bang! ¡Bang! trae a Vitoria el auténtico sabor de la moda deportiva», se anunciaba. Pantalones, jerséis, blusas, vaqueros, camisas, faldas, cazadoras, complementos... Unos cowboys a caballo y sobre una carreta del lejano Oeste entretuvieron al personal y repartieron regalos a la chavalería con un desfile a las puertas de la tienda. Con el tiempo cerró y el local lo ocupó Disco Ritmo, hasta que se asentó el establecimiento de Domingo Lafuente, viajero y joyero artesanal. El edificio sigue conservando su artístico frontal. Justo al mes de abrir ¡Bang! ¡Bang!, en la misma calle lo hizo la cadena de grandes almacenes Woolworth. Desembarcó antes que Galerías Preciados en una Vitoria que disfrutaba del progreso y el consumo. El comercio local se sintió intimidado por un competidor desconocido, pero celebró también la ocasión que se le brindaba para especializarse y mimar al cliente. Woolworth tiró los precios. Así, ofrecía dos slip de caballero por 99 pesetas, un panty ‘Deep’ de señora por 29 y un balón para el crío por 35 ptas.

ARCHIVO MUNICIPAL. ARQUÉ
Cuatro rótulos en la fachada con la intimidante inscripción ¡Bang! daban la bienvenida a los curiosos que el 4 de octubre de 1975 se acercaron a la calle San Prudencio para asistir a la apertura de un nuevo comercio. «¡Bang! ¡Bang! trae a Vitoria el auténtico sabor de la moda deportiva», se anunciaba. Pantalones, jerséis, blusas, vaqueros, camisas, faldas, cazadoras, complementos... Unos cowboys a caballo y sobre una carreta del lejano Oeste entretuvieron al personal y repartieron regalos a la chavalería con un desfile a las puertas de la tienda. Con el tiempo cerró y el local lo ocupó Disco Ritmo, hasta que se asentó el establecimiento de Domingo Lafuente, viajero y joyero artesanal. El edificio sigue conservando su artístico frontal. Justo al mes de abrir ¡Bang! ¡Bang!, en la misma calle lo hizo la cadena de grandes almacenes Woolworth. Desembarcó antes que Galerías Preciados en una Vitoria que disfrutaba del progreso y el consumo. El comercio local se sintió intimidado por un competidor desconocido, pero celebró también la ocasión que se le brindaba para especializarse y mimar al cliente. Woolworth tiró los precios. Así, ofrecía dos slip de caballero por 99 pesetas, un panty ‘Deep’ de señora por 29 y un balón para el crío por 35 ptas.
Cuatro rótulos en la fachada con la intimidante inscripción ¡Bang! daban la bienvenida a los curiosos que el 4 de octubre de 1975 se acercaron a la calle San Prudencio para asistir a la apertura de un nuevo comercio. «¡Bang! ¡Bang! trae a Vitoria el auténtico sabor de la moda deportiva», se anunciaba. Pantalones, jerséis, blusas, vaqueros, camisas, faldas, cazadoras, complementos... Unos cowboys a caballo y sobre una carreta del lejano Oeste entretuvieron al personal y repartieron regalos a la chavalería con un desfile a las puertas de la tienda. Con el tiempo cerró y el local lo ocupó Disco Ritmo, hasta que se asentó el establecimiento de Domingo Lafuente, viajero y joyero artesanal. El edificio sigue conservando su artístico frontal. Justo al mes de abrir ¡Bang! ¡Bang!, en la misma calle lo hizo la cadena de grandes almacenes Woolworth. Desembarcó antes que Galerías Preciados en una Vitoria que disfrutaba del progreso y el consumo. El comercio local se sintió intimidado por un competidor desconocido, pero celebró también la ocasión que se le brindaba para especializarse y mimar al cliente. Woolworth tiró los precios. Así, ofrecía dos slip de caballero por 99 pesetas, un panty ‘Deep’ de señora por 29 y un balón para el crío por 35 ptas.
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