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Tanto Álava como Vitoria abren hoy el último cerrojo que el Gobierno vasco echó el pasado 7 de abril, hace justo 28 días, para tratar de contener el virus. Con una tasa por debajo de 400 casos por cada 100.000 habitantes, la situación, ... todavía preocupante, es muy distinta a la de comienzos de abril. Hoy se abre una nueva etapa de alivio en la provincia (salvo en Amurrio, Llodio y Artziniega, aún en zona roja), que, a decir verdad, tiene unas implicaciones más bien limitadas y muy acotadas en nuestro día a día. ¿Qué podrá hacer usted a partir de hoy?
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En lo que respecta a la movilidad, podrá por fin acudir a una bodega de Laguardia para comprar un buen vino. Pero no podrá comerse unas rabas en la Plaza Nueva de Bilbao (la capital vizcaína está en zona roja). Podrá hacer planes para el fin de semana y, si el tiempo lo permite, dar un paseo por la orilla del pantano, pero no comerse un heladito en La Concha (Gizpuzkoa se mantiene en área de máxima alerta). Y, por supuesto, todavía ni se puede plantear salir de Euskadi. Para eso habrá que esperar al próximo domingo, día 9, cuando, salvo cambio de criterio de última hora por parte de Moncloa, decaerá el actual decreto de estado de alarma y las 'fronteras' autonómicas se abrirán de nuevo.
Tal y como se venían pronunciando en los últimos días, los hosteleros alaveses acogen con relativa satisfacción y con poquísimo entusiasmo el nuevo escenario que se abre hoy. ¿En qué se traduce para el sector? Será posible desayunar en el interior de un bar más allá de las 9.30 horas. También sentarse a comer con tiempo por delante suficiente para tomar el postre, el café y el digestivo sin prisas. Lo que no cambia: se mantienen los cuatro comensales por mesa y el cierre se mantiene a las 20.00 horas que, en la práctica, implica que el servicio de cenas quede todavía suspendido. Los empresarios vienen reclamando desde hace meses que se alargue el horario nocturno de apertura tal y como se aplica en otras comunidades, la última Cataluña. Pero parece que el gabinete Urkullu está lejos de contemplar esta opción.
Para los gimnasios alaveses, otro de los sectores cautivos por las últimas restricciones, esta nueva etapa supone abrir los vestuarios y las duchas y que las actividades deportivas en grupo vuelvan a estar permitidas con hasta seis personas (durante las últimas semanas eran cuatro). Ya no hay excusa para volver a pilates. Tampoco para oler a tigre tras el entrenamiento. «El gran alivio es el tema de los vestuarios, que es algo que se ha notado mucho porque la gente no se podía duchar y cambiar antes de volver a trabajar y algunos han dejado de venir por este motivo», apunta el exboxeador Andoni Alonso, del gimnasio Gasteiz Sport. «Por el tema de limitación de grupos, nosotros nos adaptamos ofreciendo actividades solo por parejas, pero en otros deportes es más complicado», abunda.
Este reajuste restrictivo, esta nueva fase de libertad (muy) condicional, se inicia hoy porque el número de casos ha bajado de la barrera de los 400 casos de forma sostenida en el territorio en los últimos días. Según el último reporte de Salud, la tasa de incidencia acumulada se sitúa en la provincia en los 364 puntos. En la capital, es de 359. Hace cuatro semanas, cuando se decretó este último cierre, estos valores se movían entre los 407 y los 440 puntos respectivamente. Los responsables sanitarios y los virólogos insisten en la necesidad de no bajar la guardia. A pesar de que se levanten estas restricciones todavía resulta fundamental extremar la precaución. La situación es a día de hoy, y a pesar de que el ritmo de vacunación crece día a día, muy preocupante.
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Esa inquietud es todavía más intensa en diferentes puntos de la geografía alavesa como Amurrio y Llodio, que todavía permanecen en ese escenario de zona roja. Sus vecinos no pueden ni salir ni entrar del municipio salvo para las excepciones que contempla la normativa. Baños de Ebro (con una tasa de 934,58 casos por cada 100.000), Campezo (659,75), Elciego (772,95), Kuartango (537,63), Labastida (1345,29) y Samaniego (829,88) también presentan cifras preocupantes. Sin embargo, todos ellos cuentan con una población de menos de 5.000 habitantes y el actual decreto contempla su cierre cuando la situación epidemiológica lo aconseje y no sólo por superar la barrera de los 400 casos.
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