Arriba, Isabel López de Uralde y Eduardo Díez-Caballero. Abajo, Juan Ramón Etxebarria y el sacerdote Álvaro Chordi.

El virus que trae más pobreza y hambre

Cuatro misioneros alaveses dan testimonio de las penurias de la pandemia en Congo, Uganda, Ecuador y Chile

Domingo, 28 de junio 2020, 02:41

El carisma les eligió a ellos, que abandonaron vidas más o menos acomodadas para entregarse a la ardua labor misionera. Cuatro religiosos alaveses relatan a EL CORREO cómo afrontan la pandemia del virus en lugares recónditos de África y América del Sur.

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  1. Isabel López de Uralde | Misionera Mercenaria en Congo

    «Dicen que estamos inmunizados por la malaria»

Isabel López de Uralde, desde hace 47 años en Congo, regresó hace días al colegio Vera-Cruz de Vitoria. Jesús Andrade

Lleva 47 años ... en África, cuarenta en Congo. Profesora, directora médica y ahora administradora de las seis mercedarias de Bérriz en Lubumbashi, la segunda ciudad del país, con dos millones de habitantes. Cada domingo, laicos y religiosas reponen medicinas en la cárcel, atienden a los internos y les alfabetizan. La Covid-19 apenas se deja sentir allí. «En mi ciudad habrá 50 casos» y la OMS informa de solo 20 muertes en total. «Dicen que estamos inmunizados porque la población ya se ha tratado contra la malaria. El que sale adelante desarrolla defensas», dice la religiosa acerca de esa otra enfermedad, la del mosquito anófeles, que causa estragos «en el país más rico: tiene agua, selva, oro, diamantes, cobre... Pero todo sale fuera». Ella regresó a Vitoria hace quince días. Ahora descansa en la casa de su congregación en el colegio Vera-Cruz y a finales de julio tiene previsto volver a África.

  1. Eduardo Díez-Caballero | Misionero del Opus Dei en Uganda

    «No sé qué habría pasado si hubiera sido como en España»

Eduardo Díez-Caballero, en Kampala, la capital de Uganda.

«Es mi gente; me necesitan», respondió sobre los desfavorecidos de Kampala, la capital de Uganda, cuando su familia le propuso cobijarse de la pandemia en Vitoria. Pero no, y eso que se perdió el noventa cumpleaños de su padre. El confinamiento también ha sido severo en aquel país, al estilo de Europa. «Poco a poco se está abriendo la sociedad, el comercio, pero no el transporte», cuenta este periodista, sacerdote del Opus Dei entregado a la enseñanza femenina y a la «ayuda espiritual». «¿Incertidumbre? Pensaba que si el virus llegaba aquí, sería el desastre porque tenemos una sanidad débil. No sé qué habría pasado si hubiera sido como en España». Aun así, teme que «el hambre» haga mella en una sociedad «muy joven». «La gente vive al día. Lo poco que ganan lo destinan a comida».

  1. Juan Ramón Etxebarria | Misiones Vascas en Ecuador

    «La gente pobre está habituada a la emergencia»

Juan Ramón Etxebarria misiona en Ecuador desde 1977.

Dice que el virus lo llevó una emigrante que retornó de España y murió sin atención el 13 de marzo en Guayaquil, el día del decreto de alarma de Sánchez. Son más de 5.000 los decesos. La pandemia tiene ahora su epicentro en Latinoamérica. Alavés de Urbina, Juanra misiona en San Isidro, una zona rural de Manabí, provincia castigada hace cuatro años por un terremoto que destrozó dos hospitales, aún pendientes de reconstrucción, aunque esta vez el virus se ha cebado más en la gran ciudad. En Guayaquil, «las personas mueren en la calle, en sus casas, y las familias sacan los cadáveres a la vía pública porque las autoridades se demoran hasta cinco días en recogerlos». «La causa profunda de la tragedia está, sin duda, en la pobreza extrema, el abandono y el hacinamiento en los suburbios», relata. Pero cree de corazón en «la solidaridad de las personas». «La gente pobre está habituada a vivir en la emergencia permanente. Sabe subsistir con ánimo y alegría».

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  1. Álvaro Chordi |Sacerdote diocesano en Chile

    «Nos enfrentamos a la mayor recesión en América Latina»

Álvaro Chordi, a la izquierda, sacerdote en Chile.

Chile sigue de cuarentena con 1.300 muertos y decenas de miles de contagios. «Las medidas del Gobierno han sido insuficientes», sostiene el sacerdote que dejó Vitoria por las misiones hace cinco años después de impulsar Egibide. Párroco en San Saturnino, barrio de la capital, asiste a lo que creía erradicado. «Hoy presenciamos el retorno a prácticas solidarias casi olvidadas. Las ollas comunes resurgen al amparo de muchas parroquias y juntas de vecinos. Los alcaldes declaran desesperadamente que el narcotráfico está siendo más eficiente que el Estado a la hora de entregar ayudas a los sectores afectados por el coronavirus». Álvaro se refiere a «un sistema de salud colapsado», una educación «con enormes brechas», a la desprotección de medio millón de trabajadores y al riesgo de un rebrote del estallido social de octubre. «Nos enfrentamos a la recesión más grande que ha sufrido América Latina, mayor incluso que las vividas en 1914 y 1930».

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