El virus cerca a Rioja Alavesa y obliga al cierre de cuatro de sus municipios

«Con mucha resignación» acogieron ayer la noticia del cierre perimetral en Labastida, uno de los primeros municipios de España que se vieron, allá por marzo, desafiados por el virus. «En los últimos días estábamos viendo como los casos subían gotita a gotita, y aunque la situación sanitaria está muy controlada, con los positivos perfectamente identificados y los contactos estrechos aislados, estadísticamente el cierre era obligado», valora su alcaldesa, Laura Pérez Borinaga.

En su municipio se han detectado siete positivos en los últimos siete días. La cifra puede parecer diminuta en términos absolutos. Pero, tal y como apunta la regidora, preocupa sobremanera la tendencia y, sobre todo, la tasa de infectados por cada 100.000 habitantes que se ha registrado en los últimos 14 días, el parámetro que, en última instancia, hace que el Gobierno vasco mueva ficha a la hora de imponer restricciones.

En Labastida alcanza los 512. En Laguardia, capital de Rioja Alavesa, llega a los 912 y en Lanciego, se dispara a los 1.859. Las peores cifras, con diferencia, se alcanzan en Villabuena. Allí arrastran una preocupante incidencia de 4.255 casos por 100.000 habitantes. En general, la situación de riesgo máximo, todas esas zonas rojas, se decretan cuando se superan la barrera de los 500 positivos. En el conjunto del área sanitaria de Rioja Alavesa se alcanzan los 548.

A partir de hoy, unos 12.450 alaveses no podrán salir de su municipio salvo para ir a trabajar, estudiar, ir al médico o cuidar a niños, ancianos o personas dependientes. También queda suspendido el deporte escolar y, las actividades físicas en grupo. Además, tal y como contemplan las restricciones acordadas en el LABI, toda la hostelería vivirá un nuevo cerrojazo.

La medida supone un duro golpe, otro más, para Rioja Alavesa, volcada en el enoturismo. «Es un palo muy, muy gordo», explica, muy afectada, Chari García Ugarte, la propietaria de la Hospedería Los Parajes en Laguardia. «Claro que no nos esperábamos algo así, se hablaba de algún caso suelto pero esto es tremendo», comenta la empresaria. «Lo poco que podíamos trabajar ahora, al menos nos daba para ir cubriendo gastos, pero esto nos va a hundir», señala con la voz quebrada.

A pesar de que la restricción se volverá a revisar este viernes, nadie duda de que el cierre se prolongará más allá del fin de semana. «Yo, de momento he cancelado las nueve reservas que tenía ya confirmadas, es un desastre», subraya la propietaria de Los Parajes. Idéntico pesimismo compartía ayer el sector. Aunque la mayoría de los bares y restaurantes de la zona cerraban por descanso semanal, entre los pocos que habían abierto la persiana, ayer cundía el hartazgo. «Se están cebando con nosotros y lo peor de todo es que esto va para largo. El Gobierno vasco nos está poniendo en el disparadero y aquí estamos haciendo las cosas bien», se quejaba un conocido hostelero, que prefería mantenerse en el anonimato.

Las restricciones anunciadas ayer también afectan a los 982 vecinos del municipio de Arrazua-Ubarrundia, que, al norte de Vitoria, agrupa concejos como Durana, Landa, Arroiabe o Zurbano. Allí, con tres positivos detectados en los últimos siete días, se arrastra una incidencia acumulada de 676,33 casos por cada 100.000 habitantes. En la práctica, su cierre perimetral implica también el cerrojazo del pantano. Este municipio es la puerta de entrada del pantano al embalse desde Vitoria, una de las zonas de esparcimiento preferidas por los alaveses.